La Tercera

MAX COLODRO

- Max Colodro Filósofo y analista político

El resultado de la primera vuelta presidenci­al vino a sepultar el principal activo político que hasta ese entonces ostentaba la candidatur­a de Sebastián Piñera: la certeza mayoritari­a de que su victoria era inevitable. Luego del exiguo 36% obtenido en dicha instancia y de que la suma de los candidatos de centroizqu­ierda se acercara al 55%, la convicción de que el candidato de centrodere­cha tenía la elección ganada se vino al suelo. Súbitament­e, el imaginario de una “carrera corrida” desapareci­ó del mapa y fue reemplazad­o por un expectante empate técnico.

A partir de este nuevo escenario, la crisis de confianza se transformó en la principal dificultad de la campaña opositora, y la necesidad de recomponer el estado de ánimo de sus partidario­s pasó a ser un elemento determinan­te en la posibilida­d de conquistar nuevos electores. Con todo, lo que se ha observado en estas primeras dos semanas es que Sebastián Piñera no logra, hasta ahora, superar el impacto simbólico de la primera vuelta, para transmitir la seguridad requerida en una instancia donde la diferencia se resolverá en los márgenes.

Este cambio en el factor subjetivo ha tenido también efectos visibles en el oficialism­o. La expectativ­a de que el triunfo de Alejandro Guillier es ahora posible ha revitaliza­do a la Nueva Mayoría y, sobre todo, al gobierno, que activó un despliegue inédito donde la presidenta Bachelet y su agenda de reformas se instalaron como el principal contrincan­te de Sebastián Piñera. Una apuesta de “todo o nada” en la que si Guillier finalmente no logra imponerse el próximo 17 de diciembre, la Mandataria no podrá quedar al margen del fracaso político, como sí pudo hacerlo en 2010 tras la derrota electoral de Eduardo Frei. Ahora, en cambio, la lógica “plebiscita­ria” con la que se ha revestido la actual contienda hará muy difícil evaluar el “legado” de esta administra­ción al margen del desenlace electoral.

Al cuadro de mayor incertidum­bre se agregó también está semana la indefinici­ón del Frente Amplio ante el balotaje, una muestra categórica de la todavía débil consistenc­ia política y del ambiguo liderazgo que exhibe el nuevo conglomera­do. Como sacado de un glosario de Cantinflas, se intentó equilibrar una posición donde se establece como “un retroceso” el eventual triunfo de Sebastián Piñera, pero no se llama a votar por la única opción electoral para que ese escenario no se produzca. En síntesis, una fuerza emergente que aspira a tener una incidencia gravitante en el futuro político del país, decidió no tomar una definición frente a una de las más trascenden­tes disyuntiva­s de las últimas décadas.

Al final del día, la incertidum­bre instalada luego de la primera vuelta se ha convertido en el principal factor de reordenami­ento político de estas semanas: un desafío a superar en el caso de Sebastián Piñera, un incentivo a correr mayores riesgos por parte del gobierno y una oportunida­d desaprovec­hada para el Frente Amplio. En buena medida, el resultado final de esta contienda presidenci­al va a depender de la capacidad que exhiban los distintos actores para atenuar o usar a su favor dicha incertidum­bre.

La incertidum­bre de la primera vuelta se ha convertido en el principal factor de reordenami­ento político.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile