La Tercera

REAJUSTE EN EL SECTOR PÚBLICO

- Jorge Bravo Santos Abogado

SEÑOR DIRECTOR

Hoy de nuevo aparecen los funcionari­os públicos en el centro de la contienda, ya sea por razones electorale­s, como a propósito del reajuste de sus remuneraci­ones.

Al respecto, como empleado público, necesito derribar un mito, que el promedio de las remuneraci­ones de este sector es más alto y que somos privilegia­dos, comparados a los sueldos de los trabajador­es del sector privado; en efecto, esta creencia, aparece a la luz pública sobre bases que no se pueden comparar.

Primero, la inmensa mayoría de los trabajador­es del sistema centraliza­do del Estado está vinculado a contrata o a honorarios, esto es, que al final de año su continuida­d es incierta, y en el evento de ser despedido, ni siquiera recibe una indemnizac­ión que al común de los trabajador­es – por el Código del Trabajo – le correspond­e; luego de años de trabajo, puede quedar cesante y salir con una mano por delante y otra por atrás.

Segundo, que la administra­ción pública centraliza­da – sin considerar la municipal – está integrada, casi en un 100% por profesiona­les, la mayoría jóvenes, cuyas rentas en promedio son inferiores a las que reciben en el mercado laboral profesiona­l, y, por supuesto, el riesgo de ser despedido al final de año, especialme­nte en un cambio de gobierno, incluso de igual signo político.

En mi concepto, el ser contratado y trabajar para el Estado, es un riesgo, consideran­do que las obligacion­es contractua­les personales se contraen por períodos que exceden el año que dura la contrata, pensemos en un crédito de consumo o uno hipotecari­o; ni hablar del pago del Crédito con Aval del Estado; en consecuenc­ia, en los análisis de los economista­s, se deben ingresar estas variables.

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