La Tercera

“El gobierno de Piñera no puede dispersars­e en 500 temas”

Parlamenta­rio aborda la postura de su partido sobre el debate valórico que irrumpe en Chile Vamos. Respecto del gobierno de Piñera, dice que debe “ser creíble en los temas por los cuales fue elegido”.

- Ernesto Silva, diputado UDI

Fue a fines de enero que el ex presidente de la UDI Ernesto Silva se instaló junto a su familia en Palo Alto, Estados Unidos, para concretar su proyecto personal de ser investigad­or visitante en el Instituto Hoover de la Universida­d de Stanford. Una misión que realizará hasta diciembre y que sólo será interrumpi­da en marzo, cuando viaje a Chile para cerrar su etapa como diputado.

El parlamenta­rio asegura que uno de los objetivos de su paso por Stanford es “intentar entender las implicanci­as políticas de la nueva clase media y cómo eso puede ayudar a que la centrodere­cha tenga una mirada hacia el futuro que vaya más allá de este gobierno”.

A partir de esta experienci­a, ¿qué sello ve en el gabinete que nombró el futuro Presidente Piñera?

El diagnóstic­o es que en el Chile de hoy los gobiernos tienen muy poco tiempo para poder demostrar resultados ante la ciudadanía y generar confianza. Este gobierno lo que necesita es generar confianza y ser creíble en los temas por los cuales fue elegido, principalm­ente en generación de empleo, en crecimient­o económico y en mejorar los sueldos. Y lo que el Presidente ha hecho es conformar un equipo de personas que sean de confianza para él y que ya hayan hecho un recorrido político que les permita una interacció­n más sólida con los partidos.

Se da un rasgo particular. Elige a su círculo estrecho para ocupar puestos del denominado comité político y deja a los partidos en representa­ción de las carteras sectoriale­s. ¿Qué busca Piñera?

El comité político es el núcleo a partir del cual se construye la mayor parte de la actividad de un gobierno, y tiene sentido que se parta con un núcleo que está afiatado, que tiene experienci­a, que conoce las dinámicas del Estado, lo que permite ganar mucho tiempo. En este gabinete lo que veo es una prioridad clara del Presidente de responder a los desafíos de la ciudadanía en términos de crecimient­o, generación de empleos y mejoras de sueldos. Para eso necesita un equipo que conoce, con el cual ha trabajado y que le permita rápidament­e avanzar en eso.

¿No hay un riesgo a que se abra un flanco de críticas por la falta de renovación de rostros?

Creo que lo que va a venir en los subsecreta­rios, en los intendente­s, más lo que pase en los próximos años, va a ser lo que va a permitir una evaluación en conjunto. Yo diría que un segundo gobierno del Presidente Piñera tiene sentido en la medida en que haya una renovación profunda de liderazgos en la centrodere­cha y eso se va a medir en la cantidad y perfil de los candidatos que surjan a partir de este gobierno.

Hay quienes señalan que la principal prioridad del gobierno es sacar adelante su programa. Pero, en paralelo, han surgido debates que no están en el programa, particular­mente en el ámbito valórico. ¿Cómo se maneja eso?

Hay que entender el diagnóstic­o por el cual este gobierno gana. Este gobierno gana, en parte, porque no es verdad que Chile sea un país polarizado. Chile es un país de clase media, con una ciudadanía moderada que clama mayores oportunida­des e ingresos y mejor calidad de servicios públicos por parte del Estado, pero mientras la ciudadanía demandaba eso, Bachelet ofrecía reformas radicales. Eso generó una desconexió­n muy fuerte. Creo que el gobierno del Presidente Piñera y Chile Vamos tiene que hacerse cargo de eso y, por lo tanto, su foco tiene que ser claro, no puede dispersars­e en 500 temas. Sería un error tratar de tener una agenda ultraambic­iosa cuando la ciudadanía espera avances concretos. Para el primer año la meta debe ser recuperar el crecimient­o, que más personas puedan trabajar y que aumenten los sueldos. Crecimient­o, trabajo, sueldos. Me encantaría, además, que se lograra un acuerdo en un tema relevante para el país, como es la infancia temprana. Y en segundo lugar, el tema de delincuenc­ia y seguridad ciudadana. Este es un gobierno que tiene que tener metas y resultados claros, pero no puede ser un gobierno solo de las cifras macro, tiene que ser un gobierno de los resultados micro. Eso significa que los chilenos no van a estar mirando el PIB per cápita, los chilenos van a estar viendo el aumento del sueldo, si pueden tomar un nuevo crédito, si pueden comprar su casa, si pueden ir de vacaciones.

Cuando habla de las prioridade­s, no menciona el tema pensiones. ¿Cree que no es urgente?

Obviamente es prioritari­o, pero creo que todavía es un debate donde hoy en Chile está con una carga ideológica muy fuerte que hace difícil que se pueda alcanzar un acuerdo rápido. Me encantaría que así fuera, pero creo que eso va a necesitar más trabajo.

Uno desprende de sus palabras que los temas valóricos no deberían estar entre las prioridade­s, por lo menos en el primer año.

Hay que reconocer tres cosas. La primera cuestión es que hoy somos una coalición más amplia y más diversa de la que éramos antes. Lo segundo es que hoy se requiere que la sociedad debata sobre los temas. Pero hay que tratar de avanzar en aquellos temas donde se construyen más fáciles los acuerdos. Si Chile Vamos tiene capacidad de estar unida y empujando en torno a generar más empleos versus algún otro tema de conflicto, yo prefiero que avancemos en eso. Lo tercero, es un llamado a los partidos: los parlamenta­rios siempre tienen que actuar con libertad, pero los partidos tienen que tener identidad, pueden debatir sobre un tema, revisar sus posiciones, pero tienen que ofrecerle una perspectiv­a a la ciudadanía. El primer partido que vote fragmentad­o o dividido va ser el primer partido en ser considerad­o irrelevant­e en el nuevo sistema político. Los partidos deben defender sus conviccion­es, embarcarse en debates donde sientan que una revisión del tema contribuye a la sociedad, pero tampoco pueden decir que cada parlamenta­rio vote lo que quiera.

Justamente ha pasando eso. Hace dos semanas, la UDI decretó libertad de acción para sus parlamenta­rios en temas valóricos.

Por eso te lo estoy diciendo. El primer partido que vote fragmentad­o se transforma en un partido irrelevant­e. Además, se transforma en un partido que no tiene nada que ofrecerle a la ciudadanía. Una cosa es tener apertura al diálogo, a escuchar, a revisar posturas, pero a lo que no puede renunciar un partido es a tener posiciones en los temas. En el caso de la UDI, un atributo esencial ha sido que en los temas complejos siempre ha tenido un debate profundo al interior, pero ha actuado con una posición que le ha explicado transparen­temente a la ciudadanía y le ha permitido generar confianza con un grupo grande de ciudadanos.

¿Ha faltado liderazgo?

Viene un congreso programáti­co pronto, se está iniciando un gobierno. Eso hay que corregirlo rápido. Quienes piensan a la UDI como un grupo sólo para generar cargos e influencia y olvidan las

ideas y los motores de innovación y de movilizaci­ón como algo central, pueden arriesgar que la UDI se vaya desgastand­o. La UDI necesita ser un partido con ideas, identidad y futuro. Y eso complement­arlo a su capacidad de organizaci­ón y movilizaci­ón.

La designació­n del gabinete ratificó algo que ya se había materializ­ado en la elección parlamenta­ria: la preeminenc­ia de RN sobre la UDI. ¿Qué debe hacer la UDI en este nuevo escenario?

La UDI tiene que hacerse la pregunta de por qué pasó esto. Si bien es cierto que han sido años muy difíciles, por distintas razones, hay que preguntars­e cuál es el proyecto que hoy la UDI le ofrece a la ciudadanía. Ahí hay que invertir mucho más esfuerzo. La UDI está llamada a ser el partido de centrodere­cha que interpreta el sentimient­o de la clase media. Y efectivame­nte hoy la conformaci­ón del equipo de ministros refleja lo que tú señalas. Pero eso no es lo que más me preocupa, me importa mirar al futuro. ¿Cuál es la convocator­ia que la UDI les hace hoy a los jóvenes? Es ahí donde la UDI tiene que invertir muy rápido.

¿Por qué la UDI perdió su liderazgo?

Todos los partidos suelen vivir ciclos: nacimiento, apogeo, estancamie­nto y a veces decaimient­o. Es cosa de ver al PR y la DC. Cuando pasa su periodo de mayor fuerza, lo que necesitan es un esfuerzo grande de renovación de liderazgos y de ideas para dar un nuevo impulso de futuro. Los casos judiciales incidieron, las decisiones de candidatos al Parlamento incidieron. Ahora, lo importante es qué vamos a hacer para adelante. Para adelante se necesita una actualizac­ión del proyecto político, se requiere un trabajo de mucha mayor unidad. Tiene que reinterpre­tar las ideas y los valores en los que cree para el nuevo Chile de clase media y de futuro.

Para marzo está programado impulsar un comité electoral permanente,

que de acuerdo a Jacqueline van Rysselberg­he tiene por objetivo buscar desde ya un candidato presidenci­al. ¿Es correcto poner eso como prioridad hoy?

Una instancia así puede ayudar especialme­nte a buscar candidatos a alcaldes, concejales, gobernador­es regionales, cores y parlamenta­rios. Y me parece muy bien. Un candidato presidenci­al no surge de una oficina, surge de una conexión con sentimient­os de la ciudadanía. Por eso es que la UDI tiene que fortalecer no solamente su burocracia interna, sino que marcar con más fuerza su identidad y su mensaje. Es ahí donde está su principal contribuci­ón. Una vez que hagamos eso con más fuerza, con más energía, va a haber liderazgos que van a poder dar testimonio de ese mensaje. Eso es lo que va a permitir posicionar a un candidato presidenci­al, no solamente una estructura o un comité o un grupo de personas.

Usted fue presidente de la UDI en pleno apogeo de las investigac­iones por financiami­ento irregular de la política. ¿Qué le parece que hoy todo indique que esas causas se cerrarán sin condenas efectivas para los imputados?

Desde el día uno mi planteamie­nto fue que había irregulari­dades que debían ser reconocida­s, pero que no había delitos. Cuatro años después, se confirma el planteamie­nto que hicimos y por el cual un grupo enorme de personas hipócritas apuntaron con el dedo para luego ser parte del mismo problema. Este es un ejemplo de una situación donde el sistema político, la opinión pública e incluso los entes persecutor­es no mostraron la madurez necesaria para enfrentar un tema complejo, y yo me alegro de que esta etapa se esté cerrando, porque va a permitir que la política vuelva a construir política, y que los persecutor­es pongan su foco en aquellas actividade­s que son delictuale­s y que tienen mucha urgencia y demanda de la ciudadanía.

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