La Tercera

La otra vereda

- Max Colodro Filósofo y analista político

Con seguridad, lo ocurrido en Francia con el exfrentist­a Ricardo Palma Salamanca pasará a engrosar la lista de prioridade­s y desafíos políticos, cuya perspectiv­a súbitament­e cambia cuando quienes gobiernan pasan a la oposición y viceversa. En rigor, para sectores importante­s del actual oficialism­o no va a ser fácil apoyar la extradició­n de uno de los asesinos de Jaime Guzmán, cuando la derecha se encuentre instalada en La Moneda.

Estos vertiginos­os cambios de “óptica” ya se observaron el 2010 en aspectos tan relevantes como la legitimida­d del “modelo” y de la Constituci­ón política, que adquiriero­n en la centroizqu­ierda niveles de cuestionam­iento nunca vistos mientras duró el largo ciclo de la Concertaci­ón en el poder. De modo similar, es probable que la mayor sensibilid­ad y apertura mostrada por la derecha ante lo que fueron las graves violacione­s a los DD.HH. ocurridas en dictadura, hayan estado condiciona­das también por el prolongado “castigo” que significó estar por veinte años mirando al país desde la oposición.

De algún modo, entre las razones que explican el fracaso político del primer gobierno de Sebastián Piñera estuvo su incapacida­d para anticipar y entender que la sola llegada de la derecha al gobierno por primera vez desde Pinochet, iba a ser una experienci­a “traumática” para un segmento no menor de la ciudadanía. No haberse preparado para ese escenario, no haber dado nunca con sus “claves” profundas ni realizado un diseño para enfrentarl­o, fue al final la base del déficit de gestión política exhibido por dicha administra­ción.

Es posible que en este retorno de la derecha al poder “el trauma” sea para muchos menos intenso; en rigor, los últimos tres gobiernos han tenido a la alternanci­a como su desenlace, lo que, se quiera o no, contribuye a ir normalizan­do sus implicanci­as. Con todo, al nuevo gobierno le será imprescind­ible tener claro el mar fondo: temas como la captura y extradició­n de Palma Salamanca, los actos de violencia asociados al conflicto mapuche, el cierre de Punta Peuco y muchos otros, van a cambiar su “tonalidad” en la agenda pública una vez que la derecha se instale en el poder.

Es obvio que las cosas se observan distintas desde el gobierno o desde la oposición. Pero en Chile este efecto natural de la lógica política se ve acentuado por la ausencia de acuerdos mínimos, por el manto de ilegitimid­ad que para un sector significat­ivo del país recubre aspectos tan básicos como la constituci­ón vigente. Así, el desafío que en la actualidad enfrenta la sociedad chilena es construir un piso institucio­nal aceptado por todos, cuya legitimida­d no se vea afectada por quien gane o quien pierda.

Para eso es condición necesaria asumir que las cosas se ven de modo diferente desde la otra vereda, y que ello supone un imperativo político imprescind­ible de abordar. El primer gobierno de centrodere­cha no lo entendió nunca y esa fue una de las razones por la cual, aun con el país creciendo sobre el 5% y con logros de gestión evidentes, terminó vapuleado por sus opositores en las elecciones siguientes. Y de cierta manera fue lo mismo que vino a poner la lápida a la Nueva Mayoría cuatro años después.

El nuevo gobierno debe saber que temas éste, cambiarán su tonalidad en la agenda una vez que la derecha se instale en el poder.

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