La Tercera

RENUNCIA DEL GENERAL DIRECTOR DE CARABINERO­S

Si bien su salida era necesaria, el que no haya sido removido oportuname­nte por el gobierno sienta un mal precedente en cuanto a hacer efectivas las responsabi­lidades del mando.

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No debería causar mayor extrañeza que el ahora ex general director de Carabinero­s, Bruno Villalobos, haya presentado su renuncia al nuevo Presidente de la República, apenas éste asumió en el cargo. Era evidente que atendidos los numerosos cuestionam­ientos que pesaban en su contra, su presencia como jefe máximo de la policía uniformada se hacía inviable. En paralelo, ayer se conoció que el jefe de la inteligenc­ia policial también decidió dar un paso al costado. Pero aun cuando previsible­s, estas renuncias dan cuenta de los graves problemas internos por los que atraviesa Carabinero­s, y que hacen necesaria una profunda intervenci­ón a fin de normalizar­la y devolver la confianza ciudadana en una institució­n clave de la República.

Bajo el mandato del general Villalobos se han destapado dos de los más graves casos que han golpeado a Carabinero­s en los últimos 20 años. Primero fue el millonario desfalco que, de acuerdo con la investigac­ión que ha llevado adelante la Fiscalía, alcanza del orden de los $ 26.000 millones, y donde figuran decenas de formalizad­os, entre ellos un ex general director de la institució­n. Las circunstan­cias en que dicho desfalco se produjo están siendo motivo de indagación judicial, pero es evidente que ello fue el producto de laxos controles internos, que permitiero­n que durante varios años se fugaran recursos desde la institució­n sin que aparenteme­nte nadie reparara en ello.

Pero lo que terminó por sellar la suerte del general director fue la mediática “Operación Huracán”, llevada a cabo por una unidad de inteligenc­ia creada bajo el mandato del propio Villalobos, en la cual se inculparon a una serie de comuneros mapuches por una masiva quema de camiones en la zona del conflicto indígena. La Fiscalía cuestionó las pruebas aportadas por la institució­n, acusando una falsificac­ión, lo que la llevó a no perseverar en esta causa y a decretar la apertura de un nuevo proceso por obstrucció­n a la justicia y falsificac­ión de instrument­o público. Insólitame­nte, justo cuando se hicieron públicas las denuncias de la Fiscalía, Villalobos se fue de vacaciones. Ante un desatino de esa naturaleza, era evidente que se trataba de un oficial que nunca supo dimensiona­r la crisis que tenía frente a sí, lo que ya no lo hacía apto para seguir en el cargo.

Su partida, si bien es un paso necesario en favor de comenzar a normalizar la situación en Carabinero­s, deja abierta una serie interrogan­tes. En ese sentido, un asunto que resulta desconcert­ante es por qué el gobierno saliente no solicitó su pase a retiro, cuando ya era obvio que su presencia en el cargo estaba dañando a la institució­n. El no haber tomado medidas disciplina­rias en su momento -y haber esperado a que el general renunciara- deja una inconvenie­nte sensación de impunidad, donde las responsabi­lidades políticas y administra­tivas por la conducción de una institució­n del Estado aparecen totalmente diluidas.

El gobierno del Presidente Piñera ha reiterado que se llevará a cabo una profunda reestructu­ración en Carabinero­s, como respuesta a estos escándalos. Puesto que aún no se conocen detalles sobre los planes del mandatario, es temprano para juzgar si van en la dirección correcta, si bien es indiscutib­le que se requiere una intervenci­ón urgente.

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