El primer ataque de EE.UU. en Damasco
El 21 de agosto de 2013, el ataque químico más importante de la guerra de Siria conmocionó al mundo: 1.400 muertos, cientos de ellos niños, en Guta. Fue precisamente este mismo suburbio de Damasco el que el pasado sábado volvió a ser golpeado.
En 2013, Barack Obama advirtió que Basher Assad había traspasado una “línea roja”, pero finalmente no intervino militarmente ya que el régimen, con mediación de Rusia, se comprometió a entregar su arsenal químico. Sin embargo, las promesas Assad quedaron en el aire. Una investigación de la ONU publicada en septiembre de 2017 contabilizó 24 ataques químicos desde 2013. La lista atribuía 19 de los ataques al régimen de Assad y en seis casos decía que no se había podido identificar al responsable. En todos ellos se utilizó gas cloro o gas sarín, prohibidos internacionalmente.
El último ataque químico del sábado llega cuando justo se acababa de cumplir un año del ataque devastador con gas sarín del 4 de abril de 2017, que dejó aproximadamente 100 muertos en la provincia de Idlib, también bajo control rebelde.
A diferencia de Obama, Donald Trump consideró que se había cruzado una línea roja. Así, el 6 de abril de 2017 ordenó el bombardeo de la base aérea de Shayrat (Homs) con 59 misiles Tomahawk. Fue un golpe quirúrgico. No murió ningún soldado estadounidense ni ruso. De paso, se liquidó el 20% de la aviación de combate siria.
Trump decidió atacar Siria cuando comía el postre con el Presidente chino, Xi Jinping, durante la visita a su residencia en Florida.