La Tercera

SÍNTOMAS

- Por Fernando Solabarrie­ta Periodista y panelista de El Deportivo

De una enfermedad larga, complicada y para muchos inadvertid­a. Todo lo que ha ocurrido en Colo Colo durante el último tiempo responde a una serie de señales propias de una institució­n que hace tiempo padece un mal.

La renuncia con elástico de Pablo Guede y la impresenta­ble conferenci­a de prensa posterior se suman a una serie de hechos que evidencian una crisis profunda. Todo partió hace mucho tiempo, con una suerte de guerra civil interna que ine- xorablemen­te traería fatales consecuenc­ias. El directorio de Blanco y Negro está dividido. Al punto que su disputa está en los tribunales de justicia.

La Corporació­n, que se había mantenido firme y unida en su rol de opositora, ahora también presenta grietas y divisiones, fruto de un acuerdo peligroso que la hizo pasar al oficialism­o.

Antes ya se habían manejado muy mal una serie de situacione­s, como la del gerente deportivo y su salida o la política de refuerzos. Luegadores go pasamos a un vestuario revuelto, que viene así desde hace un tiempo, la salida de Justo Villar y el conflicto que existió con Gonzalo Fierro son un ejemplo.

Lo de Julio Barroso y su twitter no es nuevo, o no se acuerdan de las declaracio­nes del defensor en contra de José Luis Sierra, quien era, nada más y nada menos que su jefe.

El desgobiern­o y la crisis de autoridad son evidentes y casi por añadidura, los ju- han asumido un rol que no les correspond­e. Ellos tomaron un liderazgo ocupando un espacio vacío, ausente. Era lógico que en algún momento todo esto se notara en la cancha.

La reflexión y la pregunta que surge es por qué demoro tanto en evidenciar­se. Que Colo Colo pierda dos partidos seguidos parece normal, que ganara un campeonato asoma como un milagro en medio de esta crisis feroz. El diagnóstic­o es claro y rotundo. Ninguna institució­n puede funcionar si la cúpula está dividida y no tiene una dirección clara. Si quienes mandan no apuntan para el mismo lado, es imposible que un club funcione. Por lo mismo, el remedio y la solución también son evidentes, aunque no fáciles, más bien complejas. En este momento hay dos grupos económicos que mantienen a Colo Colo casi como un rehén. Su obligación es terminar con las egoístas diferencia­s personales y ponerse de acuerdo. De lo contrario, es necesario que asuman su fracaso y de una vez por todas, se vayan.b

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