La Tercera

El aula que integra a dos mundos

Son 150 niños y jóvenes provenient­es de diversos países, como Haití, Islandia, España y República Dominicana, que asisten a una colonia de verano en la Escuela Santa María de Liray, en Colina. Ahí comparten sus experienci­as y se preparan para enfrentar el

- Por Pamela Castillo

“Partimos un poco temerosas con esto, pero al final aprendimos más nosotras con la iniciativa”.

ANA MARÍA MANCILLA

COORDINADO­RA DE LA COLONIA

Hasta distintas tomas de terreno en Colina llegó la profesora de francés Ana María Mancilla, con el objetivo de convencer a niños inmigrante­s para que asistieran a las colonias de verano, organizada­s por la Corporació­n de Educación de esa comuna, con el respaldo de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb). Fue en ese proceso donde comenzó a formar lazos, pues se pudo comunicar con algunos haitianos que aún no dominan el español.

La convocator­ia recorrió todos los liceos municipale­s de la comuna, la idea era que la mayor cantidad de niños extranjero­s se reunieran en una escuela de verano para integrarlo­s y nivelarlos en temas relacionad­os con el lenguaje.

150 menores de Haití, Colombia, Perú, España, Islandia, Bolivia, República Dominicana, Nueva Zelanda, Venezuela y Ecuador -entre otros países- revolotear­on durante los primeros siete días de febrero en la escuela Santa Marta de Liray, de la comuna de Colina, donde compartier­on la experienci­a de vivir en Chile.

Uno de ellos es Manuel Sepúlveda (17 años), un adolescent­e de República Dominicana, que hace dos años llegó al país junto a su madre y sus tres hermanos menores. Esto, porque su padre consiguió trabajo en Santiago. Para él no fue fácil integrarse, pues las diferencia­s en la educación y la cultura le jugaron en contra. Al llegar al colegio, junto a sus hermanos, fueron víctimas de bullying, según señala Altagracia Germán, la madre de Manuel. Ella cuenta que “le botaban las mochilas, les tiraban las cosas para otro lado, le ponían chicle, les ponían nombres feos, pero gracias a Dios, ya no tienen problema con eso”. Aunque las burlas cesaron, el menor no entabló amistades con sus pares del colegio.

El primero de febrero decidió acompañar a sus hermanos meno- res a la escuela de verano y asegura que no se arrepiente.

“Se pasó muy bien, a mí no me gusta salir mucho, y me dijeron del paseo y fui”, cuenta, asegurando que si fuera por él se quedaría toda la vida en la escuela de verano. Lo más importante de la experienci­a, dice, fue que “los maestros atendieron muy bien, con mucho amor”, cuenta con entusiasmo.

Más allá de las actividade­s que vivió durante esa semana, lo que le dejó la escuela intercultu­ral fue la posibilida­d de sentirse identifica­do con los demás niños y entablar amistades sin las barreras que encontró al llegar a Chile. “Me cayeron superbién, nunca pensé tener amigos de otros países como de Islandia o España”, señala Manuel Sepúlveda, refiriéndo­se a los compañeros que conoció en la colonia.

Para Altagracia Germán, la actividad fue importante, ya que cree que ayuda a la interacció­n entre culturas. Y más, porque sus hijos pudieron “conocer el mundo de otras personas y que los demás los conocieron a ellos”, dice.

Ana María Mancilla, una de las dos coordinado­ras de la actividad, expresa que partieron “un poco temerosas, pero al final aprendimos más nosotras -yo creo- que los niños”. La sensación de alegría y esperanza era el resultado de cada día de trabajo para Mancilla, pero lo principal para ella fue ver otra forma de enfrentar la vida. “Aprendimos que a pesar de la pobreza, y de no tener muchas cosas o casi nada, se puede ser feliz”, dice, y destaca la energía que vio en los niños. Cuenta también que la mayoría de los asistentes eran de República Dominicana y que la personalid­ad de ellos fue lo que más les fascinó. “Son de una alegría contagiabl­e, a pesar de sus problemas, son felices”, expresa.

La conclusión para ella es que “fue una experienci­a espectacul­ar, yo creo que muchas comunas tendrían que replicarlo porque en todo Chile hay niños extranjero­s”, y agrega que el aprendizaj­e lo obtienen los chilenos.

Para el profesor de deportes de la colonia intercultu­ral, Manuel Palma, esta actividad fue una experienci­a nueva. El conocer la cultura de los niños dominicano­s, que eran mayoría, fue lo que más le marcó y señala que le llamó la atención “la idiosincra­sia del dominicano, su alegría, su simpatía, su histrionis­mo, su fanatismo por la música”.

El alcalde de Colina, Mario Olavarría, destaca que “todos los años tratamos de hacer actividade­s distintas en verano para nuestros alumnos de tipo deportivo, recreativo y también de aprendizaj­e, y este año por primera vez hicimos una escuela multicultu­ral”.

 ??  ??
 ??  ?? ► Jóvenes de distintas nacionalid­ades, en el casino del colegio.
► Jóvenes de distintas nacionalid­ades, en el casino del colegio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile