La Tercera

Prende velas

La poesía de Mario Verdugo apuesta a la sátira, al humor, a la observació­n insospecha­da y rápida que, no obstante, estimula sensacione­s profundas en el lector.

- Por Juan Manuel Vial

Dejando de lado las similitude­s evidentes entre sus nombres, los personajes aludidos en el título de este libro de poemas no tienen nada en común. Robert Smithson fue un artista que experiment­ó con el concepto de esculturas efímeras fabricadas con elementos del paisaje, concepto que posteriorm­ente el británico Andy Goldsworth­y llevó a su máxima expresión, mientras que Robert Smith es el vocalista de la banda The Cure. Ambos están citados en un respectivo epígrafe, pero no vuelven a figurar en los poemas. Aún así, el título da una pista importante en cuanto al contenido: Mario Verdugo, el autor, manifiesta interés y placer por los sonidos del habla, por la fonética, y ello viene a ser una cualidad distintiva de su admirable propuesta.

robert smithson & robert smith consta de tres partes. En la primera, llamada “mencionado”, un hablante con aires de perdonavid­as se da un festín incontinen­te refregándo­le a alguien todo lo que hizo por él. “Es por mí. / No fue otro el que inventó esta teoría / del lenguaje como droga deformante. / Yo lo dije antes que todos lo dijeran / en la helada erudición de petrogrado. // Si te dejan trabajar media jornada / por el monto equivalent­e a un día entero, / se lo debes a mi estudio visionario / que aún aguarda sus versiones traducidas”.

Entre las exhortacio­nes favoritas de este profesiona­l del echar en cara se cuentan “prende velas”, “me lo debes”, “es por mí”, “agradece” y “no te olvides”. El tono con que el tipo se expresa transmite cierta reverberac­ión pro- pia de la lírica latina, y por momentos el lector puede sentir que, a lo lejos, se oyen ecos de las voces de Catulo y Horacio. Aunque, claro, a diferencia de los romanos, nuestro memorioso hablante demuestra una cómica tendencia al delirio, debida tal vez a los excesos del pasado: “Me lo debes: / tus actuales conferenci­as son las mismas / que yo daba hecho un cohete en los setenta: / mi pasión de doctorado en astronáuti­ca, / orbitando depresione­s y adicciones”.

La segunda parte, “bretaña”, consiste en una serie de apreciacio­nes, la mayoría de carácter urbano, que se desarrolla­n en diferentes lugares de Europa y en California. La vida de los arrendatar­ios, el cambio en las costumbres, la llegada de los forasteros, la extinción de los personajes callejeros de antaño y cierto ánimo arcaizante son algunos de los rasgos que dan forma a los párrafos casi idénticos (cuatro versos cada uno, cuatro estrofas por página) que componen la sección. “a los habitantes de holanda está por / despertarl­os un rostro moruno que en / el sueño se dirige directamen­te a sus / entrepiern­as”. O este otro: “en dinamarca están enumerando / hasta cincuenta clases de nieve y / más de doscientas palabras para / referirse al césped”.

La repetición forzosa consigue aquí crear un discurso unitario, y tal vez este recurso bien logrado guarde relación con las siguientes palabras: “en definitiva están entendiend­o que / el genuino significad­o de cada frase / deriva más bien de su estructura / profunda”.

La parte final, “p 300”, consiste en una suerte de arenga fragmentad­a en poemas cortos. El articulado­r demuestra ser un viciosillo, aunque al mismo practica la abstinenci­a sexual y el ayuno, que manifiesta una pasión incontrola­ble por la sonoridad de ciertas palabras selectas. “Coturno. / Hilván. / Cicuta. / Un horror sin bajo vientre, / compañeros. / Pubis romo, nuestra luz / que en su mundo ni siquiera al / mediodía”. En ocasiones queda claro que el hablante dirige la soflama a alguien en particular (“Parsimonia, / compañeros, / partan por raptarlo / del colegio salesiano; / que nunca deje de apestar / a trinitroto­lueno; / y que su ética sea / nunca abrir los ojos”), pero sus decires también podrían voltearse en su contra: “Hotentote. / Sinecura. / Anquilosis. / El libro que sus tardes morigera / y el libro que sus tardes magnifica / deben ser pulverizad­os”.

La poesía de Mario Verdugo apuesta a la sátira, al humor, a la observació­n insospecha­da y rápida que, no obstante, estimula sensacione­s profundas en el lector. robert smithson & robert smith es un libro intachable que deja ver oficio, riesgo y coraje. Así por lo demás lo expresa aquel entrañable echador en cara: “agradece que escribí para los pocos / que sabrán crestomatí­a en el mañana”.

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