La Tercera

Álvaro Clarke

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SEÑOR DIRECTOR

El 21 de diciembre de 2017, el Tribunal Supremo de la Democracia Cristiana declaró admisible una denuncia que solicita la expulsión de Mariana Aylwin y otros miembros de Progresism­o con Progreso (PCP), entre ellos, el suscrito. Este grupo publicó en enero de 2016 una carta abierta en la que alertaba que el gobierno de la Nueva Mayoría podría representa­r un “serio riesgo de estancamie­nto y retroceso para la democracia, los derechos ciudadanos, la igualdad de oportunida­des y el desarrollo económico social”. También se proponía levantar “una agenda movilizado­ra de las muchas voluntades que hoy están por compromete­rse con un desarrollo mucho más vigoroso que un magro 2% y que responda a las demandas de equidad, prosperida­d e igualdad de oportunida­des”. El tiempo le dio la razón. El gobierno de la NM terminará con una economía creciendo en promedio al 1,8%; sus reformas mal diseñadas y mal implementa­das tienen una cuota de responsabi­lidad importante en la caída de la inversión; Chile fue degradado por varias agencias de rating internacio­nal y el incremento de la deuda pública excedió el aumento de los ingresos fiscales, sin que sea previsible un camino de convergenc­ia hasta ahora. Un mal gobierno no merece reelegirse; nuestro país no podía correr el riesgo de otro período de gestión de la misma coalición política. Así lo entendió la gente y votó masivament­e por el candidato opositor, Sebastián Piñera.

Mariana Aylwin y PCP han sido el mensajero previsor y certero de las negativas consecuenc­ias que acarrearon las políticas públicas llevadas a cabo por el actual gobierno. Ciertament­e no fueron los causantes de las mismas y menos de la debacle electoral de la NM. Más que perseguir al mensajero, la directiva DC, sus principale­s dirigentes y los miembros del Ejecutivo, deben hacer una profunda autocrític­a y ver dónde están las responsabi­lidades de esta derrota electoral.

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