La Tercera

Womad se consolida con 50 mil asistentes

- Alejandro Tapia

Tres niñas y cuatro mujeres ya en sus sesentas, gritan y saltan desde la primera fila al ritmo del dabke –baile popular de Medio Orientemie­ntras el sirio Omar Suleyman emana desde el escenario una suerte de reggaetón árabe electrónic­o. Más atrás miles disfrutan de este particular artista, que se presenta con kufiyya, como la que usaba Yasser Arafat, en un carnaval espontáneo. La escena, ocurrida la noche del domingo, fue parte del cierre del festival Womad, que durante tres días reunió a 50 mil personas en Plaza La Paz en Recoleta según sus organizado­res.

Ya lo quisiera cualquier comuna del país, porque el Womad, el “festival del mundo” de acceso gratuito, se ha consolidad­o en esta cuarta versión como una aldea musical que cumple de sobra con los requisitos de cualquier evento de este tipo: gran convocator­ia, artistas de renombre y otros por descubrir, accesos expeditos y una onda festiva que además convoca a la familia. Desde el viernes, desfilaron desde el propio Suleyman, el guitarrist­a eléctrico tuareg Bombino, los brasileños Liniker e Os Caramelows, Congreso y los folkies Le Vent du Nord, de Quebec.

En un festival de pretensión global, pero construido a escala humana, se presentaro­n también el pensador Vinicio Capossela (Italia), la Banda Conmoción, Manuel García y los Vocal Samplig, cubanos que cantan a cappella. Como buen evento de “world music”, muchos se sorprendie­ron no sólo por los punteos hipnóticos de Bombino, el “Jimi Hendrix del Sahara”, sino que también con la sicodelia del finlandés Pekko Käppi y la “simpleza” de Kilema (Madagascar).

Pero Womad tiene aún más atractivo. Y no sólo por un público más transversa­l –bien distinto al de Lollapaloo­za-, sino por la cercanía real que se genera entre los artistas y la audiencia. Muestra de aquello ocurrió el sábado, cuando tras su show Bombino se acercó a un grupo de fans que hicieron fila para saludarlo. Esto también se refleja en los talleres que ofrece el festival, dictados por los propios músicos. Ocurrió con Kilema, quien de manera didáctica mezcló la historia de Madagascar con instrument­os como la valiha y el kastá. Lo mismo hizo Nano Stern y Diarrá Condé (Guinea), con su taller de percusión.b

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► El sirio Omar Suleyman la noche del domingo.

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