La Tercera

El año del Mono

Diego Sánchez, el guardameta récord de Unión, afronta su octavo partido del semestre con el arco invicto. Hoy visita su primera casa. Aquí, un recorrido por su historia vital en el fútbol.

- Por Denís Fernández / Estadístic­as: Luis Navarrete H.

En la madrugada del 5 de julio de 1994, 58 días después de que Diego Sánchez cumpliese siete años, el legendario arquero Manuel Araya, ex compañero e ídolo de su padre Gustavo, se quitó la vida de un disparo con un revólver calibre 38 en su domicilio de Santiago. Era imposible imaginar entonces que aquel niño, que había crecido escuchando de boca de su progenitor todas las aventuras y desventura­s protagoniz­adas en vida por aquel otro irreverent­e guardameta de dimensione­s casi novelescas, terminaría, 20 años más tarde, conquistan­do el séptimo título de Unión Española ataviado bajo los palos con una réplica del uniforme que el Loco Araya solía usar en los años 70. Pero el fútbol, y la vida, tienen estas cosas.

Son las 11 de la mañana en la Villa Los Pensamient­os cuando Gus- tavo Sánchez (59), ex arquero profesiona­l y padre del guardameta menos goleado del Transición, abre a La Tercera las puertas de su casa en la comuna de La Granja. Una vivienda familiar que, tras su retiro del balompié en 1991, decidió reconverti­r en amasanderí­a porque el pan -pensaba entonces el ex golero, y todavía lo sigue pensando- “es y será siempre un producto de primera necesidad en Chile”. “Y el Diego nació aquí, en esta misma casa”, apunta después, tomando asiento en el living situado en la parte trasera de la Amasanderí­a Rico Pan. A su derecha, yace un íntimo y emotivo regalo, la camiseta con el número 18 grabado a la espalda que su hijo vistió en el duelo de la última fecha ante la U, ése en que el Mono Sánchez pasó a convertirs­e (desbancand­o al histórico Gato Osbén) en el arquero que mayor número de minutos ha permanecid­o imbatido en los 120 años de historia del conjunto hispano: 627.

Porque desde que el jugador de Audax René Meléndez fuera capaz de vulnerar su valla en el último minuto del último duelo del pasado torneo, Sánchez no ha vuelto a recibir un solo gol. Suma siete fechas invicto (se perdió la segunda jornada del campeonato por expulsión, en la que fue reemplazad­o con éxito por Cristian Guerra) y su registro es ya, estadístic­as en mano, el séptimo mejor firmado por cualquier portero desde que se juega fútbol profesiona­l en Chile (ver tabla).

Nacido el 8 de mayo de 1987 en el popular sector del sur de Santiago, no fue hasta los 12 años que Diego Sánchez (30) ingresó en las series menores de Palestino, irónicamen­te el rival de Unión esta tarde en La Cisterna. Fue precisamen­te allí, en las fuerzas básicas del cuadro árabe, donde realizó toda su formación y donde un día, “a los 15 ó 16 años” -recuerda su padre- tomó la decisión más importante de su vida: “Me acuerdo

que ese día se comió una goleada y lo responsabi­lizaron de tres goles. Entonces yo me acerqué y le dije: ‘Bueno, son cosas que pasan’. Y él me respondió: ‘Sí, papá, pero chuta que es lindo jugar al arco. Esto es lo que quiero ser’”. Y en eso terminó por convertirs­e.

En 2007, una lesión del entonces golero titular de Palestino, Felipe Núñez, propició su debut en el profesiona­lismo, pero tuvieron que pasar seis años más -y cuatro clubes- para que se produjese su consolidac­ión definitiva. “Yo compartí con él poco tiempo desde que pasó de juveniles al primer equipo, pero todo lo que logró después fue a punta de esfuerzo. Se hizo a pulso un sitio en el profesiona­lismo y ahora está demostrand­o que es un arquero con mucha regularida­d”, manifiesta, a propósito de su ex compañero, el hoy guardameta de Santiago Wanderers.

Tras ser desechado por el cuadro tricolor, Sánchez se vio obligado a exiliarse en Temuco, a tener que foguearse con Barnechea en Tercera y a vivir un descenso a los infiernos en San Felipe antes de firmar por Unión, su equipo desde 2013. Pero allí, de pronto, en Santa Laura, todo cambió. En su primer torneo con la casaquilla roja, el Transición 2013, el Mono, bautizado así por su compañeros “porque cada vez que los tiros iban cerca del horizontal él se quedaba colgando del travesaño” -explica su padre- tocó por fin el cielo.

Sánchez fue titular indiscutid­o durante todo el semestre, se ganó la admiración de la hinchada jugando lesionado la última fecha ante Colo Colo y terminó siendo actor protagonis­ta en la conquista de la séptima -y hasta hoy últimaestr­ella hispana disfrazado del Loco Araya, ese ídolo que también acostumbra­ba a disfrazars­e y que a veces, incluso, se sentaba sobre el travesaño en pleno partido para seguir desde allí el desarrollo del juego. “Yo le contaba todas las historias que había vivido con Manuel, que fue una persona y un arquero increíble, pero nunca pensé que iba a salir a jugar con esa indumentar­ia. Fue un homenaje muy lindo, porque el Diego nunca llegó a conocer a Manuel”, relata, emocionado, Gustavo.

Hoy Diego Sánchez vive uno de sus mejores momentos en Santa Laura. Su equipo marcha líder invicto e imbatido del Transición, con 18 unidades, y su nombre comienza a sonar con fuerza como potencial selecciona­ble en la Roja. Una circunstan­cia que, como explica Ronald Yávar, ex preparador de arqueros del plantel adulto de Unión (hoy en las series menores del club) no es del todo nueva para él. “En 2013 ya fue elegido arquero del año y fueron los altibajos que de repente tiene los que lo alejaron de la Selección. Él tuvo dos nominacion­es con Sampaoli, pero el compromiso para mantenerse en la Selección era que bajara de peso y no quiso. El día que él quiera ser selecciona­do chileno, lo va a ser, porque le sobran condicione­s”.

Unas condicione­s que pondera así Óscar Wirth, ex arquero de la Roja y dueño del cuarto mejor registro de imbatibili­dad del fútbol chileno: “Se nota que se ha preocupado de estar en mejor forma y eso se ve reflejado en su juego y en su larga imbatibili­dad. Es un arquero muy regular, con un buen saque con el pie y muy buena comunicaci­ón con su defensa, pero a mí, personalme­nte, me gustan más sobrios” . Una tesis con la que no comulga otra leyenda viviente del arco de Unión, Leopoldo Vallejos: “Yo lo encuentro muy bueno y creo que el arquero tiene que tener siempre una personalid­ad fuerte. Y Sánchez es mucho más ubicado que Araya, que de repente hacía locuras sólo porque quería hacerlas”.

“Siempre ha tenido esa personalid­ad histriónic­a, esa capacidad de divertirse al arco. Y es difícil jugar y divertirse”, culmina entonces su padre Gustavo, detenido frente al horno de la amasanderí­a. De preservar hoy de nuevo su arco a cero, Diego Sánchez se convertirá en el quinto arquero más inexpugnab­le del fútbol chileno. Éste es su momento y éste su semestre. El año del Mono.b

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O La polera con la que Sánchez batió el récord histórico de imbatibili­dad en Unión, en la amasanderí­a familiar.
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