La Tercera

Un nuevo CAE: ¿De vuelta a los consensos?

- Ricardo Paredes Duoc Uc

El gobierno saliente anunció el envío de un nuevo proyecto de financiami­ento estudianti­l que remplazarí­a al CAE. Por lo que conocemos, este cubrirá el arancel cobrado de la carrera y el estudiante deberá pagar por 10 años un porcentaje de su ingreso. Por su parte, la institució­n de educación superior deberá avalar la brecha entre el arancel cobrado y el de referencia, que financia el Estado. Si al cabo de 10 años el estudiante ha servido la parte de la deuda correspond­iente al arancel de referencia, su deuda se extingue y la institució­n debe devolverle al Estado el saldo insoluto de la brecha.

Esta propuesta es conceptual­mente la misma hecha por la Comisión de Financiami­ento que convocó el Presidente Sebastián Piñera en 2011, que presentara como iniciativa legislativ­a el 2012 y que finalmente durmiera en el Congreso. Tiene, eso sí, al menos dos diferencia­s significat­ivas: considerar­ía un plazo muy corto para servir la deuda y tiene un tratamient­o asimétrico, lo que la transforma virtualmen­te en una fijación de aranceles al nivel del de referencia.

Previendo que los 10 años son pocos para cubrir el financiami­ento de una carrera, el proyecto establecer­ía que de no haberse cancelado completame­nte la deuda correspond­iente al arancel de referencia (la parte del crédito con mayor prioridad a servir), el período de pago aumentaría a 15 años y se extinguirí­a antes si el alumno completa el pago del arancel de referencia fijado por el Estado. El plazo y la asimetría de cortar el plazo sin considerar la deuda asociada a la brecha hacen que el proyecto se constituya en un gran riesgo para la solvencia de las institucio­nes, las que asumirán esta falta de pago además de los vinculados a deserción y alargue de la carrera.

Lo positivo de esta propuesta no es, como se ha anunciado, que el pago se haga en función del ingreso, cosa que ocurre desde 2012. Lo positivo es que conceptual­mente recoge los fundamento­s de una política a partir del consenso experto, el que a través de tres comisiones y en tres gobiernos ha remarcado que un sistema que combina un crédito bien diseñado, con pago contingent­e al ingreso y con gratuidad focalizada, es el que tiene sentido para Chile.

La propuesta, cuya raíz es conceptual­mente buena, necesita dos modificaci­ones para que el crédito resulte bien diseñado. En primer lugar, aumentar el plazo hasta al menos 20 años. Un proyecto educaciona­l que cambia la vida de los estudiante­s, que aumenta sus ingresos sustancial­mente en más del 10% y que les obliga a devolver solo ese 10% como tope y por 20 años durante el ciclo de vida donde sus ingresos más crecen, no debiera limitarse.

En segundo lugar, requiere revisar los aranceles de referencia ligándolos más a la calidad. Esto existe a través de los años de acreditaci­ón, pero es perfectibl­e. Es fundamenta­l que los mayores aranceles de referencia sean para mejores carreras e institucio­nes. Para ello, es necesario complement­ar explícitam­ente los actuales “años de acreditaci­ón” con la empleabili­dad de los alumnos, lo que es particular­mente importante en el sector técnico-profesiona­l. Esto inducirá a todas las institucio­nes a reforzar su vínculo con la empresa y así aumentar la pertinenci­a de sus carreras, esencia de lo que es calidad.

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