La Tercera

De comisiones y legislació­n

- ABIERTO Jorge Burgos Abogado

Parto con una obviedad, pero increíblem­ente necesaria producto de declaracio­nes ni más ni menos de legislador­es. Algunos han sostenido que los grupos de trabajo que ha convocado el Presidente de la República pueden alterar la sede natural del debate. Nada más lejos de la realidad, pues dichas comisiones o grupos de trabajo ejecutan un trabajo previo, bien sea, a futuras políticas públicas que surjan de la potestad reglamenta­ria del Presidente o de leyes que necesariam­ente surgirán de la discusión parlamenta­ria, donde la propuesta puede ser aceptada, modificada total, parcialmen­te o definitiva­mente rechazada.

Desde el 90 a esta parte han existido diversas comisiones convocadas por los mandatario­s. Algunas han sido exitosas otras ni se recuerdan, pero lo que nunca había ocurrido es que se pusiera en duda la legitimida­d de intentar acordar propuestas en temas de interés transversa­l.

Si esta discusión inédita pretende constituir una forma de hacer oposición, se trata de una pésima noticia. Tal como en los temas de la infancia y seguridad se optó por esfuerzos plurales prelegisla­tivos, en otros todo indica se optará por proponer proyectos de su exclusivo cuño, sin perjuicio de las mociones parlamenta­rias con que se encontrará en el trámite.

Dos de ellas parecen inevitable­s y una particular­mente urgente. Un par de ideas sobre ellas: a propósito de un acuerdo anunciado por el Tribunal Constituci­onal (TC) ha surgido un debate sobre modificaci­ones al órgano constituci­onal. Para la discusión que se viene, sería bueno no olvidar que los TC son en esencia órganos contra mayoritari­os, autónomos, al que el propio legislador le entrega la facultad de validar o invalidar los proyectos de ley y las leyes vigentes, según su grado de conformida­d con los principios y reglas de la Constituci­ón.

A partir de un fallo, poco deferente, como con razón se ha sostenido, sería muy negativo olvidar la importanci­a de la existencia de un órgano de estas caracterís­ticas. Que la discusión se centre en la forma y modo en que conoce, en la forma en que se designan sus integrante­s y en crear las condicione­s jurídicas para evitar se transforme en una tercera cámara a la que se acude para definir cuestiones de mérito u oportunida­d.

De especial urgencia legislativ­a es tener a la brevedad un estatuto moderno de migración. La actual ley tiene más de 40 años de vigencia, responde a una situación política, social, económica totalmente distinta a la actual. Sus vetustas normas no pasan ningún estándar, en buena parte es inaplicabl­e por su alto grado de discrecion­alidad administra­tiva y si se aplica los tribunales han sido duros, y con razón, en no aceptarla.

Hay aquí un tema pendiente, que por angas o por mangas, ningún gobierno la enfrentó.

Llegó la hora. Vamos a ver qué proponen. Da la impresión que mucha claridad aún no hay.

Aún es tiempo para intenar la búsqueda de grandes acuerdos que pongan por delante el interés común en los asuntos pendientes de nuestra sociedad. Al final, es lo que más sintoniza con la ciudadanía.

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