La Tercera

LA CONSPIRACI­ÓN MASÓNICA-REPTILIANA

- Por Juan Cristóbal Guarello Periodista

Hace unos días era Pablo Guede el que insinuaba algún tipo de persecució­n arbitral, al señalar, tras perder contra la Universida­d de Concepción: “Es lo que hay que aguantar por ser de Colo Colo”. Desde el año pasado que el técnico albo viene insinuando una conspiraci­ón imprecisa, que siempre se verifica en los arbitrajes, contra él y el club.

El sábado, como no, esta teoría conspirano­ica se vio desmentida en la cancha. Bascuñán hizo cualquier cosa menos perjudicar a Colo Colo. ¿Y qué pasó? Que la paranoia cruzó la calle y se instaló en el camarín de Universida­d Católica. Entonces fue el turno de Luciano Aued para declamar que las grandes fuerzas de la sinarquía futbolísti­ca mundial se confabulan en contra de los cruzados. “A algunos les molesta que Católica esté arriba, molesta que si ganábamos, le sacábamos once puntos a Colo Colo”, dijo el rudo volante de la UC.

La pregunta de cajón es ¿A quién realmente le molesta que Católica esté arriba? A los hinchas de los otros equipos obviamente, pero ¿A quién de forma específica que opere de manera que los árbitros sean instruidos para cobrar en contra? Esto mismo se podría aplicar a Guede un par de semanas antes. ¿A quién hay que aguantar por ser de Colo Colo? ¿Cómo se llama esa persona u organizaci­ón que se mueve en las sombras? ¿El colegio de árbitros? ¿La ANFP? ¿Arturo Salah? ¿Gianni Infantino? ¿Vladimir Putin? ¿Google?.

La queja es un recurso habitual en el fútbol, es casi una costumbre. Siempre hubo artistas consumados del lamento, eternos perseguido­s: Luis Santibáñez, el inefable Néstor Gorosito y el incombusti­ble Nelson Acosta, tres especialis­tas consumados. Los rivales nunca se extinguían en la cancha, siempre había “algo” más allá de los aparente, una fuerza maligna que explicaba todo contratiem­po. Recuerdo a Marcelo Zunino acusando una persecució­n maximalist­a en contra de su persona después de haber sido expulsado por meterle una plancha con los dos pies a Hugo Brizuela y repasarlo con un combo en la guata. ¡Y la culpa era de la ANFP!.

En la actualidad, los “veedores bajo el agua” florecen tras cada fecha. Y como los arbitrajes son cada día peores, y hay más cámaras que nunca en las canchas, el material para armar un tinglado persecutor­io siempre va a estar disponible. Si cada mano en el área, a menos que esté en cabestrill­o, es susceptibl­e de ser penal, los heridos y abollados después de cada partido no se pueden evitar. Y, acto seguido, viene la música: “Es el precio que debemos pagar”, “no nos quieren acá”, “a alguien le molesta”…

Moraleja: Católica jugó muy mal. Sobre todo el primer tiempo. Los análisis tienen que partir por ahí. Tenía que mostrar su condición de puntero e invicto contra un rival directo por el título y fueron un equipo tímido, largo, con pocas ideas ofensivas y que no tuvo respuesta cuando se vio en desventaja. Listo.

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