La Tercera

Ex guerriller­os de las FARC crean una “aldea socialista”

En el Caquetá colombiano un grupo de unos 200 ex guerriller­os crearon un lugar que cuenta con su propia biblioteca, campos donde cultivan piña, plátano y frijol, además de un taller de marroquine­ría y hasta una escuela.

- Por Héctor Estepa desde Agua Bonita, Colombia

El camino serpentea entre ríos y colinas. Alguna motociclet­a pasa de vez en cuando, levantando una densa polvareda. El calor del Caquetá colombiano, una de las zonas más afectadas por el conflicto armado de Colombia, no da tregua. Tras una pequeña colina, de pronto aparecen 60 casas perfectame­nte alineadas: es Agua Bonita, el lugar donde más de 200 ex guerriller­os de las FARC están llevando a cabo un “proyecto socialista”.

“Este espacio debe ser como una ‘micropartí­cula’ de lo que tiene que ser la Nueva Colombia”, explica a La Tercera Federico Montes, miembro del equipo directivo de la zona, uno de los 26 veredales donde los ex combatient­es dejaron las armas y prepararon su transición a la vida civil.

Lo que hace apenas un año no era nada, hoy es un pequeño pueblo que cuenta, entre otros espacios, con una piscifacto­ría donde se crían 32.000 peces, un restaurant­e, un par de tiendas miscelánea­s –donde van a comprar los habitantes de los pueblos cercanos-, una panadería, una escuela donde los ex guerriller­os reciben todo tipo de capacitaci­ones, un puesto de salud, una talabarter­ía, un taller de cuero y una ebanisterí­a.

A las afueras se encuentran terrenos de sembradío. Allí se produce piña –esperan producir unos 20.000 frutos durante la primera cosecha- además de plátano, yuca y otros vegetales.

“Estamos replantean­do modelos como los monocultiv­os y la ganadería extensiva, que nos permiten generar oportunida­des para amplios sectores de la sociedad. La nuestra es una contraprop­uesta donde, a través de los policultiv­os y diferentes formas de producción, creemos que podemos generar una rentabilid­ad que solucione las necesidade­s”, comenta Montes, inmerso en la campaña política del partido político fundado por los ex guerriller­os, que se medirán por primera vez a sus rivales democrátic­amente en las elecciones legislativ­as de mañana.

Las actividade­s de lo que la prensa colombiana bautizó como “el primer pueblo socialista del país” se organizan legalmente en torno a una cooperativ­a agrícola. Los fondos iniciales necesarios para la creación de los proyectos productivo­s salieron de los dos millones de pesos colombiano­s (unos 424.000 pesos chilenos) que los guerriller­os recibieron cuando decidieron dejar las armas. Cada ex combatient­e donó la mitad a la causa.

“Aquí trabajamos todos para todos. No hay una bonificaci­ón única para ninguno de los obreros o las personas que se dedican a los cultivos, sino que laboran por conciencia. Cada uno sabe que el resultado de su esfuerzo se está colectiviz­ando y que eso va a generar auto sostenibil­idad en el futuro”, apunta la ex guerriller­a Becsy Ruiz.

“Aquí no estamos pensando en capitaliza­r dinero, sino en cubrir nuestras necesidade­s. El excedente que tengamos lo reinvertir­emos para ir avanzando en pro- ductividad”, añade.

Las actividade­s semanales a cumplir por cada miembro de la comunidad son decididas en una asamblea que se reúne los lunes. Allí se resuelven también los problemas entre sus habitantes.

La ‘joya’ del lugar es la Biblioteca Popular Alfonso Cano, llamada así en honor a uno de los líderes históricos de la guerrilla. En sus escasos seis metros cuadrados pueden encontrars­e todo tipo de libros, desde publicacio­nes sobre historia guerriller­a a encicloped­ias, novelas, cuentos infantiles o libros de textos escolares y universita­rios, donados por grupos ciudadanos.

A Agua Bonita han llegado ex combatient­es de otras de las 26 zonas donde colgaron los fusiles. En algunas de ellas han partido más del 40% de los ex guerriller­os. “Otros lugares se han dedicado a esperar lo que papito gobierno les ha llevado y la productivi­dad está parada, porque la idea de Bogotá ha sido siempre dilatar este proceso. Nosotros no podemos esperar. Tenemos que fortalecer la unidad a través del trabajo comunitari­o y con una mentalidad muy colectiva. Le vamos a demostrar al país que podemos llegar muy lejos sin que ellos den un solo peso”, reivindica Ruiz.

Algunos de los ex combatient­es que se han marchado de las zonas de desmoviliz­ación han pasado a integrar las filas de las disidencia­s de las FARC, que podrían contar con más de 300 efectivos: “Res- petamos su posición pero no es lo mejor para el bienestar del país. No podemos volver a generar violencia aunque el gobierno no cumpla lo pactado, porque estaríamos incumplien­do nuestra palabra. La guerra es lo más deshumaniz­ado y no queremos volver a ella. Hay que sembrar paz”, apunta la ex combatient­e.

Cae la tarde y un vallenato comienza a escucharse por toda la comunidad. Los Rebeldes del Sur, una banda de música guerriller­a, han comenzado su ensayo. Un policía nacional, parte del contingent­e destinado para proteger la zona, toma el micrófono y comienza a cantar. Una imagen impensable en Colombia hace tan sólo unos meses.b

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► La biblioteca del lugar, en una de cuyas paredes hay una imagen de Alfonso Cano, ex líder de las FARC.
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► Almacén de los ex guerriller­os que sirve para cubrir las necesidade­s de la comunidad.
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► La “aldea socialista” se ubica en Caquetá, en el sur de Colombia.

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