Wanderers consigue su tercera Copa Chile tras vencer a la U
Wanderers se lleva la Copa Chile al vencer 1-3 a la U. Los porteños marcan la diferencia con una idea clara de juego. Los azules agudizan las señales de la debilidad que ha tenido el cuadro de Hoyos durante todo el semestre.
41-44
La tabla del Transición invertida en la cancha de Concepción. El que le teme al descenso domina al que pelea por el bicampeonato. El que sufre cada fin de semana por sumar un punto pone de rodillas a quien mira a casi todos para atrás. El fútbol no tiene lógica, es mágico. Y en una final, el fútbol es fiesta para uno y funeral para el otro.
Santiago Wanderers alcanzó ayer su tercera corona de la Copa Chile al derrotar por 1-3 a Universidad de Chile. Lo hizo con justicia, sin mayores reproches a su juego o a la eventual influencia arbitral. Suma así a los éxitos logrados en 1959 y 1961 en el mismo torneo, etapa en la que también celebró una corona nacional.
Para los azules, en cambio, es el adiós a una temporada que, únicamente desde los resultados, asomaba como brillante. Ahora, su tarea será cerrarla de mejor modo y, pese a sus deficiencias, tratar de quedarse con el título del Transición.
La U, sin embargo, recuerda el juego estructural que proponía Julio Cortázar en novelas como Rayuela o 62 Modelo para armar: es el lector quien debe imaginar cómo organizar la historia. En este caso es el telespectador apoltronado en su living o el fanático que recorrió centenares de kilómetros.
“Sí, la U está con tres en el fondo”, “No, parece que cambió a cuatro”, “el que arma es Zacaría...” o “quién de verdad organiza” deben ser las preguntas que cruzan por la cabeza de los hinchas, mientras su equipo es superado, física y futbolísticamente, por un rival supuestamente inferior.
Por el lado de Wanderers, hay ideas claras, que tropiezan con la calidad de sus intérpretes. El equipo de Nicolás Córdova le da casi todo el trabajo a sus volantes, quienes se repliegan o despliegan con gran rapidez, dependiendo de la circunstancia. Y, con eso, maneja a la U como quiere y no obtiene mayor provecho de su control sólo por los errores de ejecución.
Por eso, los porteños esperaron hasta el minuto 34 para celebrar, en una acción que fue un continuo de fallas defensivas azules provocadas por la presión del antagonista. Luego de un par de segundos balones recogidos por los verdes, vino el remate de Enzo Gutiérrez, que ingresó al arco luego de una débil oposición de Johnny Herrera. Y cuando hasta el más seguro de tus hombres falla, es porque el asunto va para peor.
El ingreso de David Pizarro ya es parte del libreto de reacciones archirrepetido de Guillermo Hoyos. El volante siempre entra en el segundo tiempo debido a que los años le impiden actuar 90 minutos a máximo nivel y a que, obviamente, es uno de aquellos que pone orden y estructura en cualquier equipo.
Lo malo es que, a poco de que el mediocampista pisara el campo, vino el segundo tanto. Otra vez con Herrera dejando alguna duda, al dar rebote ante un disparo de Luis García, situación aprovechada por el oportunismo de Jean Paul Pineda.
Después del 0-2, el partido derivó por el cauce natural en que el aparentemente más débil está en ventaja: cede terreno, soporta la reacción del rival y trata de aprovechar los contragolpes. Por eso, luego de un período de asedio infructuoso sobre el área de Wanderers, arribó el 0-3, marcador impensable para el poder de uno y otro. El penal cometido por Gonzalo Jara sobre Luis Pavez (uno que brilló particularmente) fue la muestra de la impotencia azul en la tarde penquista. La falta era evitable, toda vez que el toque del volante había sido demasiado largo, pero el zaguero se había lanzado desesperadamente y sólo terminó derribando a Pavez mientras el balón se dirigía hacia el fondo del campo.
El descuento fue la muestra de un espíritu de lucha no respaldado por las ideas, una pelota que quedó flotando dentro del área y que Pizarro convirtió en gol gracias a su buena pegada.
Quedaba un cuarto de hora, pero el nivel de la U no daba para ilusiones. Se trata, además, de una constante a lo largo del semestre, porque el cuadro de Hoyos suele cosechar puntos y estar en situación de pelear las coronas sólo gracias a su entusiasmo y a la calidad individual que asoma a veces en su plantel.
Para Wanderers, el premio a su intención, al esfuerzo de luchar con menos armas que el resto y a pelear por una copa que le reservaba el honor, toda vez alcanzado el cupo en la Copa Libertadores. Motivos para celebrar, les sobran a los porteños, pese a que la amenaza del descenso está latente; motivos para preocuparse, tiene en abundancia la U, sin siquiera un patrón mínimo de juego. El fútbol no premia historia ni estadísticas. Premia al que juega mejor. Y ayer, Wanderers le dio una clase a los azules.b