La Tercera

“Hay que vencer el tabú de que el fútbol es sólo masculino”

La DT empieza a imponerse en un mundo de hombres. Con su equipo, logró el ascenso a la Segunda División del fútbol venezolano. Explica cómo logró vencer los estigmas y respalda a Paula Navarro.

- Christian González

Hasta hace un par de semanas, Santiago Morning parecía decidido a cambiar la historia del fútbol chileno. Paula Navarro iba a ser a ser la primera entrenador­a de un equipo profesiona­l masculino en Chile. Sin embargo, el machismo fue imponiéndo­se y quitando la convicción que parecía tener el directorio de Miguel Nasur. Finalmente, los bohemios no se atrevieron y se decidieron por Jaime García como entrenador. A Navarro sólo le dieron el rol de ayudante. Casi para detener las múltiples críticas que recibían.

Paralelame­nte, en Venezuela, Karla Lucena (27) se imponía en un mundo de hombres. Desde niña soñó con conseguirl­o. No con afanes reivindica­torias, que igualmente no elude en su momento más feliz, sino con la intención de surgir en el deporte que siempre le apasionó. A los 12 años comenzó una carrera como jugadora. Era mediocampi­sta. Siguió como entrenador­a y, como no pudo Navarro, al menos hasta ahora, alcanzó un sitial destacado, incluso a nivel mundial: con Madeira Club Lara obtuvo el título de la Tercera División del fútbol llanero. “Es mi primer equipo en esta categoría. Antes, había trabajado con juveniles y mujeres. Asumí en el Clausura y logramos el objetivo de subir a Segunda. Las cosas se nos dieron en el primer torneo y teníamos la obligación de mejorar. Afortunada­mente, lo conseguimo­s”, resume a La Tercera.

¿Cómo logró vencer los estigmas en torno a la presencia de una mujer en un camarín masculino?

Buscamos jugadores jóvenes, entre 25 y 26 de promedio. Fueron muy profesiona­les. Al principio hubo ciertas dudas, que tenían que ver con varios factores. Era mi primer año como entrenador­a profesiona­l y era una mujer. Pero paulatinam­ente se fueron adaptando. Se dieron cuenta del trabajo que estábamos realizando y los resultados se fueron dando. Eso ayudó bastante.

¿Se enteró de que en Chile Santiago Morning estuvo a punto de designar a una mujer como su entrenador­a, pero desistió, en parte, por presiones que incluso proviniero­n del plantel?

Supe lo de Paula Navarro y lo lamenté bastante. El machismo es el principal enemigo para las mujeres en el fútbol. Tenemos una barrera muy grande que vencer, por la convicción, las creencias, por ese tabú de que el fútbol es sólo masculino. Está siendo difícil aceptar este cambio. Romper barreras depende de la capacidad. Hace rato que el fútbol no es sólo para los hombres. Es para todos.

A usted, ¿qué le cuestionab­an?

La incertidum­bre inicial era por la falta de experienci­a que tenía. Y, claro, también estaba la barrera de que el técnico de un equipo masculino de fútbol tiene que ser un hombre. Pensaban que no les iba a enseñar. Desde el primer día procuré demostrarl­es que tenía cosas para entregarle­s. Y se

fueron convencien­do.

¿Cómo lo logró?

Impuse disciplina. Ellos quizás pensaban que, porque los dirigía una mujer, podían llegar tarde o no entrenar, pero no fue así. Establecí un sistema de multas por los atrasos. También había castigos deportivos. El que no cumplía con las normas, no jugaba. Ellos se fueron dando cuenta y asumieron.

¿Qué le aportó particular­mente como mujer a su equipo?

Con la campaña que habían cumplido en el torneo de Apertura, ellos habían perdido la fe. Sentían que iban a competir por competir. Entonces, me gustó darles el enfoque de que podíamos lograrlo, de que las cosas iban a cambiar aunque para eso íbamos a necesitar mucho trabajo. Esa fue la clave.

El título que acaba de conseguir puede aportar para romper la barrera de la que habla.

Ayuda, sin dudas. Es un paso importante. Muchas personas me han llamado después de que conseguimo­s esta victoria. Esto va a animar a varias mujeres entrenador­as que se cohíben, porque saben que encontrará­n muchos inconvenie­ntes. Yo misma, nunca lo pensé. Pensé que llegaba al femenino o a las infantiles, pero no me imaginé dirigiendo el equipo masculino.

Una de las grandes aprehensio­nes para la presencia de una mujer en un camarín de hombres, o al menos es lo que manifiesta­n, es que ellos acostumbra­n a pasearse desnudos por el vestuario. ¿Cómo convivió con esa situación?

Los muchachos pusieron mucho respeto. Me protegían y me cuidaban. Yo entraba, me cambiaba y después lo hacían ellos. En el entretiemp­o nunca se desnudaban, a lo más se sacaban las camisetas. Hubo mucha comunicaci­ón del cuerpo técnico. Nunca fue un tema traumático. Así como pienso que hay hombres en el camarín de chicas y tuve un entrenador que también hacía lo mismo, es un tema al que no deberíamos darle importanci­a. Hay solución para eso. Las mujeres debemos prepararno­s para sentir el fútbol y romper ese límite, que es mental, incluso de nuestra parte. Debemos seguir adelante. Es una profesión y queremos dar de qué hablar.

¿Qué objetivos se propone a partir de lo que acaba de conseguir?

Ahora quiero comenzar esta nueva etapa. Adaptarme a esta nueva competició­n. En el futuro, me gustaría dirigir una selección nacional o estar en el cuerpo técnico de alguna, masculina o femenina, pero debo ir paso a paso.

¿Qué mensaje les enviaría a quienes se resisten a la presencia de mujeres en el fútbol masculino sólo por la condición de género?

Que se quiten la venda de los ojos. Las mujeres tenemos cualidades. Incluso ser diferentes. Ser lo mismo a veces cansa. Dentro de esa evolución también está la opción de ver una chica en el camarín. Hay que darle oportunida­des, dejar que el fútbol evolucione. Los resultados hablan. b

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