El enredo de identidad de género
Más allá de las frases correctas a raíz del éxito de la película Una mujer fantástica, buena parte de la derecha conservadora piensa igual que la frase de la columnista y filósofa Tere Marinovic, que trató a las mujeres trans como “hombres disfrazados de mujeres”. Ese mundo tiene su reflejo político en la oposición que ha armado sobre la ley de identidad de género la senadora Jacqueline van Rysselberghe, presidenta de la UDI.
Lo más llamativo de las amenazas que esgrimió la senadora es que lo hizo mucho antes de cualquier acción legislativa concreta, mostrando cuántas ronchas saca en ese mundo la mera mención al asunto de la identidad de género. Dicha oposición no es solo de la senadora y la mayoría de la UDI, sino que alcanza también a la bancada de RN, prometiendo convertirse en un conflicto mayor del oficialismo por un tema que no está en su programa de gobierno y que fue levantado al clamor del impacto de la película ganadora del Oscar.
Entonces, ¿por qué el gobierno levanta este tema? Más aún, ¿por qué La Moneda levanta un conflicto mayor al anunciar que su decisión será permitir a los mayores de 14 acceder al cambio de sexo registral si sabe que tendrá a la mayoría del oficialismo parlamentario en contra? Parece un autogol en momentos en que el gobierno ha ganado un gran punto comunicacional al levantar comisiones sobre temas que están en el máximo interés de la opinión pública y lograr aislar al PS en su negativa a concurrir.
También es una jugada riesgosa para la derecha. La reciente encuesta Adimark mostró a un gobierno con el apoyo más bajo en el primer mes de la última década y que su fuerza está en los sectores altos, o sea donde hay más votantes duros de derecha. Una indicación demasiado liberal para muchos, además de abrir un conflicto con el peso conservador del piñerismo, es también una invitación a José Antonio Kast -a quien se le agotó la victimización por las agresiones que ha sufrido- a volver a subir en la agenda. El exdiputado se maneja como nadie en la manipulación mediática, y si toma este tema dejará al oficialismo muy complicado con lo que en redes sociales denominan “rayo derechizador”.
Pero no todo es complacer a la derecha, como plantean quienes defienden la alternativa del gobierno. El tema de identidad de género no es de bajo impacto en la opinión pública. Además del éxito de la película, que tuvo 19 puntos de ráting cuando fue exhibida en televisión pública, también hay que recordar el reportaje de revista Qué Pasa sobre Alessia Injoque, una mujer trans con un cargo de alta responsabilidad en el retail y que se convirtió en otro símbolo, esta vez desde la industria, de la apertura de los chilenos a este tema. Al gobierno, que sigue estando demasiado marcado hacia el conservadurismo, una apertura liberal le viene de anillo al dedo y le permite reconquistar los sectores de clase media que le dieron el triunfo.
Esto explica entonces que, previendo la oleada que vendrá desde la UDI, el ministro Hernán Larraín, en un fuera de micrófono sospechoso, decidió hacer otros gestos hacia ese partido. En su consejo general atacó a la judicatura acusándola de ser de izquierda, para ganarse a la galería ultramontana que puebla ese partido. Más que mal, le vendrá dura al ministro, pues buena parte de la tramitación del proyecto de identidad de género caerá en su cartera. Habrá entonces que ver si la UDI esta vez acepta callada la humillación, como lo hizo en su tiempo con la declaración del Presidente sobre los “cómplices pasivos”.