La Tercera

El nuevo Congreso

La ceremonia tuvo un tono distendido, con figuras como Florcita Motuda que se robaron la película con sus salidas de protocolo.

- Por Alejandro Jofré, Alejandra Jara y Sebastián Rivas

PÁGS. 12-13 La capa y las antenas que lució Raúl Alarcón (Florcita Motuda) al asumir como nuevo diputado del Partido Humanista terminaron convirtién­dose en una suerte de símbolo de la nueva composició­n del Congreso. Más allá de la controvers­ia en torno al atuendo del músico, el arribo de artistas, deportista­s, representa­ntes mapuches y del mundo evangélico, entre otros, supone una pluralidad de miradas inéditas para un Parlamento que, además, enterró definitiva­mente el binominali­smo en Chile con la irrupción del Frente Amplio, que ya hizo valer sus 20 diputados en la negociació­n para la composició­n de las comisiones de la Cámara Baja.

Miguel Piñera, el “Negro, hermano menor del Presidente, puede ser cualquier cosa, menos protocolar y predecible. Y cumplió.

Faltaban dos minutos para el mediodía. El Congreso ya estaba listo para la ceremonia del traspaso de mando. Michelle Bachelet se instalaba adentro y el presidente electo esperaba en un sala contigua. Y de pronto, el autor de “La luna llena” apareció sonriente a la entrada del Salón de Honor, apoyado en un pilar del edificio.

“Hacía mucho calor adentro, qué rico estar aquí, airecito, esperando a mi querido hermano Sebastián, del cual estoy muy orgulloso”, le explicó a la avalancha de periodista­s, que le advertían, casi paternalme­nte, que se iba a quedar afuera. “Papá, yo entro igual, soy el hermano del Presidente”, insistía el artista.

Todo en familia, parecía ser la consigna de este cambio de mando. Varias caras se repetían de eventos anteriores: desde los involucrad­os directos, Bachelet y Piñera hasta los invitados extranjero­s, como el rey Juan Carlos y Evo Morales, ambos saludados con desparpajo por el “Negro” Piñera, como si de viejos amigos se tratara.

Ese ambiente hizo que el siempre ceremonios­o ritual se distendier­a bastante. En los asientos, Martita Larraechea de Frei le convidaba mentitas desde una pequeña caja azul nada menos que a la Primera Dama, Cecilia Morel, mientras las nietas de Piñera se lucían vestidas todas igual. Y apenas algunos espacios atrás, un hombre en una capa blanca estrellada y con antenitas protagoniz­aba un momento surrealist­a, llevando su propia silla para ponerse cerca del estrado. Era el desde ayer honorable diputado Florcita Motuda.

Los debutantes

El músico y ahora parlamenta­rio, para ese momento, ya había causado sensación entre sus pares. En plena sesión de la Cámara Alta, el senador UDI Iván Moreira se daba vuelta para mostrarle a toda su bancada en su celular la imagen del atuendo con que Motuda tomó posesión de su cargo, lejos el más peculiar en la historia del Congreso.

También con un look osado, aunque sin plumas, había llegado Pamela Jiles. La “abuela”se hizo notar no sólo por su vestuario: al momento del juramento, gritó, en pleno hemiciclo, “¡Todos contra Piñera!”. Camila Vallejo optó por usar una polera de la intelectua­l francesa Simone de Beauvoir, porque, según afirmó, “no tenía una de la Gladys ni de la Violeta a mano”. Y varias diputadas del Frente Amplio tuvieron su propia salida de protocolo con una “selfie” con Evo Morales en plena alfombra roja del Congreso.

Lo de la alfombra roja, por momentos, parecía literal. Como cuando aparecían invitados como Don Francisco o Cecilia Bolocco, que conversó animadamen­te con el presidente Mauricio Macri.

Y, por momentos, parecía una mala broma, en especial con un hecho: el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, entrando por la puer- ta trasera porque su silla de ruedas no pudo avanzar por el frontis del Congreso, sin rampa ni mecanismo electrónic­o. “Espero que no se repita”, fue la dura crítica al Congreso del usualmente circunspec­to Mario Kreutzberg­er, quien se ufanaba de participar en su noveno cambio de mando.

Los canales de TV esperaban el momento con entrevista­s en vivo, con figuras como el senador Felipe Kast, quien sufrió un incómodo momento en Canal 13: mientras proponía una ley para evitar el nepotismo en el servicio público, la conductora, Constanza Santa María, le retrucó que el primo de Sebastián Piñera, Andrés Chadwick, es ministro del Interior y dos de sus sobrinos ya están en la nueva administra­ción. “Creemos que en el caso del Presidente puede haber una excepción”, fue la respuesta del líder de Evópoli

De bandas y piochas

Pero de signos familiares se trata, el más significat­ivo era una ausencia. Las dos hijas de Michelle Bachelet estaban en el Salón de Honor, pero no su hijo, Sebastián Dávalos, quizás el protagonis­ta del mayor dolor de cabeza de su mandato. Sofía y Francisca, en todo caso, escogieron un lugar retirado, en uno de los balcones. La madre de la ex presidenta, Ángela Jeria, sí la acompañó en la parte de abajo.

A las 12:04, una testera socialista presenció el ingreso de Sebastián Piñera al Salón de Honor: estaba Bachelet, Carlos Montes como presidente del Senado y Maya Fernández, la nieta de Salvador Allende, como la flamante timonel de la Cámara Baja. Todos con trajes azules, el mismo color que el mandatario electo usó para su corbata.

Como si de un deja vú se tratara, se repetía la misma escena ocho años después: Bachelet sacándose la banda y la piocha de O’Higgins, para que luego se la colocara Piñera, simbolizan­do el cambio de poderes. Lo que sí, nadie contaba con que el siempre seguro Montes sufriera más de la cuenta colocándo-

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Una vez concluida la ceremonia en el Congreso, el presidente Piñera partió al palacio de Cerro Castillo, donde almorzó junto a asesores y dignatario­s extranjero­s. A su llegada, sus nietos se le lanzaron literalmen­te a los brazos. El...
NIETOS AL ABORDAJE Una vez concluida la ceremonia en el Congreso, el presidente Piñera partió al palacio de Cerro Castillo, donde almorzó junto a asesores y dignatario­s extranjero­s. A su llegada, sus nietos se le lanzaron literalmen­te a los brazos. El...
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