Hacia una nueva Europa
EL MUNDO REQUIERE DE UNA EUROPA QUE APORTE A UNA GOBERNANZA GLOBAL. SI FRANCIA Y ALEMANIA CONSIDERAN QUE NO PUEDEN SOLOS, ¿QUÉ QUEDA PARA LOS NUESTROS?
El Presidente Macron pronunció en La Sorbonne un discurso que podría transformarse en histórico. Su tema único: la refundación de Europa. En una cuidada presentación, abogó por una transformación profunda de Europa, a partir de un diagnóstico lapidario: “La Europa que conocemos es demasiado débil, lenta e ineficaz”. Y si no se refunda terminarán imponiéndose “los que prometen el odio, las divisiones y el repliegue nacional”. Se trata de una propuesta para los próximos 10 años en cinco grandes áreas: defensa, migración, revolución digital, comercio y fortalecimiento de la zona euro. Respecto a ésta última se busca resolver el conocido problema que afecta al euro: la ausencia de una política y una autoridad fiscal. Para ello se propone dotar a la Unión Europea (UE) de un presupuesto consistente y la nominación de una suerte de súper ministro de Hacienda capaz de tomar decisiones rápidas en caso de crisis, administrar el presupuesto y poner en práctica las grandes orientaciones económicas resueltas por la UE.
Consciente de la imposibilidad de lograr la unanimidad de los 27 se plantea derechamente que los países puedan avanzar a distintas velocidades. Esto es crucial porque se elimina el derecho a veto que han ejercido, en especial, los nuevos miembros de la UE y que se ha traducido en una parálisis que la llevó durante los últimos años a transformarse en un actor secundario en la escena internacional. Razones geopolíticas derivadas del colapso de la URSS obligaron a la antigua comunidad europea de los 10 a ampliarse hasta llegar a la Unión Europea de los 27. Al mismo tiempo que se ganó en inclusión se perdió mucho en coherencia. El mínimo común denominador de los 27 es exiguo y no permitió nuevos avances del proceso de integración. La clave para generar un nuevo impulso a la construcción europea radica en la recomposición de un potente eje franco alemán. Así fue en el pasado y solo a partir de él es posible pensar en un mejor futuro. El distanciamiento en las últimas décadas entre Alemania y Francia fue determinante en la declinación de la UE.
Existen en la actualidad signos alentadores. Hay muchas dudas respecto a las orientaciones políticas de Macron. Hay, sin embargo, una definición que no está en cuestión: su convicción acerca de la importancia crucial del fortalecimiento de la integración de Europa. Por otra parte, del lado alemán, en su nuevo periodo de gobierno la canciller Merkel parece decidida a dejar un legado que haga historia, llevando la construcción europea a niveles superiores. Es cierto, la obligación de pactar con los liberales y el fortalecimiento de la extrema derecha, ambos poco inclinados a la profundización de la integración, es una dificultad. Pero, no le ha impedido a la canciller luego de las elecciones afirmar con claridad que la UE “no puede seguir igual” y que el planteamiento de Macron constituye una “buena base” para intensificar la cooperación entre Alemania y Francia.El mundo requiere de una Europa fuerte que aporte a una gobernanza global, racional y equitativa. Y aunque sea dicho al pasar, si países grandes como Francia y Alemania consideran que no pueden solos , ¿qué queda para los nuestros?