La Tercera

TRIBUNAL CONSTITUCI­ONAL DE BOLIVIA

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SEÑOR DIRECTOR

La noticia del Tribunal Constituci­onal de Bolivia que autoriza una nueva reelección del presidente Evo Morales, se inscribe dentro de una peligrosa tendencia que se está haciendo habitual en la región: la perpetuaci­ón en el poder, tema en el cual suelen unirse las democracia­s renovadas de fines del siglo XX con los populismos que comenzaron a surgir en diferentes países.

Esta enfermedad de la reelección presidenci­al, con reformas adaptadas a los intereses del gobernante de turno, no tienen un domicilio único: en su momento la utilizó Alberto Fujimori en Perú, ha sido parte del chavismo en Venezuela y del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, y se convirtió en una fijación para Evo Morales en la búsqueda de su cuarto período. El pueblo boliviano le dijo no en un plebiscito convocado para decidir la reforma constituci­onal que permitiría dicha reelección, fórmula democrátic­a que ha desestimad­o el Tribunal Constituci­onal boliviano.

Como señaló hace algún tiempo Moisés Naím, uno de los peores males de América Latina es el “continuism­o del gobierno”, es decir, “la reelección presidenci­al, los regímenes que intentan cambiar la Constituci­ón para concentrar poder y perpetuars­e”. Bolivia tendrá elecciones el 2019, con esta novedad como factor relevante. Sin embargo, el tema no es Evo Morales o su eventual reelección o derrota, sino la fortaleza de los regímenes democrátic­os en la región, que no deben estar supeditado­s a las veleidades políticas de algún líder o partido, sino a la fórmula históricam­ente más exitosa de las institucio­nes sólidas y coherentes.

Alejandro San Francisco

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