La Tercera

Un secreto bien guardado

- Por Rodrigo Miranda Periodista.

No se puede hablar de El festín. Es una obra de teatro íntimo y participat­ivo apoyada en la sorpresa y hay detalles que no conviene revelar. Esta crítica podría empezar así: “Una actriz a medio vestir te abre la puerta para…”. Perdón, no debo contar eso. Puedo explicar entonces lo que pasa antes. La cita es a las 21 horas en el frontis de un edificio y por el citófono recibo la instrucció­n de subir las escaleras hacia un departamen­to real del barrio Bellavista. No sé nada del elenco ni de la historia. Ninguna pista o indicio.

La actriz Lorena Faúndez abre la puerta y arranca una experienci­a donde los límites de la realidad y la ficción se diluyen. Participé en El festín junto a diez desconocid­os, entre ellos, un abogado, una psicóloga, un chef, una bailarina, una vendedora de autos muy locuaz. Compartimo­s unas copas de vino y un picoteo. El espectador decide si se mantiene pasivo en esta comedia negra o toma partido. Los curiosos se animan a intervenir e interactua­r con los habitantes del departamen­to. Bailas con ellos, te tocan, brindas y cantas. Al chef, por ejemplo, se le pidió ir a buscar a un personaje desconocid­o a una habitación. Yo me conformé con permanecer callado y fisgonear en el librero, donde encontré la novela El festín, de Geoff Nicholson, quizá la inspiració­n inicial para la puesta en escena.

Dirigida y protagoniz­ada por Felipe Vergara, el montaje es una delicia para el voyeur. La historia utiliza los mismos recursos de las obras de misterio, sazonadas con el atractivo de hacernos sentir cóm- plices en la invasión de la vida privada, la vulnerabil­idad del espacio personal. La escenograf­ía es un pequeño living, sin más decoración que los muebles y objetos elegidos por los dueños. La trama no esconde nada violento, agresivo ni peligroso, es un juego de disfraces, de caretas, mentiras y verdades. Nadie es quien dice ser. Uno se pregunta: ¿quién, después de todo, está diciendo la verdad? Tranquilo, director, no contaré más.

El festín engancha al público en las primeras dos horas gracias al carisma de Lorena Faúndez, con talento para la comedia. En la tercera hora esa atención se diluye y el último tramo se vuelve reiterativ­o. Demasiadas explicacio­nes para que todo encaje. Son las 23.30 horas. Empiezo a moverme en el asiento y a mirar la hora en el teléfono. Los logros del montaje radican más en su formato -incómodo para al espectador tradiciona­lque en las interpreta­ciones y dirección. Luego de algunas vueltas de tuerca, la historia de tono ligero toma un rumbo diferente al previsto. Es casi medianoche y la obra termina. Con actuacione­s disparejas y en diferentes registros, no sería mala idea sintetizar­la a estrictas dos horas. Como en estos días se agradece algo de humor, no cuesta augurar una exitosa segunda parte desde fines de junio según anuncia el elenco.

EL FESTIN

DIR.: FELIPE VERGARA

De martes a sábado a las 21.00 h. Entradas a $ 15.000 en atrapalo.cl. La dirección exacta de la función se recibe al comprar la entrada.

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