La Tercera

El Hilo Fantasma: la puntada final de Paul Thomas Anderson

El jueves se estrena la cinta nominada a seis Oscar donde Daniel Day-Lewis es un obsesivo diseñador de modas. El ganador de tres estatuilla­s afirmó que era su actuación final.

- Rodrigo González M.

Un buen desayuno es la base de todo en la vida y, específica­mente, es la plataforma para que las cosas le salgan bien al reputado diseñador de vestuario Reynolds Woodcock durante el resto del día. Si Woodcock observa que en esa comida matinal le sirven más de la mantequill­a necesaria o escucha que su compañera de mesa no para de hacer ruidos con el cuchillo y la tostada, todo se puede ir al demonio. Woodcock lo sabe y por eso evita también tener discusione­s temprano, mientras se sirve el té y come avena.

La última persona que empezó una leve discusión con Reynolds fue Johanna, una de sus ayudantes y ocasional amante. Bastaron dos palabras de Cyril, la hermana de Reynolds, para que Johanna se fuera de la gran residencia donde vive y trabaja con fanática obsesión. La muchacha, demasiado despechada, era un obstáculo entre Reynolds Woodcock y su trabajo. En la Casa de Modas Woodcock no se permite esa pérdida de tiempo.

Este es el panorama de vida hogareña que en menos de cinco minutos esboza Paul Thomas Anderson (1970) en

El hilo fantasma, su nueva película, ambientada en la Londres de los años 50. Reynolds es interpreta­do por Daniel Day-Lewis y su hermana Cyril por Lesley Manville. A ambos se unirá luego Alma, un personaje que no está hecho de la misma tela que los refinados y trabajólic­os Woodcock.

Alma (a cargo de la actriz luxemburgu­esa Vicky Krieps) habla un inglés con acento de Europa continenta­l y atiende en un encantador restaurant­e de pueblo. En ese entorno, lejos de la ajetreada vida londinense, Reynolds Woodcock comenzará una relación afectiva con ella, que partirá con una cena a la luz de las velas, pero que ya de vuelta en la capital entrará en la fase enfermiza y demencial que tuvo en Johanna a su última víctima.

¿Es posible sacar a Woodcock de su adicción al diseño de vestuario y hacerlo entrar en la calidez de una relación romántica? ¿Acaso su hermana Cyril no es culpable de haberle dibujado una vida que es una prisión? ¿Tiene Alma una eventual última palabra en esta batalla de personalid­ades?

El nuevo largometra­je de Anderson se toma su tiempo (dos horas y 10 minutos) en desgranar esta guerra de personalid­ades y tarde o temprano se descubre que Alma posee tanta voluntad como su querido Reynolds. La convivenci­a entre ambos adquiere matices sadomasoqu­istas en la medida que el irritable diseñador acostumbra a perder la paciencia al menor desliz de la muchacha (hay bastante diferencia de edad entre ambos) y ella en principio sólo recibe humillacio­nes.

Toda esta olla hirviendo de ataques y contraataq­ues verbales está contrastad­a por una fotografía primorosa (a cargo del propio P.T. Anderson) y un diseño de producción y de vestuario de primer nivel, en lógica coherencia con una película que hace de la moda su objeto del deseo.

Nominada a seis premios Oscar (Mejor película, director, actor, actriz secundaria, diseño de vestuario, banda sonora), El hilo fantasma es uno de los trabajos más singulares del director de Magnolia (1999). En palabras del crítico A.O. Scott, de The New York Times, es “su película más personal”, capaz de reflejar en su maniático y fastidioso protagonis­ta el temperamen­to único de su realizador, cada vez más alejado de las modas de Hollywood. De California a Fitzrovia

El octavo largometra­je de Paul Thomas Anderson es el primero que hace fuera de su país y uno de los pocos que ambienta lejos de Los Angeles, la gran ciudad de California que ha servido de escenograf­ía a sus obras más recordadas, desde la popular Boogie nights (1997) hasta la inclasific­able Vicio propio (2014).

La película significó su reencuentr­o con Daniel DayLewis después de Petróleo

sangriento (2007), considera la mejor película del siglo XXI de acuerdo a una elección de críticos y cineastas publicada en The New York Times a mediados del año pasado. Pasaron 10 años desde aquella particular versión de la novela de Upton Sinclair y, entre otras cosas, Day-Lewis ganó su tercer Oscar por Lincoln (2012).

Según contaba Anderson a Entertainm­ent Weekly, el guión de El hilo fantasma fue bastante libre. Se inspiró lejanament­e en la figura del diseñador español Cristóbal Balenciaga (18951972), gurú de la moda con un tipo de disciplina vital a lo Reynolds Woodcock, aunque de intereses afectivos homosexual­es.

Woodcock, por el contrario, es el soltero más codiciado por las mujeres de Fitzrovia, el envidiable sector donde está su casa de modas.

Como Balenciaga, Woodcock diseña para una princesa belga y vive obsesionad­o con la figura de su madre. Pero también como el inglés Charles James (1906-1978) confeccion­a vestidos por encargo para las millonaria­s de la ciudad y mantiene relaciones esporádica­s con las mujeres que lo pretenden.

A la larga, se sabe, la película detonó la decisión de Day-Lewis para dejar la actuación. Por lo menos eso es lo que a través de sus representa­ntes dio a entender el año pasado y ratificó en una entrevista a la revista W. “Me divertí mucho con Paul (Anderson) antes de empezar la película, pero luego un sentimient­o de tristeza nos invadió. Sigue ahí”, fue lo que dijo para justificar su salida de la actuación.

En cualquier caso, basta echarle una leve mirada a la tóxica relación entre Reynolds y Alma para deducir que el guión no era precisamen­te alegre. Como el propio realizador lo ha reconocido, el libreto fue construido entre Anderson y Day-Lewis. Quizás ese trabajo puede dar una pista de la eventual “tristeza” que la trama de la película provocó en el actor.

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►D●niel Day-Lewis y Vicky Krieps en El hilo fantasma, de P.T. Anderson.

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