Un secreto bien guardado
No se puede hablar de El festín. Es una obra de teatro íntimo y participativo apoyada en la sorpresa y hay detalles que no conviene revelar. Esta crítica podría empezar así: “Una actriz a medio vestir te abre la puerta para…”. Perdón, no debo contar eso. Puedo explicar entonces lo que pasa antes. La cita es a las 21 horas en el frontis de un edificio y por el citófono recibo la instrucción de subir las escaleras hacia un departamento real del barrio Bellavista. No sé nada del elenco ni de la historia. Ninguna pista o indicio.
La actriz Lorena Faúndez abre la puerta y arranca una experiencia donde los límites de la realidad y la ficción se diluyen. Participé en El festín junto a diez desconocidos, entre ellos, un abogado, una psicóloga, un chef, una bailarina, una vendedora de autos muy locuaz. Compartimos unas copas de vino y un picoteo. El espectador decide si se mantiene pasivo en esta comedia negra o toma partido. Los curiosos se animan a intervenir e interactuar con los habitantes del departamento. Bailas con ellos, te tocan, brindas y cantas. Al chef, por ejemplo, se le pidió ir a buscar a un personaje desconocido a una habitación. Yo me conformé con permanecer callado y fisgonear en el librero, donde encontré la novela El festín, de Geoff Nicholson, quizá la inspiración inicial para la puesta en escena.
Dirigida y protagonizada por Felipe Vergara, el montaje es una delicia para el voyeur. La historia utiliza los mismos recursos de las obras de misterio, sazonadas con el atractivo de hacernos sentir cóm- plices en la invasión de la vida privada, la vulnerabilidad del espacio personal. La escenografía es un pequeño living, sin más decoración que los muebles y objetos elegidos por los dueños. La trama no esconde nada violento, agresivo ni peligroso, es un juego de disfraces, de caretas, mentiras y verdades. Nadie es quien dice ser. Uno se pregunta: ¿quién, después de todo, está diciendo la verdad? Tranquilo, director, no contaré más.
El festín engancha al público en las primeras dos horas gracias al carisma de Lorena Faúndez, con talento para la comedia. En la tercera hora esa atención se diluye y el último tramo se vuelve reiterativo. Demasiadas explicaciones para que todo encaje. Son las 23.30 horas. Empiezo a moverme en el asiento y a mirar la hora en el teléfono. Los logros del montaje radican más en su formato -incómodo para al espectador tradicionalque en las interpretaciones y dirección. Luego de algunas vueltas de tuerca, la historia de tono ligero toma un rumbo diferente al previsto. Es casi medianoche y la obra termina. Con actuaciones disparejas y en diferentes registros, no sería mala idea sintetizarla a estrictas dos horas. Como en estos días se agradece algo de humor, no cuesta augurar una exitosa segunda parte desde fines de junio según anuncia el elenco.
EL FESTIN
DIR.: FELIPE VERGARA
De martes a sábado a las 21.00 h. Entradas a $ 15.000 en atrapalo.cl. La dirección exacta de la función se recibe al comprar la entrada.