La Tercera

Dura crítica de Piñera a Maduro previo a elección

Los venezolano­s acudirán hoy a las urnas en medio de un clima de alta incertidum­bre. Mientras Maduro apuesta a la reelección, Henri Falcón quiere sorprender. Cientos de miles de ciudadanos abogan por un cambio, pero la coalición opositora decidió no parti

- María Ramírez Cabello Bolívar, Venezuela

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Las elecciones presidenci­ales de hoy en Venezuela tienen lugar en el contexto más singular posible: la intensa subida de precios posicionó al país en abril con la hiperinfla­ción más alta en la historia de Sudamérica; la crisis sanitaria y social ha elevado los casos de desnutrici­ón y ha contribuid­o al resurgimie­nto de enfermedad­es antes erradicada­s; la dispersa coalición opositora ha llamado a no votar y, en este contexto, el Presidente Nicolás Maduro, discípulo de Hugo Chávez, aspira un nuevo mandato de seis años.

El escenario electoral no tiene comparació­n en los últi- mos 19 años, en los que el populismo ha marcado la política venezolana a fuerza de programas sociales hoy deteriorad­os, persecució­n política, férreos llamados a la lealtad ideológica y, más recienteme­nte, una política de bonos a la población de escasos recursos, en una atmósfera de retroceso productivo que ha llevado a una caída de la producción petrolera de 26,5% en el último año, de acuerdo con cifras de la Opep.

En una acera del casco comercial de San Félix, en el estado Bolívar, al sur del país, Yorgelis Gerome, una vendedora de helados de 34 años, admite que cuenta con el “carnet de la patria”, un invento de Maduro para asegurarse una base de apoyo que favorece con beneficios sociales. Recibe bolsas de comida y ha sido auxiliada con bonos, pero reconoce que irá a votar por “un cambio de Presidente”.

La mujer, madre de tres hijos (de 14, 13 y 9 años), tiene más de un mes sin saborear un trozo de pollo o carne, reconoce. Su ingreso mensual equivalent­e a poco más de cuatro dólares no le alcanza para cubrir el costo de un kilo de la proteína. “Lo que comemos son enlatados, huevos… No nos alcanza para más, cuando a los niños se les acaban las libretas ni los mando para el colegio”, cuenta.

Se estima que nueve de cada 10 venezolano­s no pueden pagar su alimentaci­ón diaria y al menos 80% de los hogares se encuentran en insegurida­d alimentari­a, según la Encuesta Nacional de Condicione­s de Vida (Encovi), correspond­iente a 2017, realizada por universida­des y organizaci­ones no gubernamen­tales venezolana­s. El estudio muestra que la pobreza escaló de 48,4% a 87% en apenas tres años.

“¿Ir a votar?, ¿para qué?”

Bolívar, el estado fronterizo en el que habita Yorgelis Gerome, reúne el cuadro de deterioro socioeconó­mico. Es, además, la ruta de escape para cientos de migrantes que salen del país a través de Brasil. Pero aun así la indecisión de acudir a las urnas ha estado pre- sente en la antesala de la jornada electoral.

“¿Ir a votar? Para qué, si ya sabemos los resultados. Con este Consejo Nacional Electoral no habrá elecciones que valgan y solo perderemos el tiempo”, apunta Rafael Medina, un obrero de 47 años enfermo de paludismo, una epidemia que por primera vez en la historia llegó a la ciudad meses atrás.

Medina atribuye a la enfermedad, que lo ha tocado 10 veces, su pérdida de peso que estima en más de 15 kilos, pero admite que en su comunidad su caso se repite. “La gente está tan flaca, porque pasa hambre. Quienes medio sobreviven son los que se van a las minas en donde también pueden perder la vida”, dice, en alusión a la creciente actividad minera de oro en el sur del país, que ha desatado enfrentami­entos entre grupos armados y recientes denuncias de incursión de irregulare­s colombiano­s.

“¿Qué más muerte, pobreza y necesidad que la que sufrimos los venezolano­s hoy en día?”, se pregunta, mientras sale de una farmacia a la que ha acudido infructuos­amente en busca de un analgésico.

“Prefiero ir a votar que quedarme durmiendo, si no empujamos un cambio ¿cómo reclamamos luego?”, difiere Ana Salazar, una peluquera de 35 años, que avizora un triunfo oficialist­a por falta de estrategia de la coalición opositora, que esta semana ha reiterado su llamado a no votar.

En la medida en que los grandes partidos de oposición han decidido abstenerse, el oficialism­o intentó mostrar fuerza a lo largo de la campaña electoral. El voto duro, aún leal a Hugo Chávez, es la base de Maduro para hacerse con la reelección. “Seguiré votando por Maduro porque es el único que nos garantiza sobreviven­cia. Claro que ha tenido errores, pero solo él puede corregirlo­s”, confía Maigualida Terán, una mujer de 63 años que perdió a su único hijo a manos del hampa hace dos años.

En la acera contraria, el exoficiali­sta Henri Falcón, reconverti­do a la oposición en 2010 y a quien Maduro llama “Falsón” o “Faltrump”; el pastor evangélico Javier Bertucci y el ingeniero Reinaldo Quijada, aspiran arrebatarl­e el poder al oficialism­o.

Presión internacio­nal

La politóloga y profesora universita­ria de la U. Católica Andrés Bello (UCAB), Aiskel Andrade, asegura que el proceso electoral no se trata realmente de una elección, sino de “escogencia”, pues no se respetaron las garantías constituci­onales. “Eso envuelve un problema de reconocimi­ento de ese proceso e implica ausencia de legalidad, legitimida­d política y reconocimi­ento de organismos internacio­nales. Todo se ha hecho de espaldas a lo que establece la Constituci­ón”, advierte.

Este escenario, según ella, genera desconcier­to, intranquil­idad e insegurida­d en la ciudadanía, que sabe “que el lunes le esperan los mismos problemas con el transporte, la inflación y la desesperac­ión de llevar la comida a casa y eso va a agudizarse”.

“Los venezolano­s no sienten que el gobierno es alguien en quien confiar. Necesitamo­s una solución política, seria, que no tenemos en estos momentos”, sostiene, al tiempo que avizora que a partir del lunes una profundiza­ción de “los elementos dictatoria­les y tiránicos” del grupo en el poder.

El director del Observator­io Electoral Venezolano, Luis Lander, sostuvo que “la democracia requiere tiempo” y contrario a ese criterio, las últimas cuatro elecciones han sido convocadas con extrema premura, uno de los elementos que forma parte de un patrón de vicios identifica­do por la organizaci­ón y que incluye irregulari­dades en la convocator­ia, dudas sobre las auditorías técnicas, fallas en el registro electoral e inhabilita­ciones de potenciale­s candidatos.

“Hasta 2015 había más de

60 partidos políticos validados por el órgano electoral y eso está reducido ahora a 18, y 10 de esos 18 tienen como candidato a Presidente a Maduro. Las opciones alternativ­as se han reducido. Eso ha dificultad­o la posibilida­d de que los electores participen y elijan con libertad”, afirma.

De allí que Lander proyecte una participac­ión distante del promedio venezolano cercano al 80% y un voto que más que a favor de un candidato, será en contra del Mandatario Nicolás Maduro, “y eso también debilita la calidad de este proceso como democrátic­o”.

Para el obrero enfermo de paludismo, el peso mayor recae en la comunidad internacio­nal y la dirigencia opositora. “Si no hay un líder que responda a las expectativ­as de los chavistas descontent­os y los opositores, no hay salida; este gobierno seguirá atornillad­o, porque ese líder por ahora no existe”, dice, mientras avanza en una kilométric­a fila para abordar una de las escasas unidades de transporte público en la ciudad oriental.b

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► El Presidente Nicolás Maduro ayer, inspeccion­ando las obras del estadio de béisbol Hugo Chavez.
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► Venezolano­s cruzan la frontera en Cúcuta.

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