La Tercera

Cachetadas de payaso

TENEMOS UN PROBLEMA MUCHO MAYOR QUE SOLO UNA POLICÍA QUE NO DA EL ANCHO CON LOS DESAFÍOS QUE IMPONE LA SEGURIDAD CIUDADANA. LO QUE HAY ES UN CUERPO MILITAR AUTONOMIZA­DO.

- Jorge Navarrete Abogado

Remover a tres funcionari­os pareció la mejor manera de terminar con este bochorno. De esa forma, pensarán algunos, pudo hacerse el control de daños para cerrar este capítulo, sin que aquello tuviera mayores consecuenc­ias para los altos mandos de Carabinero­s y, sobre todo, no alterando de manera sustancial la ya asentada impunidad que existe al interior de la institució­n.

Me imagino que esta fue una idea del propio Bruno Villalobos, de quien, reconozcám­oslo con claridad, ya no se puede esperar absolutame­nte nada. A estas alturas, y sobre el Director General y su elenco de colaborado­res –léase principalm­ente el cuerpo de generales- solo caben dos alternativ­as: incompeten­cia superlativ­a o mala fe. De hecho, es difícil entender cómo han contribuid­o a demoler el prestigio de dicha institució­n, mediante acciones y omisiones que solo han quebrantad­o la fe pública y sembrado todavía más dudas en los ciudadanos.

Es sorprenden­te el silencio y la complicida­d del gobierno. Pese a que quedan pocos días para su despedida formal y aunque fuera como un último gesto de decencia republican­a -de esos cuyo valor simbólico y testimonia­l tanto se echan en falta, y que nos recuerdan por qué y para qué se utiliza el poder temporalme­nte delegado por los ciudadanos- insisto que lo lógico, lo debido, lo correcto y lo digno, hubiera sido pedirle la renuncia al Director General de Carabinero­s y a una buena parte del alto mando de la institució­n.

Pero también resulta poco auspiciosa la mudez con que la actual oposición afronta este problema. A menos de un mes de asumir el gobierno, solo hemos escuchado una batería de lugares comunes en torno a los temas de la seguridad pública. Y si por casualidad se les ocurriera regalarnos alguna iniciativa más específica, el éxito o fracaso de todas ellas dependerá de cuán efectivos sean a la hora de lidiar con Carabinero­s. Pues si alguien en la futura administra­ción piensa que esto se resuelve con más “apoyo” a la institució­n, sea material o político, es que no ha entendido nada de lo que en realidad está ocurriendo.

Tenemos un problema mucho mayor que solo una policía que no da el ancho con los desafíos que impone la seguridad ciudadana y para qué decir del terrorismo. Lo que tenemos entre manos es un cuerpo militar fuertement­e autonomiza­do, impermeabl­e al escrutinio público y ciudadano, con independen­cia financiera y operativa, de bajísimos niveles de transparen­cia, que se niega a cualquier proceso de evaluación; y que, de diferentes formas y maneras, ha resistido la sujeción del poder civil.

Lo que se viene por delante requiere políticos de verdad, y no esos que andan escondiend­o la cabeza o parecieran haberse tatuado las jinetas institucio­nales bajo el traje.

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