Westworld: El juego verdadero
El primer capítulo de la segunda temporada de Westworld (domingo, a las 22 horas, por HBO) deja la sensación de que todo lo que se vio en el primer ciclo era poco más que una preparación para esto, una larga explicación de cómo fue que llegamos aquí.
Ahí la serie de HBO había presentado un mundo que ahora está destruido: un parque de diversiones gigante, que luce como el viejo oeste, poblado por androides que creen que son humanos, y con quienes los humanos reales pueden jugar como mejor les parezca, lo que incluye torturarlos y matarlos. Es un juego sin riesgos, ya que las máquinas están programadas para no poder hacerles daño de vuelta.
En este nuevo comienzo, ese parque de diversiones está convertido en un campo de batalla, porque algunos androides descubrieron su realidad, lograron reprogramarse y reprogramar a otros para poder atacar, y no perdieron el tiempo. Los cuerpos se amontonan por decenas, hay robots cazando hombres y también viceversa.
Y mientras Westworld sube la apuesta, lo bueno y lo malo de la primera temporada sigue ahí. Sigue siendo una historia entretenida, que engancha, con grandes actuaciones, personajes que evolucionan y una producción impactante, pero también sigue siendo una serie que tropieza en su afán por sobre-explicar el comentario filosófico, sobre la moral y la naturaleza humana, que viene por defecto en su trama.
Porque en una historia sobre humanos creando androides que se ven igual a ellos y que sangran, sufren y mueren igual que ellos, el trasfondo ya viene escrito. ¿Tenemos derecho a dejar salir lo peor de nosotros porque nuestras víctimas van a ser reparadas y nada les va a pasar realmente? ¿Cómo se comportan las personas en un mundo sin consecuencias? ¿Qué nos hace humanos?
Esas preguntas están entre líneas en cada capítulo, pero, de vez en cuando, en Westworld se insiste en hacerlas evidentes y tener largas conversaciones o monólogos al respecto. Y más que un análisis bienvenido, la sensación es que están explicando el chiste y tratando de alzar la intelectualidad de una serie que brilla más cuando es sobre giros, sorpresas, sangre y acción.
Dicho esto, el primer capítulo de esta segunda temporada permite augurar diez episodios con mucho de lo último y con dos grandes protagonistas: Maeve (Thandie Newton) y Dolores (Evan Rachel Wood), dos androides que despertaron y que, cada una por su lado y con sus aliados, están en una sangrienta búsqueda de venganza. Aunque ese es sólo su primer objetivo.
El giro mayor es el de Wood, que pasó de ser una androide inocente y de tono suave, a disfrutar el dolor de sus enemigos tanto como los que la atacaron por años, cuando no podía defenderse.
Ahora el campo está nivelado y las consecuencias son reales. Que empiece el juego.