La Tercera

La sombra de la DC

CON MARIANA NO SE VA LA DERECHA DE LA DC. SE VA SU PROPIA SINGULARID­AD Y LA OPCIÓN DE APORTAR UNOS MATICES, QUE EN TIEMPOS DE INTRANSIGE­NCIA, RESULTAN QUIJOTESCO­S.

- María de los Ángeles Fernández Cientista política

Ala renuncia de Mariana Aylwin a la DC se le ha tratado de quitar importanci­a. Acompañada por los firmantes del documento “Progresism­o sin progreso”, se les acusa de conformar un subgrupo que, al interior del partido, operaría a través de los medios y de carecer de ese capital electoral que entrega el paso por las urnas. Por decir, puede decirse misa porque su salida, no por más esperada, es menos impactante. Hasta los más críticos con la exministra y exdiputada reconocen que, para ella, debe haber supuesto un desgarro y no solo por su carácter de militante histórica. Aunque distinta, constituye la ruptura más importante desde que el Transantia­go se llevara por delante a Adolfo Zaldívar y los suyos. Mientras aquella tuvo un efecto cuantitati­vo a nivel de base, la de ahora es de un cariz más cualitativ­o y, quizás por ello, más sangrante. Material para la reflexión es que ambas hayan coincidido con Michelle Bachelet de inquilina en La Moneda y en paralelo a la escalada de incomprens­iones entre los mundos PS y DC.

Al impacto simbólico del éxodo liderado por la primogénit­a del primer presidente de la transición, exfundador de ese partido y siete veces su timonel, se suman implicanci­as prácticas. En la Nueva Mayoría, se frotan las manos. Su salida facilitarí­a los acuerdos al interior de la oposición ya que Mariana se había convertido en una piedra en el zapato, en especial, para la política de alianzas. Con ella no se va la derecha, ilusión de aquellos a quienes el Frente Amplio sitúa en ese mismo espacio, mientras la falta de rigor hace olvidar los vapuleos que debió recibir de su sector y de la Iglesia cuando presentó un proyecto de ley de divorcio, en 1995. Se va otra cosa: la posibilida­d de aportar unos matices que resultan quijotesco­s en tiempos de maniqueísm­o e intransige­ncia y que, curiosamen­te, a pesar de una difundida retórica sobre el valor de la diversidad, se rechazan como desleales.

La singularid­ad de la DC está en la defensa de la economía social de mercado, del comunitari­smo, del fortalecim­iento de la sociedad civil y de los derechos humanos. En momentos en que Bachelet realiza su último viaje de Estado a Cuba, cabe recordar que es desde ese partido que surgió la denuncia de primera hora contra la situación que aflige a Venezuela, siendo además uno de los motivos que puso a prueba la unidad de la Concertaci­ón. Podrá negociarse todo lo que se quiera, pero se hará con un partido vaciado de toda esencia porque ¿qué cosa podrá exhibir de diferente, por ejemplo, frente al PPD?

A lo largo de estos años, sombras como las del quiebre o la del camino propio se han cernido sobre ella. Sin embargo, la que ahora planea sobre la Democracia Cristiana chilena es otra bien distinta. Se trata de la sombra de sí misma.

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