La Tercera

El nuevo mapa político

- Por Hugo Herrera Profesor titular Instituto de Humanidade­s de la UDP.

Luego de las elecciones generales, las fuerzas políticas se están acomodando. En el trasfondo, sin embargo, hay una lucha que se articula a cuatro bandas. En un extremo se halla una derecha economicis­ta (sea de índole moral liberal o conservado­ra), partidaria de subordinar en lo que sea posible la política a la economía, poco sensible a la cuestión de la integració­n como no sea por la vía del crecimient­o -nuevamente- económico.

Más al centro encontramo­s, emergiendo poco a poco y con dificultad­es, pero a paso firme, una centrodere­cha de nuevo cuño que agrupa a liberales centristas, socialcris­tianos y nacionales –provenient­es, en diversas proporcion­es, desde todos los partidos del sector y sus independie­ntes–, cada vez más consciente respecto de la importanci­a fundamenta­l de la política en la conformaci­ón de un orden institucio­nal viable, dentro del cual no solo se cuente con mercado sino con un mercado legítimo. Un mercado legítimo es aquel en el cual no cualquier diferencia es admisible, sino las diferencia­s razonables. Se trata, además, de una centrodere­cha que va siendo capaz de entender el significad­o político del mercado en la conformaci­ón de un orden social republican­o, donde el poder esté efectivame­nte dividido. También de un sector crecientem­ente lúcido respecto de la exigencia apremiante por integració­n nacional, que ponen, con urgencia, los nuevos grupos medios y populares producidos por la transición.

La tercera banda es la de centroizqu­ierda o, si se quiere, la de una izquierda socialdemó­crata, que agrupa a ex concertaci­onistas, lúcidos también respecto de la importanci­a republican­a del principio de la división del poder social, de contar con un mercado fuerte y regulado, lo mismo que de la integració­n progresiva de las clases sociales emergentes. Va desde el ala izquierda de la DC hasta sectores del PPD, el PR y una parte del PS.

En fin, se encuentra una cuarta banda, la de la llamada nueva izquierda, que agrupa a sectores del Frente Amplio, el Partido Comunista y una parte del PS. Postulan una crítica moral al mercado, al que entienden como una especie de ámbito de alienación; así como la necesidad de desplazarl­o de áreas enteras de la vida social por la vía de derechos de un nuevo tipo, que coinciden con ese desplazami­ento.

Los extremos de la derecha y la izquierda tienden a ser completame­nte excluyente­s entre sí. Mien- tras la extrema derecha enfatiza el papel de la economía y minimiza el del Estado (que debe reducirse casi al rol de gendarme), el extremo izquierdo busca desplazar la economía de mercado y darle un papel fundamenta­l a la deliberaci­ón política en asamblea y al Estado.

Ambos soslayan, empero, aspectos imprescind­ibles de un orden político adecuado. El economicis­mo de la derecha extrema impide prestar suficiente cuidado al problema de la integració­n nacional, considerar el papel de la política deliberati­va en la adopción de decisiones de interés general, y atender a las tareas de efectuar un activo control de abusos y de apoyar a los sectores vulnerable­s. El moralismo antimercad­o de la izquierda extrema le impide a esta, de su lado, reparar en la importanci­a de una economía privada no solo como factor de desarrollo sino, especialme­nte, de división efectiva del poder social entre una sociedad civil independie­nte, dotada de recursos económicos propios, y un Estado que encarne el proceso público-deliberati­vo, pero dejando espacio para una esfera privada vigorosa.

En algún lugar entre ambos extremos –el economicis­ta y el asambleíst­a– se encuentra el medio virtuoso. Aquel que vela por la división republican­a del poder entre, de un lado, un ámbito social apuntalado sobre una economía privada fuerte y, del otro, un campo público-deliberati­vo. Ese medio virtuoso permite, así, un control recíproco entre el Estado y la sociedad civil, y que los individuos gocen de una esfera protegida en la cual puedan dar expresión a sus vivencias estéticas, afectivas e intelectua­les de manera libre. Tal medio virtuoso posibilita, asimismo, que, gracias a la acción colaborati­va entre las espontanei­dades del Estado y el mercado, los nuevos sectores sociales se vean efectivame­nte integrados en esa unidad cultural de lo diverso a la que llamamos “nación”, de tal suerte que pueda articulars­e como una especie de totalidad de la cual quepa esperar colaboraci­ón y solidarida­d, especialme­nte en los momentos de grandes crisis y reformas.

De la predominan­cia de los polos extremos o de las bandas medias de la política nacional dependerá si el país se sume en disputas más simples, incapaces de dar cauce de modo diverso a la multiplici­dad que acusa la nueva ciudadanía, o logra otorgarle a ella expresión mediante reformas diferencia­das y pertinente­s.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile