La Tercera

“¿SALIR DEL CUERPO?”

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SEÑOR DIRECTOR

En su columna del domingo, Daniel Mansuy acusa a los partidario­s de la ley de identidad de género, primero, de adherir a un egoísmo miope y frívolo y, segundo, de profesar una concepción dualista de la relación mente-cuerpo. El primer argumento, que contrapone un pretendido individual­ismo a una visión organicist­a (o mejor, “colectivis­ta”) es confuso y peligroso. Confuso porque no deja claro cuál es el alcance del criterio colectivis­ta que sugiere. Y peligroso porque otorga un poder autoritari­o a la sociedad sobre los individuos. ¿Cómo se compatibil­iza esa apelación a la sociabilid­ad que él hace con, por ejemplo, la libertad religiosa o de opinión o, en fin, con cualquier decisión que desagrade a las mayorías? El argumento de Mansuy priva a los individuos de la autoridad sobre su propia persona y solo podría evitar resultados autoritari­os en todos los demás ámbitos de la vida, mediante la introducci­ón de premisas ad hoc como, por ejemplo, una noción binaria y procreacio­nista de la sexualidad. Solo así el argumento podría conducir únicamente a la condena moral (y eventualme­nte política) de los trans y demás minorías sexuales.

El segundo argumento es antojadizo y parece depender de la misma premisa esencialis­ta y naturalist­a de la sexualidad, según la cual cualquier forma no convencion­al de sexualidad es patológica o alienante. Este argumento, por tanto, o incurre en una petición de principio o es totalmente gratuito.

Los conservado­res pretenden que toda la sociedad se pliegue a su peculiar concepción moral y protestan cuando no se les deja hacerlo. Es difícil entender que no puedan estar en paz a menos que los demás vivan como ellos quieren que vivan. ¿Tan difícil les es renunciar a ese prurito paternalis­ta? Felipe Schwember Universida­d Adolfo Ibáñez

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