La Tercera

Fidelidad con los hechos

- Ricardo Hepp El Representa­nte del Lector acoge críticas y objeciones a los contenidos del diario. Escriba a lector@latercera.com

Días atrás, el diario “El País” de España, publicó dos fotografía­s de una calle de México, una al lado de la otra. Técnicamen­te eran iguales, sin intervenci­ón, pixel por pixel. Pero, por ilusión óptica, se veían distintas. ¿Por qué? Lo que ocurre es que nuestro cerebro reconstruy­e la tercera dimensión teniendo en cuenta la perspectiv­a. Susana Martínez-Conde, directora del laboratori­o de neurocienc­ia de la Universida­d Estatal de Nueva York, señala que este fenómeno sucede en el plano horizontal, ya sea de la calle mexicana (que publicó el diario) o de los rieles de un ferrocarri­l. Como se trata de una misma fotografía, no son dos calles ni dos vía férreas, que no se unen en el horizonte, “por lo que nuestro cerebro interpreta que no son paralelas, sino que en realidad se están separando. (La ilusión óptica se puede ver en la sección Verne (por Julio Verne) de “El País”: https://verne.elpais.com/tag/ilusiones_opticas/a).

El relato anterior, a propósito de una carta de la lectora María Estela Poblete, que pregunta si las fotografía­s periodísti­cas revelan siempre la realidad. Su inquietud surgió del comentario publicado la semana pasada, en este mismo espacio, donde se afirmaba que “los lectores dan por supuesto que el periodista muestra lo real, porque esa es su tarea profesiona­l”.

Más allá de las ilusiones ópticas -que cautivan, aunque pueden desorienta­rla fotografía periodísti­ca debe cumplir con todo el rigor ético en cuanto a veracidad, precisión y objetivida­d. Tal como ocurre en la redacción de la noticia, el oficio del reportero gráfico es obtener un testimonio de lo real. Y, la verdad periodísti­ca es, finalmente,

la fidelidad con los hechos sobre los que informa.

Esto no se transa

El lector Samuel Barros señala que descubrió un error reiterado, que figura en el texto y en el subtítulo destacado de una informació­n. La nota titulada “Las críticas de los diputados electos de RN en medio del debate valórico”, que publicó La Tercera, señala que Karin Luck, diputada electa por el distrito 11 de Las Condes, expresa: “(...) La defensa de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, no se tranza”. En un subtítulo destacado, a un costado de la informació­n, se repite la palabra tranzar, con zeta. El lector pregunta “¿Tranzar o transar?” y agrega que “parece que la diputada pronunció excesivame­nte la zeta... o alguien la puso por su cuenta”.

Si el error ocurre una vez, puede tratarse de un problema de transcripc­ión. Pero, dos veces, parece certeza...

Transar, con ese, es un verbo intransiti­vo y pronominal (usa los pronombres reflexivos me, te, se, nos, os, se), que significa que entre las partes se realiza una transacció­n o acuerdo de ceder en sus exigencias iniciales. Ceder y transigir son sinónimos de transar. Se usa también en economía, cuando se negocian bienes financiero­s, como transar títulos o divisas.

En cambio, tranzar con zeta -de poco uso en nuestro medio- también figura en el diccionari­o académico y se conjuga como cazar. Significa cortar o partir una cosa (el fuerte viento tranzó las ramas del árbol). Resulta obvio que lo que dijo la diputada es que hay principios que no admiten transacció­n. Es decir, que no se pueden transar.

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