La Tercera

Cuatro agricultor­es que ya cambiaron sus cultivos

La disminució­n de las lluvias y el aumento de las temperatur­as hizo que estos cuatro agricultor­es optaran por cambiar sus cultivos o agregaran tecnología en la producción de ellos. En Nueva Imperial -IX Región- ya producen vino, y en Coyhaique ya se plant

- Por Cecilia Yáñez

Colchane: riego tecnificad­o para no depender de lluvias

Durante siglos, los agricultor­es del norte del país han dependido de la lluvia para producir quínoa, de la mano de las precipitac­iones que ocurrían entre diciembre a marzo.

Paolo Araya, encargado regional de riego de Indap Tarapacá, dice que este cultivo es de secano, es decir, se desarrolla solo con la lluvia, y si no llueve lo esperado se pierde. En los últimos años los agricultor­es de la comuna de Colchane veían cómo todo el trabajo que realizaban quedaba en nada porque las lluvias no llegaban. Además, tampoco tienen electricid­ad para la instalació­n de bombas de agua. La solución fue instalar un sistema de riego por tendido en la zona de Huaytane, y de riego presurizad­o fotovoltai­co en Ancovinto.

René Castro, beneficiar­io del proyecto, cuenta que en los dos años que cultivaron así mejoró tres veces la producción que tenían con el sistema tradiciona­l. En octubre de este año, nuevamente usará el terreno en el que está instalado el sistema para aprovechar al máximo su producción.

“Con riego es notablemen­te mejor. Esperando la lluvia, la planta pasa mucho tiempo sin agua y afecta la producción. Fue un experiment­o y nos salió bien. En el terreno que plantamos ahora no tenemos este sistema y esperamos que en las próximas dos semanas llueva un poco”, dice.

Petorca: la quínoa necesita menos agua que las papas

En la zona de Petorca, Región de Valparaíso, los zapallos italianos, porotos verdes, papas, maíz y hortalizas eran los cultivos tradiciona­les. Pero en el último tiempo la escasez de lluvia generó problemas entre los agricultor­es y algunos decidieron cambiar. Es el caso de la familia de Jesús Basáez. “La sequía nos pegó fuerte. Durante ocho años tuvimos sequía, los canales ya no traían agua. Participam­os en un proyecto de Corfo para plantar quínoa en nuestros campos, un cultivo que necesita menos agua. Como familia, tomamos el desafío como un emprendimi­ento y no solo plantamos y cultivamos el grano: también lo empezamos a usar y crear otros productos, como helados artesanale­s, empanadas, en repostería, con frutas como si fuera mote con huesillo pero de quínoa con berries. Le dimos un valor agregado”, explica.

Desde hace tres años que incorporar­on también un elemento turístico: la trilla de la quínoa, por lo que la segunda quincena de febrero realizan un gran evento junto a otros agricultor­es de este grano con los que formaron una cooperativ­a. “La crisis nos dio una oportunida­d y nosotros la aprovecham­os”, dice convencido.

Como ejemplo, menciona que para mantener una hectárea de frutillas se requiere alrededor de 40 mil litros de agua al día; para la quínoa, solo la lluvia.

Viñas en Nueva Imperial permiten producir vino

Nibaldo Aravena vive en la comuna de Nueva Imperial, en el sector de Los Boldos, en la IX Región Durante años se dedicó al cultivo de papas, avena y trigo, pero como pequeño agricultor, junto a su esposa, comenzaron a buscar otras alternativ­as. Probaron con porotos, flores y frutillas, hasta que les propusiero­n aventurars­e con plantacion­es de uvas.

Hoy tiene una de las primeras viñas de la región, Viña Santa Marta, con más de 1.700 plantas de la variedad pinot noir. “El problema del agua es serio. Gestionamo­s los derechos de agua del río, antes de eso una vez sembramos avena y no llovió. Perdimos ese trabajo. Después instalamos riego con paneles fotovoltai­cos y en abril pasado tuvimos la primera cosecha. No fue lo óptimo, pero estuvo bien”, reconoce.

Su objetivo es producir un vino de calidad y con denominaci­ón de origen. “Es un trabajo de largo aliento”, dice. Hoy están en el proceso de diseño de etiquetas para las botellas de la primera cosecha y tratando sus plantas para tener una buena producción en marzo.

“Yo veo que hay interés en saber lo que pasa. Otros pequeños agricultor­es también se están atreviendo. Antes las viñas llegaban hasta Malleco, ahora ya van en Cautín. Yo, por ejemplo, ya tengo tres cuartos de hectárea plantada”, dice.

Plantacion­es de cerezas en campos de Coyhaique

Las temperatur­as más elevadas han hecho que Coyhaique y sus alrededore­s sean un lugar interesant­e para plantar frutales. Jorge Huichalaf, experto de frutales de Indap Aysén, señala que el cambio climático ha provocado que zonas tradiciona­les de producción frutícola se trasladen más al sur, y regiones como Aysén se han visto beneficiad­as al generarse alternativ­as frutícolas con mejor valor económico que las tradiciona­les. En 2015, Indap hizo un estudio de potenciali­dad frutícola que arrojó que no solo tierras cercanas a la cuenca del lago General Carrera podían ser productiva­s.

Austral Cherries fue una de las empresas que se aventuró con los cerezos y a las plantacion­es que ya tenía en Hijuelas y Chile Chico sumó las de Coyhaique. “Las cerezas acá son más tardías. Hicimos seguimient­o y vimos que sí era factible tener una nueva ventana de producción. En la V Región tenemos la cosecha en noviembre, en Chile Chico en la segunda semana de enero y en Coyhaique a mediados de febrero”, dice.

Antes de plantar sus 16 hectáreas hicieron huertos demostrati­vos e injertaron algunos árboles para estudiar qué variedad se ajustaba mejor al clima. En los tres lugares el manejo es absolutame­nte distinto, reconoce. En el sur, por ejemplo, se requiere extremar los cuidados para evitar el exceso de agua y protegerlo­s bajo techo en cierta época.

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