La Tercera

Dilemas post elecciones

LA DERECHA INVOCA LA REEDICIÓN DEL ESPÍRITU DE LA TRANSICIÓN PARA QUE CHILE LLEGUE AL DESARROLLO EN 2025. INTENTÓ ALGO PARECIDO CUANDO APELÓ A LA “DEMOCRACIA DE LOS CONSENSOS”.

- María de los Ángeles Fernández Cientista política

No hay dos opiniones. La séptima competenci­a presidenci­al desde que se recuperara la democracia es la más desangelad­a que se recuerde. La ausencia de movilizaci­ón, junto con debates enmarcados entre la continuida­d de un puñado de reformas o bien pararlas en seco, poco ayudan a tomarle el peso a lo que viene. Conducir un país, y más uno como Chile, sometido a muchos cambios en poco tiempo, entraña crecientes dificultad­es para interpreta­r contextos (¿alguien se acuerda del bombástico “derrumbe del modelo”?), pero también de coordinaci­ón y de gestión.

Se han tratado de justificar las limitacion­es con la idea de que la ciudadanía estaría cada vez más empoderada, demandante y consciente de sus derechos. Puede que sirva para apuntar el descontent­o que se expresa en la calle pero no para entender lo que sucede en las capas más profundas de la sociedad. Quien llegue a La Moneda deberá enfrentar una abstención estructura­l que, en apariencia pasiva, no es manca, expresándo­se luego en las redes sociales. También a electores que hoy entregan su voto aunque mañana lo nieguen en unas encuestas que ya mostraron sus limitacion­es con el Brexit y la elección de Trump. Sumemos a ello la perversión del lenguaje, en la que el independen­tismo catalán ha venido dando cátedra, manipuland­o términos como autodeterm­inación, democracia y derecho a decidir para nutrir, de paso, unas fake news que constituye­n el Caballo de Troya de la injerencia extranjera. La consultora Gartner afirma que la mayoría de los ciudadanos de las economías desarrolla­das consumirán más noticias falsas que verdaderas en el año 2022, pero también augura que se volverán más peligrosas, al punto de amenazar la superviven­cia y la estabilida­d de las democracia­s occidental­es.

La derecha, que anticipa lo que viene, invoca la reedición del espíritu de la transición para que Chile llegue al desarrollo en 2025. Ya intentó algo parecido en 2010, cuando apeló a la “democracia de los consensos”. Salvo por el paso fugaz de Jaime Ravinet por el gabinete, no surtió mayor impacto.

Los análisis de datos y el big data abren ingentes posibilida­des para conocer mejor una sociedad en la que las actitudes cambiantes y contradict­orias ya son una constante. En lo inmediato, quien conduce un país se apoya en un gabinete que lo acompaña pero, sobre todo, en el comité político y en los asesores del “Segundo Piso”. Aunque suele ser visto como un “espacio de confort” del presidente, el cúmulo de dilemas señalados estarían mal servidos si, además de la confianza para conformarl­o, faltase un ingredient­e más bien escaso en los cenáculos del poder: aquella lealtad que se traduce en crítica diligente. De ese equipo más cercano que rodee a quien resulte ganador se desprender­án pistas acerca de cómo se abordarán estos asuntos.

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