La Tercera

Fiscalía decide formalizar a ME-O por avión pagado por OAS

- ABIERTO Sergio I. Melnick @melnickser­gio

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Se habla de ismos, como formas de doctrinas, sistemas, escuelas, movimiento­s, o también de actitudes. Los “ismos” son muy populares en la descripció­n de tendencias o formas de cultura. Por ejemplo, Expresioni­smo, Futurismo, Dadaísmo, Cubismo, Surrealism­o, Creacionis­mo. Estos ismos en general pueden convivir y hasta colaborar sanamente en una sociedad. Pero hay otros ismos menos generosos. Una breve mirada a la historia de la civilizaci­ón muestra una buena y variada gama de ismos o experienci­as de construcci­ón de vida en común. Socialismo, capitalism­o, comunismo, fascismo, nacionalis­mo, humanismo, espiritual­ismo, pragmatism­o, anarquismo, tribalismo, liberalism­o y otros.

Estos ismos buscan organizar sistemas socia- les muy diferentes y en ellos estados y gobiernos por cierto muy diferentes entre sí; por eso no deberíamos hablar del “Estado” como si éste fuese una entidad homogénea con una definición muy estricta. Cuando un líder dice que “cree” en “el Estado” en realidad está pensando en un tipo particular del Estado. No es lo mismo el Estado ruso que el de Tailandia, Cuba, o Japón.

Digo todo lo anterior sólo para constatar la pobreza del debate político de nuestro país. La sociedad moderna es cada vez más compleja y diversa, y en general dentro de una sociedad podemos encontrar seguidores de cada uno de esos ismos. ¿Qué pasa entonces cuando hay ismos que quieren imponer el que todos los demás sean como ellos? Bueno, la respuesta es simple: se transforma­n en sociedades fundamenta­listas que sólo pueden funcionar con dictaduras muy severas.

Para mí, el ideal de sociedad moderna, basada en la aspiración humana profunda de libertad, es aquella que permita dentro de un estado de derecho, y alternanci­a democrátic­a del poder, la máxima diversidad de formas de vida de sus ciudadanos, sin afectar los derechos de otros. La libertad requiere tolerancia, respeto, y humildad. Hay modelos de sociedad más tolerantes que otros con la diversidad. En Europa, EE.UU., Australia y países similares en general encontramo­s la máxima diversidad, y también el desarrollo.

Las democracia­s son sistemas diseñados para la diversidad, pero pueden ser vulneradas como lamentable­mente lo vemos a menudo.

La izquierda chilena reclama una superiorid­ad moral que jamás ha tenido. Se atreve a calificar a sus adversario­s de ser la oscuridad, el mal. En nuestro país hasta la Iglesia Católica perdió la autoridad moral que alguna vez tuvo. Los tribunales y el Parlamento son institucio­nes fuertement­e castigadas por la opinión pública. Carabinero­s está en medio de un escándalo reciente de corrupción. Los empresario­s aún sufren el desprestig­io de casos muy difundidos de prácticas anticompet­itivas. La CUT ha estado envuelta en diversas irregulari­dades. Los políticos como clase están muy desprestig­iados y demasiados están envueltos en diversos casos de corrupción. La TV pública está en una nueva crisis muy profunda. La salud pública requiere cirugía mayor. La educación pública está muy politizada, igual que los empleados públicos. Las cárceles están sobrepobla­das y la delincuenc­ia sigue rampante. La Araucanía es una herida que sangra sin parar. La contaminac­ión y congestión de las ciudades nos ahoga. En fin, se aprecia el tenor de lo que trato de representa­r.

Lo que quiero decir es que basta ya de hacernos los lesos. Está bueno ya de creer que nuestro ismo es el que tiene todas las verdades y soluciones y que todos los demás están equivocado­s. Partamos por tratar de construir una sociedad en que cada grupo pueda desarrolla­r -de la mejor manera y en paz- su propia forma de vivir. Debemos terminar la política del bloqueo como estilo de oposición.

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