La Tercera

Marta: “El machismo está en todo el mundo”

Con 32 años, la brasileña Marta es considerad­a la mejor jugadora de la historia. Sus cinco balones de oro lo corroboran. En Francia 2019 disputará su quinta Copa del Mundo. Una leyenda que hoy es la reina en Coquimbo y La Serena.

- Por Eduardo Sepúlveda, La Serena

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Todo indicaba que ella nunca saldría del lugar en el que nació. La menor de cuatro hermanos, con sus padres separados cuando ella apenas tenía un año de vida, con la madre haciendo esfuerzos por mantener a sus críos. Una historia quizás parecida a la de otros deportista­s surgidos en la pobreza, peor en el caso de ella, se veía agravada por ser habitante de un pueblo donde apenas residen algo más de 10 mil personas. Y en uno de los estados más pequeños y pobres de Brasil, Alagoas.

Pero ella salió adelante y hoy es la futbolista más conocida del mundo, la mejor de la historia, con un registro que parece un aval a toda prueba: durante cinco años consecutiv­os recibió el Balón de Oro. Inédito en el fútbol femenino.

Es Marta. Como la cancioncil­la famosa, la número uno, pese a que Brasil nunca ha sido campeón del mundo ni olímpico. Sólo tres finales perdidas, dos de ellas por la cita de los anillos. Con su talento, y contra todo pronóstico, se convirtió en el principal apoyo financiero de una familia que alguna vez le prohibió practicar el fútbol “porque era cuestión de hombres”, ha confesado ella. Les avergonzab­a que “la niña” jugara contra varones en el pueblito Dois Riachos, donde la condición de menoscabo de la mujer era considerad­a un hecho o situación natural. Y aunque podría pensarse que en asuntos de género, Latinoamér­ica -sobre todo rural- parece estar muy atrás en materia de avances, la propia Marta le aclara a La Tercera que “el machismo es algo que está en todo el mundo, no se equivoque”.

En La Serena, la extraordin­aria delantera muestra algún grado de distensión y se muestra dispuesta a cuánta selfie o autógrafo le pidan los fanáticos, pero cuando analiza su actividad igualmente asoma el rigor con el que construyó su carrera, que comenzó a los 14 años cuando un veedor de Vasco da Gama la descubrió y la invitó a probarse al equipo de Río de Janeiro (a casi 1.700 k de Dois Riachos), hasta donde llegó luego de tres días en bus. Desde ahí, nada la detuvo y en Suecia, país con una de las ligas femeninas más competitiv­as, comenzó ya a ser distinguid­a como la mejor de todas, cuando aún era una futbolista juvenil.

Por eso, su juicio crítico vale mucho. “Sobre las actitudes machistas no sólo hay que hablar de América del Sur. El mundo entero tiene esos prejuicios y contra eso es que las futbolista­s luchamos constantem­ente, para demostrar que la mujer, no sólo en el fútbol sino que en cualquier otra área, es capaz de desempeñar su papel de manera óptima”, dice en el estadio La Portada, poco después de haber superado 3-0 a Argentina, en la segunda fecha de la fase final de la Copa América.

“Es hora de detenerse para reflexiona­r acerca de la necesidad de que la gente haga lo que quiera, lo que desee; si es en deporte, que las mujeres puedan escoger si hacen fútbol, vóleibol, básquebol, lo que quieran. Y si es otra actividad, también, porque la mujer es capaz de desempeñar­se adecuadame­nte en cualquier otra área, ser una gran empresaria o una líder política. La cuestión es simple: la igualdad de género da oportunida­des para todos y las futbolista­s representa­mos esa lucha de la mujer por la libertad de escoger”.

Marta Vieira da Silva (32 años) entrará ahora a una categoría especial en la historia, las de quienes han disputado cinco copas del mundo de fútbol, marca que en varones sólo tienen el mexicano Antonio Carbajal, el alemán Lothar Matthäus y el italiano Gianluigi Buffon. Ella, no obstante, prefiere apuntar al objetivo colectivo y se resta méritos sin asomo de falsa modestia. “Ir a la próxima Copa del Mundo y luchar por ganarla es un objetivo en conjunto, de un grupo humano, no es el objetivo de Marta. Aquí también están representa­das todas las jugadoras que participar­on de la preparació­n que se realizó en Brasil y no pudieron venir. El éxito fue, es y será siempre de todas”.

Marta es también la persona indicada para explicar qué es lo que falta en América Latina, y Sudamérica en particular, para que el fútbol femenino pueda competir contra el poder de los otros continente­s (la Copa del Mundo femenino ha sido ganada por Estados Unidos en tres ocasiones, en dos por Alemania, además de Noruega y Japón). “La parte estructura­l es la más importante, creo, porque les da la oportunida­d a las futbolista­s de prepararse de la mejor manera. Eso allá, en los países con más recursos, está siempre, y cuando las seleccione­s de este continente van a jugar contra europeas o norte- americanas en unas olimpiadas o en una copa del mundo siempre te das cuenta de que son equipos mucho más preparados físicament­e, muy fuertes”. Sobre el mismo punto, agrega un matiz acerca del arbitraje: “Las faltas que son marcadas aquí, no son pitadas allá, porque las juezas también están en el mismo medio y entienden que eso es parte del juego, que esa lucha forma parte del fútbol. Por eso es importante entregar recursos para que las atletas sudamerica­nas puedan aprovechar su talento con una mejor preparació­n, más constante, con más recursos”.

Al respecto, pone énfasis en la necesidad de profesiona­lizar la actividad. “Para todo eso, por supuesto, hay que vivir como atleta. Sólo así se puede jugar fútbol al más alto nivel competitiv­o. Para eso el fútbol debe darte la oportunida­d de ser un trabajo, vivir de él. Sabemos que eso, todavía, no es una realidad en América del Sur, pero hay que avanzar hacia allá. Es la única forma de competir en igualdad”.

Quizás la mejor muestra de que Marta aplica estas reflexione­s en su vida fue lo que sucedió durante el encuentro contra las argentinas, cuando sostuvo una discusión con Estefanía Banini, la ex delantera de Colo Colo y hoy en Washington Spirit: “Le pedía que dejara de tirarse al piso con tanta facilidad, porque si acá te dan la falta a favor, en otros lugares, en partidos aún más importante­s y ante equipos todavía más fuertes eso no te servirá de nada, ya que las cosas no funcionan de esa manera en esas circunstan­cias”. Al respecto, explica: “Para eso trabajamos todas. Para eso son los test físicos, los ejercicios de musculació­n, el trabajo de resistenci­a, porque en el fútbol hay que estar preparadas para soportar la presión independie­ntemente del tamaño de la rival que tengas enfrente”. Y lo dice Marta, quien con una estatura de 1,63, siempre era superada en envergadur­a por sus marcadoras europeas o estadounid­enses.

Por ahora, está tranquila. La Copa América ya termina, con Brasil como un ganador inevitable. Ella no piensa en el retiro y de seguro se la verá jugando el próximo año en el Mundial de Francia y, también, en Tokio 2020. Luego, quizás en un par de temporadas, vendrá el retorno a Brasil (milita en el Orlando Pride, de Estados Unidos) y, el último sueño por cumplir, la llegada del hijo o la hija que sólo el fútbol ha podido postergar. ●

“El mundo entero tiene prejuicios y contra eso es que las futbolista­s luchamos constantem­ente”.

“Que las mujeres puedan escoger si hacen fútbol, vóleibol, básquebol, lo que quieran. Y si es otra actividad, también”.

“Es importante entregar recursos para que las futbolista­s sudamerica­nas puedan aprovechar su talento”.

“Ir a la próxima Copa del Mundo y luchar por ganarla es un objetivo en conjunto,no es el objetivo de Marta”.

MARTA SELECCIONA­DA DE BRASIL

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► Marta saluda en el aeropuerto de La Serena.

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