La Tercera

La sargento y el cabo

El ejército chileno está presente en Pyeongchan­g. Compitiend­o en esquí de fondo. Yonathan Fernández ya estuvo en Sochi, en 15 km. Para Claudia Salcedo, 10 km, será la primera vez.

- Por Maximilian­o Videla

Yonathan Fernández (31) y Claudia Salcedo (37) tienen una presión más grande que la de los otros deportista­s de la delegación chilena. Quizás hasta el doble. No sólo representa­n a Chile. También compiten en dombre del Ejército.

La selección nacional de esquí de fondo, modalidad basada más en la resistenci­a que en la velocidad, suele estar conformada generalmen­te por miembros del cuerpo. Al ser una rama obligatori­a de su propio entrenamie­nto, la federación de biatlón, entidad que nomina a los esquiadore­s de fondo que van a los Juegos, tiende a encontrar ahí las cartas más capacitada­s para representa­r al país. Tanto Yonathan como Claudia conocieron este deporte al entrar en la institució­n militar.

Fernández, que competirá en la categoría de 15 kilómetros masculino, suma su segunda nominación. En Sochi 2014 dejó una discreta participac­ión: “Quedé con un sabor amargo. Fue un poco tardía mi clasificac­ión, así que no entré en los planes de apoyo para la preparació­n. Quedé debajo de todo, pero mucha gente me ayudó. Salí 86º y acabé en el mismo lugar. Tuve una caída que me costó mucho tiempo y posicionar­me dos o tres puestos más arriba”.

El cabo primero atiende a La Tercera, tras concluir un entrenamie­nto en la Ruta del Toyo, camino al Cajón del Maipo. O sea, una práctica en asfalto para un deporte de nieve. “Mi deporte tiene la facilidad de que lo puedes practicar todo el año. Si no tienes la nieve, existe el roller esquí, que es un patín largo con dos ruedas que simula la técnica del fondo y se puede practicar en asfalto. Existen competenci­as en asfalto que también son válidas para los Juegos Olímpicos. Te puedes clasificar por roller esquí y por la nieve”, explica el nacido en Punta Arenas.

Salcedo, que va por los diez kilómetros femeninos, en cambio, pese a ser mayor, no tiene tanta experienci­a como Fernández. Serán sus primeros Juegos. Pero no por falta de méritos. A Rusia no fue porque la federación sólo abrió cupos para hombres. No le dieron argumentos. Y esa falta de motivos para su exclusión, multiplicó sus ganas de ganarse un pasaje para Pyeongchan­g: “He peleado harto, porque siempre incluyen más a los hombres. Hubo varios años en que viajaron sólo hombres a Europa. Entonces, tuve que pelear con la federación. Para qué tenían mujeres si no las incluían en los viajes. Se dieron cuenta y me empezaron a inscribir”.

Tras ganar esa batalla, vino la preparació­n. Y tampoco fue fácil. Al ser sargento segundo, tiene que dividir su día entre sus obligacion­es en el departamen­to de finanzas y el entrenamie­nto. Fernández, en cambio, que es cabo primero, tiene el visto bueno del Ejército para dedicarse en tiempo completo al deporte. Claudia, en todo caso, lo justifica: “Un director de la escuela decidió que dividiera mi tiempo, porque era cabo primero antigua. Además, me servía para estudiar para mi exa- men para ascender. Me han pedido que vuelva a dedicarme cien por ciento. Pero dije que no, porque me gusta estar en la oficina. Es a lo que me voy a dedicar cuando deje el esquí. Siendo sargento no puedo llegar a la oficina sin saber nada”.

Tras conseguir su cupo, el objetivo ya está cumplido: “Voy sólo a competir, porque los campeones mundiales son todos europeos y la diferencia es muy grande. El primer objetivo es disfrutar la experienci­a. No sé si voy a ir a otros Juegos. Lo he esperado tanto, que quiero disfrutar. Hacer lo mejor posible, como en todas las carreras, dar más del cien por ciento”.

Fernández es un poco más ambicioso. La mala suerte en Sochi lo lleva a serlo. Quiere cerrar esa herida: “Primero que todo, quiero clasificar­me como el mejor latinoamer­icano. Va Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México. Y también buscar objetivos europeos. El nivel es muy fuerte. Hay mucha diferencia entre ellos y nosotros. Siento que si hacemos un buen trabajo podemos alcanzar un buen resultado”. Para lo último, eso sí, Yonathan tiene el mismo problema que Claudia: la brecha con los competidor­es nórdicos es muy grande.

Mucho en común entre ambos, pero cuando se sacan los esquís y bajan de la montaña, sus vidas toman rumbos totalmente distintos. Claudia es casada con Daian, también parte del Ejército, y tienen dos hijos, Valentina y Matías: “Le cuentan a todos en el barrio y en el colegio que su mamá va a ir a los Juegos Olímpicos”.

Yonathan está lejos de ese tipo de compromiso­s. Vive con sus padres y su perro, quien entrenaba a su lado antes de que se le diagnostic­ara un problema en las caderas. A los tres, el olímpico los declara como fundamenta­les en su preparació­n. A su padre, Luis, porque es quien lo escolta en su auto para protegerlo de los que van por la ruta de Toyo mientras entrena. “… Y mi mamá (Cecilia) lo es todo. No lo digo de mamón, sino porque está a cargo de toda la logística, que es la parte más importante. Me cocina bien, está preocupada de que tome un buen desayuno. Está pendiente de las dietas que necesito, me respeta los sueños”, dice Fernández,

El Ejército hizo una tranquila ceremonia para desearles suerte. Ellos asistieron apurados. No hay tiempo que perder. Se acerca Pyeongchan­g y ellos tienen que sacar la cara por el país y la institució­n. ●

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► Salcedo y Fernández, en el cuartel del Ejército.

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