La Tercera

La “Conspiraci­ón”

- Sergio I. Melnick @melnickser­gio

Pocas cosas hay más atractivas para la izquierda que las teorías conspirati­vas del capitalism­o, el imperio, la CIA, los empresario­s, los protocolos del Zion, etc. Primero las inventan, luego las creen. Es la vieja guerra religiosa entre el bien y el mal, trasladada a las ideologías. Demás está decir que para la derecha, particular­mente el marxismo (no la izquierda en general), es también sinónimo del mal.

La evidencia histórica muestra que todos los experiment­os de esa izquierda terminan en feroces dictaduras y pobreza generaliza­da. Y siempre, sin excepción, la culpa de esos fracasos fue del capitalism­o y el “imperio” que boicotearo­n sus cambios estructura­les. Cuba sigue dando esa explicació­n, y Maduro la repite todos los días.

En los paises socialista­s no hay democracia, no hay libertad de prensa y expresión, la educación adoctrina más que enseña, no se puede abandonar los países y, por ende, todas las cifras son manipulada­s al antojo del régimen. El tema del Banco Mundial es un fenómeno de países libres y eso debe ser apreciado.

Conocidas las desafortun­adas declaracio­nes del economista jefe del banco, de las que ya se retractó, la izquierda chilena encontró la conspiraci­ón perfecta que le faltaba para justificar el tan mal gobierno de Bachelet. Sin duda el peor desde 1990. Fueron incluso más allá. Dijeron a voz en cuello que había sido una manipulaci­ón de Piñera, que era parte del boicot del empresaria­do, y ya en delirio absoluto, que las elecciones se perdieron por eso. Vallejo dijo literalmen­te que ya desde antes “sospechába­mos que el supuesto decaimient­o empresaria­l no era tal”. Las conocidas teorías conspirati­vas. Rápidament­e usando la técnica de la posverdad hicieron conexiones, por cierto truchas, entre colaborado­res de Piñera y los personeros del banco. Los ministros incluso antes de indagar al menos un poquito sobre el tema salieron en masa a hacer todo tipo de declaracio­nes. El canciller dijo que el daño había sido irreparabl­e. Otros personeros llamaron a hacer demanadas por daños patrimonia­les al banco. Gutiérrez, que había calificado de idiota al 55% de los chilenos que votaron por Piñera, asoció el tema del banco a Chilezuela y por cierto buscó las raíces de la conspiraci­ón.

Lo concreto, es que todas las cifras económicas de este gobierno son lamentable­s para decir lo menos. Los ataques continuos al empresaria­do son radicales. Bachelet habló de “los poderosos de siempre” cuando inició la pésima reforma tributaria. La demonizaci­ón del lucro asociándol­o comunicaci­onalmente a la codicia ha ocurrido desde el principio. El candidato, que dice que perdió por el Banco Mundial, dijo que le metería las manos en los bolsillos para que hicieran patria alguna vez. El PPD llamó oficialmen­te a introducir el impuesto al patrimonio. La delincuenc­ia sigue en aumento, las empresas forestales de La Araucanía están en problemas, la salud pública es muy mala. Las concesione­s casi detenidas, la burocracia y las regulacion­es son cada vez más asfixiante­s. El sector público hace paros cuando se le place a pesar de ser ilegales. La reforma tributaria calcinó a las pyme y al ahorro nacional, y la reforma “sindical” mirando por el retrovisor, abrió un espacio cada vez más negativo para las empresas. Las reformas educaciona­les pulverizar­on a los colegios privados subvencion­ados, y están dañando estructura­lmente a las universida­des que adscribier­on a la gratuidad.

Lo anterior es apenas algo de la evidencia que muestra lo obvio: el clima para hacer negocios y emprender en Chile empeoró en estos años. El resto es música. Está claro que la desintelig­encia del Banco Mundial es totalmente condenable y requiere una reparación contundent­e. Pero apuesto doble contra sencillo que la izquierda seguirá con esa posverdad conspirati­va justifican­do su pobre desempeño y la abrumante derrota electoral.

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