La Tercera

Real Madrid, campeón gracias a Bale y al arquero rival

El Madrid vence al Liverpool, sella el tricampeon­ato y suma su 13er título de campeones continenta­les. La lesión de Salah y las atrocidade­s del portero Karius sepultan a los ingleses. Bale anota un gol de antología.

- Juan B. Marchant

51-53

¿Cómo sanar si el mejor de un equipo sale lesionado? ¿Cómo ignorar esas lágrimas que agobian el ímpetu de sus compañeros? El Liverpool nunca encontró las respuestas. Con Mohamed Salah dominaron, fueron superiores, hicieron ver al Real Madrid como un equipo asustado y confundido.

Durante 30 minutos, el ahora tricampeón de la Champions League estuvo a merced de las fantasías de Mané, Firmino y el egipcio. Wijnaldum y Milner reinaban en el mediocampo. Robertson y Alexander-Arnold comandaban las bandas. Mientras Cristiano y Benzey ma eran simples sombras.

Había miedo. Los de Zidane se desconcert­aban por la presión, la rapidez y la atención de sus rivales. Pero a los 30’ vino el momento que cambió el partido. Por más que se quiera, es imposible saber qué habría sucedido si Sergio Ramos no hubiese lesionado a Salah. El español agarró el brazo del egipcio haciéndolo caer y en una voltereta el hombro sufrió el peso de todo su cuerpo. De inmediato gritó. Y tras intentarlo y no poder seguir, lloró camino a camarines.

El Real Madrid se fue con todo. ¿Cómo no hacerlo, si la principal amenaza dejó de rondar? Hubo vía libre para Marcelo y Carvajal por los flancos. El mediocampo, además, adelantó sus líneas el ataque empezó a inquietar a Karius. Hasta un gol consiguier­on, aunque fue correctame­nte anulado.

Klopp estaba amarrado. Tenía una responsabi­lidad: levantar mentalment­e a sus dirigidos. En la parte futbolísti­ca era imposible. Porque sin Salah el cuadro inglés es del montón. Un vistazo rápido a la lista de suplentes da cuenta de ello.

Los merengues impusieron su jerarquía. Sabiendo bien lo que encontrarí­an, teniendo claro la limitada banca de Klopp. No obstante, la apertura de la cuenta llegó de la manera más surrealist­a e impensada en una final así: cuando Karius quiso entregar el balón con la mano, Benzema interpuso su pierna y la pelota ingresó lentamente. Un chiste.

Karius personific­a la sima mental en la que cayeron los Reds, de la que no pudo sacarlos su técnico. Si bien empataron solo cinco minutos después, volvieron a ceder en el juego.

Para peor suerte de los británicos, Zidane le dio 30 minutos a la BBC haciendo ingresar a Bale. Y el galés se hizo encargo de todo. En su primera pelota se elevó como nadie y firmó una imagen para la historia: una hermosa chilena inatajable.

El Liverpool buscó la paridad con esfuerzo y poco fútbol. Mané estrelló la pelota en el poste y no hubo más. Es que Karius, el villano, le dio el golpe de muerte a su escuadra. Le regaló el 3-1 al Real Madrid, luego de un lejano disparo de Bale que dejó ir con manos de mantequill­a. Manos de merengue, en esta caso.

El Real Madrid es tricampeón de la Champions. Lo hizo mejor y la suerte le favoreció. Desde que se fue Salah de la cancha. ●

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► El plantel y el cuerpo técnico del Real Madrid levantan la Orejona, la decimoterc­era en la historia merengue.
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