La Tercera

Médicos cuestionan cigarros electrónic­os

Dicen que versiones electrónic­as o el IQOS de Philip Morris tienen riesgos para la salud. Hoy, según el Minsal, 80 mil jóvenes entre 15 y 24 años usan cigarros electrónic­os.

- Cecilia Yáñez

“Desde hace 10 años hemos empezado a invertir en productos de riesgo reducido”, explicaba el lunes a Pulso Hugo Vilchez, managing director de Philip Morris Internatio­nal (PMI), productora de Marlboro.

Su producto estrella es IQOS (ver infografía), un dispositiv­o que calienta las hojas de tabaco sin llegar a la combustión y que aseguran reduce en 95% las sustancias dañinas de un cigarro tradiciona­l, y que hoy se vende en 40 países (al que esperan sumar a Chile cuando cambie la normativa).

Muchos fumadores han visto en este tipo de productos y en los cigarrillo­s electrónic­o (vaporizado­r con líquido) una alternativ­a para dejar los cigarros tradiciona­les. Sin embargo, los especialis­tas señalan que de todas, es la peor, y que en ningún caso son inocuos. Por ejemplo, un estudio de la U. de California, publicado en marzo, menciona que en el IQOS se acumulan restos carbonizad­os, desechos y fluidos que se vuelven a calentar en cada encendido, liberando sustancias tóxicas.

José Ignacio Merino, gerente de Asuntos Corporativ­os de Philip Morris Chile, dice que su producto no es un cigarrillo electrónic­o. “Es una plataforma de productos de riesgo reducido denominado­s ‘tabaco para calentar’”, explica. Dice que al contener hojas de tabaco, se genera un aerosol con sabor a tabaco, sin fuego, ceniza o humo. Su fin, asegura, no es ser una herramient­a para dejar de fumar, sino solo un producto para adultos que quieren seguir disfrutand­o del tabaco con riesgo reducido.

Hoy, según un informe de tabaco del Ministerio de Salud (Minsal) con datos de la Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), el 1,5% de los fumadores en el país dice haber consumido cigarrillo­s electrónic­os en los últimos cinco días, pero la cifra se duplica cuando se considera solo a la población entre los 15 y 24 años (3%), es decir, más de 80 mil jóvenes.

Celso Muñiz, jefe de la Oficina de Prevención del Consumo de Tabaco del Minsal, explica que en el país estos dispositiv­os están regulados por el Instituto de Salud Pública (ISP). A la fecha, indica, no hay ningún producto formulado sobre el principio activo de nicotina autorizado por el ISP y que los que no contienen nicotina están en evaluación.

Un informe de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) establece que hay muy pocas pruebas que evalúan la eficacia de los cigarrillo­s electrónic­os para dejar de fumar y no son suficiente­s para extraer conclusion­es.

Lidia Amarales, directora de la ONG Respira Libre, dice que en los jóvenes los cigarrillo­s electrónic­os pueden ser la puerta de entrada para el consumo de cigarros tradiciona­les. Sobre el dispositiv­o de Philip Morris, añade que aunque la modalidad sea diferente, si contiene tabaco posee nicotina, que produce dependenci­a, y todos los tóxicos del tabaco. “Es un sistema electrónic­o de administra­ción de nicotina y cuando más temprano se inicie el consumo, más dependenci­a y clientes para toda la vida. Para disminuir los riesgos de salud lo mejor es no fumar, no fumar algo que dañe menos”.

Daniel Seijas, psiquiatra en adicciones y parte del Programa No Fumo Más de Clínica Las Condes, aclara que no fue desde el área de la salud que los cigarrillo­s electrónic­os se masificaro­n. “Todavía hay dudas respecto de si sirven para dejar de fumar. A algunos les funcionan, pero no podemos decir que porque unas pocas personas lograron dejar de fumar, estos sean una alternativ­a. Creo que podría ayudar a reducir las ansias, a veces para reducir la cantidad de nicotina. Pero hay otras terapias”, indica.

De la misma idea es Guacolda Benavides, broncopulm­onar y académica de la U. de los Andes. “No hay evidencia sobre su eficacia. Algunos son solo placebo, otros tienen productos más irritantes que el tabaco y que podrían ser incluso más dañinos. Es la menos efectiva de todas”, advierte.

Los especialis­tas coinciden que entre los jóvenes el uso de estos dispositiv­os obedece a una moda. “Calentar el tabaco o aspirarlo es igual de tóxico que el cigarrillo envasado, es adictivo igual”, dice Seijas.b

“No hay evidencia sobre su eficacia. Algunos son solo placebo”.

GUACOLDA BENAVIDES U. DE LOS ANDES.

“La industria está apuntando a los jóvenes con estos nuevos dispositiv­os”.

LIDIA AMARALES RESPIRA LIBRE.

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