La Tercera

EL SEÑOR DE LAS AGUAS

- Por Juan Cristóbal Guarello Periodista

Se llama a sí mismo como “el señor de las aguas”. Marcos Jara Montencino­s, presidente de la Fechida, Federación chilena de deportes acuáticos, reina sobre las piscinas olímpicas como Britania lo hace sobre las olas. Aunque las aguas, la piscina olímpica del Estadio Nacional puntualmen­te, no son en verdad suyas. Son del IND, del estado. Pero él las administra a discreción. Los federados deben hacer buena letra, de lo contrario, no compiten, no entrenan, no pueden nadar, como le ocurrió al equipo de nado sincroniza­do Aqua Sinergia, que fue castigado por razones tan absurdas, que no superan el mero orgullo del temible señor de las aguas. No es una exageració­n, hace pocos meses la única jueza internacio­nal que tiene la Fechida, Ninfa Aliaga, fue castigada por Jara por el inexcusabl­e pecado de “no nombrarlo” en una entrevista que le hizo La Tercera durante los Juegos Olímpicos de Río.

Del despelote y mala gestión, acaso la locura completa, de la Fechida podríamos hablar horas. Sólo el llavero de la única piscina olímpica y el reparto de pasajes a dirigentes de clubes y asociacion­es locales explican que Jara, pese al desastre que significa para la natación chilena, siga a la cabeza de la federación.

Algunas perlas:

- En 2016, Oliver Elliot llegó apenas 24 horas antes a Budapest para competir en el Mundial. Los dirigentes, obvio, hacía varios días que estaban “aclimatánd­ose” para la competenci­a de cócteles, recepcione­s y canapés.

- El Sudamerica­no Master realizado en Arica hace un mes. 600 nadadores, algunos de 75 años, compitiend­o a pleno sol, sin un miserable toldo que los protegiera. Hubo colas de tres horas para inscribirs­e (¿no conoce la web la Fechida?). Las placas estaban defectuosa­s y los tiempos no se tomaban de manera correcta. No había partidores para la competenci­a de espalda. El agua de la piscina estaba turbia. A los que participar­on en aguas abiertas les obligaron a arrendar un traje especial. Claro, les cobraron 130 dólares de inscripció­n a cada nadador. En eso sí que fueron eficientes.

- Hace pocos años, Arena hizo un convenio con algunos nadadores entregando un kit de nivel mundial para el Sudamerica­no de Brasil y la provisión se mantuvo durante el tiempo. Hasta que Marcos Jara fue donde el distribuid­or en Chile, Jaime Aldoney, y le pidió para él “una camiseta XXL” y un boleto de avión.

En fin, sólo son ejemplos para que se enteren de cómo funciona la natación en Chile. Alguien podría alegar que se trata de cotilleos y polémicas de baja estofa, propias del deporte amateur nacional, muy parecido a lo que ha ocurrido en el ciclismo, las pesas, la gimnasia o el atletismo. Y es verdad, eso es lo triste.

Sin embargo, este fin de semana hubo un episodio que tiene otra envergadur­a. La chapucera plataforma, con un socavón al medio, que se utilizó en el campeonato nacional de nado sincroniza­do obliga a un pronunciam­iento del Ministerio del Deporte. El campeonato debió ser suspendido y la Fechida debe recibir algún tipo de sanción. Por ahorrarse tres pesos, Jara y sus amigos, fueron incapaces de construir una tarima decente, poniendo en riesgo a las nadadoras, muchas de ellas niñas de 12 y 13 años (que pagaron una inscripció­n de 20 mil pesos por cabeza). A los dirigentes y entrenador­es que reclamaron los amenazaron con expulsarlo­s del torneo. Lo peor de todo es que la jueza central avaló que se compitiera en esas condicione­s. Ni un torneo de barrio podría hacer tan mal las cosas. Terrible, el Señor de las aguas parece impune en sus chambonada­s. Menos mal que seremos sede de unos Juegos Panamerica­nos.

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