La pasión que nunca se apaga
El fútbol ha sido el motor de vida de este santiaguino de 44 años. Octavio Contreras, desde muy joven, vivía pensando todo el día en un balón y pasaba todo lo que podía cerca de una cancha. Todo cambió radicalmente, sin embargo, en 1997, cuando este centralino de 23 años fue víctima de un asalto camino a su trabajo.
El día era normal hasta que el triste episodio terminó con Contreras baleado y condenado a vivir el resto de sus días en una silla de ruedas. Nunca más pudo jugar a la pelota y su forma de bloquear esta amargura fue alejándose totalmente del deporte que tanto le gustaba. Fueron 15 años aislado de su pasión, hasta que encontró la forma de volver a ella y ser, como dice él, totalmente feliz.
Si bien ya no puede caminar, sí puede enseñar. Y eso es lo que hace con decenas de niños en la escuela de fútbol de Club Quimera La Palma de Estación Central. Un proyecto que hoy reúne a más de 60 muchachos de entre 5 y 16 años.
“Entrenamos dos veces a la semana, miércoles y viernes, vamos a todos los torneos que podemos y los chicos hacen que me motive cada día más a seguir transmitiéndole mi amor por el fútbol”, relata Contreras, quien hace tres años dirige la escuela.
De hecho, su escuadra se presentó en la última Copa Enel, representando a la comuna. La organización del torneo de menores lo identificó como el “Bielsa de Estación Central”. ¿Por qué? Porque por iniciativa propia empezó a leer y estudiar los principios de trabajo del entrenador argentino y, a su manera, intenta transmitirlos en los niños que dirige. “Quiero que ellos cumplan su sueño de ser profesionales”, confiesa Octavio.