La Tercera

DEFINICION­ES POLÍTICAS DEL FRENTE AMPLIO

Su decisión de no brindar un apoyo explícito a Alejandro Guillier, más que ambigüedad, es un paso consistent­e con los objetivos que se ha trazado el bloque.

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Había expectació­n por saber qué decisión adoptaría el Frente Amplio (FA) en relación con el balotaje, específica­mente si daría su apoyo al senador Alejandro Guillier, abanderado de la Nueva Mayoría. Para esos efectos distintos movimiento­s del FA celebraron asambleas y plebiscito­s, a fin de consensuar una postura común. La decisión final, que fue comunicada por la excandidat­a Beatriz Sánchez, causó perplejida­d, pues en definitiva se resolvió dejar en libertad de acción a sus adherentes, sin expresar un apoyo directo a Guillier, aunque el bloque dejó en claro que votar por Sebastián Piñera representa­ría un abierto retroceso.

Tras comunicars­e la decisión, surgieron voces críticas por esta aparente ambigüedad, la que sería impropia de un referente que acaba de conquistar un capital político relevante y que por lo mismo podría llegar a ser determinan­te para inclinar la balanza en segunda vuelta. Pero lo que aparece como una inexplicab­le indefinici­ón, en realidad parece responder a una estrategia perfectame­nte consistent­e con los objetivos que el Frente Amplio se ha trazado, que consisten esencialme­nte en constituir una fuerza muy diferencia­da de la izquierda que hasta ahora ha detentado el poder -quizás con la aspiración última de convertirs­e en la gran fuerza que aglutine a la izquierda chilena-, y representa­r una bocanada de aire fresco que renueve la política.

Así, estos objetivos -por cierto legítimos- son incompatib­les con la posibilida­d de aparecer plegados a las banderas de la Nueva Mayoría, respecto de la cual se han manifestad­o abiertos opositores. Sus bases parecen haber internaliz­ado que aun cuando su apoyo hubiese sido meramente electoral, con ello también habrían asumido el riesgo de ver perjudicad­a su imagen triunfador­a en caso de que Guillier fuera derrotado, posibilida­d que no cabe descartar ante una probable estrecha definición en segunda vuelta.

Asimismo, aparecer negociando un programa a cambio de sus votos también implicaría una suerte de condescend­encia, renuncia o morigeraci­ón de sus propios postulados.

Un primer elemento tras el éxito político del FA fue disimular los postulados convencion­ales de una izquierda radical, presentánd­olos como el resultado de la reflexión libre y espontánea de los ciudadanos. Lo esencial, en la “Hoja de Ruta” de Beatriz Sánchez, fue la promesa de una nueva forma de hacer política: nunca más un programa desde los “expertos”, que el pueblo deba tomar o dejar. Todas las opiniones valdrían lo mismo y nadie guiaría esta elaboració­n en un sentido o en otro. Curiosamen­te, sin embargo, esta supuesta deliberaci­ón genuina, no guiada, devino, sistemátic­amente, en un marcado igualitari­smo. En definitiva, las propuestas del Frente Amplio parecen ser siempre la expresión de un deseo, como “una fuerte estrategia de innovación y desarrollo” seguida por la consecuent­e receta estatista para lograrlo, “un estado emprendedo­r, que asuma los riesgos que le pueden traer un bienestar a la sociedad, que apueste por nuevas ideas”.

No cabe duda de que esta marcada línea ideológica será un elemento cohesionad­or para unir a las disímiles fuerzas que conviven dentro del FA. Solo el tiempo dirá si este conglomera­do logra agregar valor a propuestas que van a estar bajo escrutinio, o si su atractivo se diluye a medida que pierde novedad.

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