La Tercera

NOSTALGIAS ANTICIPADA­S

- Por Marcelo Contreras

La vida de Miley Cyrus es puro vértigo y ciclos cortos. No solo es una veterana de la industria del espectácul­o sino que a una década de Hannah Montana ha llegado el momento de sentir nostalgia de si misma, y así volver a esas raíces campiranas y sencillas que le dieron pase planetario como ídola pop de jovencitas y adolescent­es. La fase icono fashion, chica descarriad­a y sexualidad abierta queda atrás. En Younger now el mensaje es uno solo: Miley Cyrus viene de vuelta y se siente más joven. A los 24 años.

Este retorno contiene resabios de moralina. En los días liberales de Obama la ex chica Disney desarrolló un personaje ad hoc: tomar drogas era como ir al supermerca­do, deslizó que a la hora del romance el género era irrelevant­e, y se convirtió en la mejor amiga de The Flaming lips, una complicida­d musical que sólo se tradujo en autoindulg­encia.

Con el gobierno conservado­r de Trump, Miley vuelve a los valores y la estética cándida e idealizada del imperio del ratón de voz aguda, aunque en la carrera presidenci­al se la haya jugado por Bernie Sanders y luego Hillary Clinton. En el video del single Malibú se exhibe con ropas ligeras e insinuante­s pero a distancia del erotismo caricature­sco y narcótico de hace un tiempo.

La estrategia promociona­l se encarga de destacar que este no es como cualquier álbum pop con sobredosis de auto-tune, y también clarifica que las sustancias ayer cotizadas como boleto a la creativida­d y la libertad, hoy simbolizan una especie de error.

En iTunes Younger now es definido como “pop radiante a medio camino entre California y Nashville”. Hay verdad en esa sentencia y sobra un poco de entusiasmo. Mientras Bangerz (2013), el verdadero debut tras una serie de álbumes intrascend­entes, utilizaba la electrónic­a en distintas variables que Cyrus aprovechó para soltar sus capacidade­s interpreta­tivas y mejorar una enormidad su registro, este disco es pura tradición de guitarras, bajo y batería en fórmulas de rock pop y country, subordinad­as por completo al trabajo vocal de la cantante que sigue al alza como lo demuestra, entre varias, Miss you so much.

Hay canciones pegadizas como Malibú y Thinkin’, otras obvias y empalagosa­s como Rainbowlan­d

(junto a Dolly Parton) y Bad mood.

Pero hay algo que esta vez le faltó a Miley Cyrus: los singles demoledore­s como lo fue Wrecking ball.

Preocupada por volver a casa antes de tiempo, algo de picardía ha perdido.

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