Chile justo, Chile grande
El cierre del 2017 nos deja una serie de conclusiones que considero claves para el futuro del país. Primero, la reiterada constatación de que sin mayor crecimiento no hay cómo atender demandas sociales crecientes que, además, están entrando al terreno de “derechos legales”. Esto último presiona financieramente al Estado. Segundo, que nuestro crecimiento continúa dependiendo fuertemente del cobre. Entre el 2010 y hoy el precio del cobre y la tasa de crecimiento del PIB del año siguiente muestran una correlación de 75%. Seguir promoviendo la diversificación de exportaciones es imperativo. ¿Pero cómo defender esos emprendimientos si el dólar se abarata tanto cada vez que el precio del cobre mejora? Tercero, que cualquiera sea el enfoque de los equipos gobernantes, es imperativa la necesidad de consensos políticos básicos para compatibilizar alto crecimiento con protección medioambiental y respuestas efectivas a demandas por mejores pensiones, mejor salud, educación, y seguridad ciudadana.
En otras palabras, pretender construir un mejor país con un timón extremadamente zigzagueante no se ve viable. Al revés: justamente por haber tenido un patrón de comportamiento más bien estable en los últimos 27 años continuamos siendo una nación atractiva para invertir.
Forbes, entre 153 países, nos ubica en el lugar 33 como mejor lugar para invertir en el 2018. Las agencias crediticias nos igualan a Japón en cuanto a riesgo crediticio.Y, con el perdón del ego de los candidatos, nuestra pasada elección no fue gran noticia en el exterior.
Entonces apelo al dicho “No news is good news”. Más allá de que siempre habrá dolor al perder una elección, nada comparado con el pasado. Hace medio siglo nos enfrentábamos a gigantescos dilemas y luego, a tremendos dramas. Hoy no. Actualmente los gobiernos son periódicamente evaluados por encuestas. Las comunidades y las personas, gracias a la tecnología se expresan directa y rápidamente. No hay mayorías arrasando en el Congreso Nacional. Estamos intermediando acuerdos políticos y sociales obligados a respetar la estabilidad macroeconómica para atraer inversión. Sin ella no crecemos. Sin crecimiento no hay mejoras sociales ni personales. Lección aprendida. Pero no basta la macro. También hay que mejorar y fiscalizar lo microeconómico para aumentar productividad, garantizar protección a los consumidores, evitar colusiones, y fomentar el emprendimiento y la innovación. Sospecho que muchos chilenos desconfían de las ventajas del mercado y de la libertad de precios. El caso de los remedios es evidente. Si a ello le sumamos la desconfianza vigente sobre todas las autoridades e instituciones, quiere decir que el reforzamiento de la institucionalidad a cargo de supervisar la libre competencia, la protección de los consumidores son también tareas prioritarias del Estado. Siendo la libertad de precios y de emprender esencial para la buena operación del mercado, lograr la adhesión de los consumidores a esos principios es vital.
¿Cómo termina Chile el 2017? En políticas públicas con muchos avances sociales, con una Agenda de Productividad desplegada y con avances institucionales en fortalecimiento de la libre competencia y mercado de valores, entre otros. Con una inflación bajísima, el ciclo del cobre reactivando la inversión minera desaparecida por tres años, y con un enorme prestigio y confianza internacional: indicadores sobran. Se duplicará el crecimiento el 2018, pero ese éxito no debiera ocultar los otros factores que influirán el bienestar futuro de Chile.
Está clarísimo que las buenas instituciones y la estabilidad en las reglas del juego han sido esenciales para atraer inversionistas de largo plazo. Pero más claro aún es que esas instituciones y las reglas del juego económico serán estables en la medida que se ganen la confianza de los chilenos. Creo que el Banco Central se ha ganado el respeto ciudadano. Hago votos porque las otras instituciones también lo logren.
Chile termina el 2017 con muchos avances sociales y una Agenda de Productividad desplegada.