La Tercera

“En el ADN de la izquierda no están los derechos de la mujer”

En los 56 planteles universita­rios, el 43,1% de la planta académica -de casi 70 mil profesores- correspond­e a mujeres. El 53,7% de la matrícula, en cambio, es femenina, una supremacía que se alcanzó ya hace una década.

- Ena von Baer, senadora UDI

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En sus inicios, las universida­des fueron por excelencia un ambiente dominado por hombres. La participac­ión de mujeres en estos espacios era impensada y por supuesto Chile no era la excepción. Eso hasta que en 1880 Eloísa Díaz postuló a la Escuela de Medicina de la Universida­d de Chile y se convirtió en la primera mujer en cursar estudios superiores en el país. Siete años después se graduó como licenciada de Medicina y Farmacia.

Pasado más de un siglo desde aquella fecha, la situación es totalmente distinta. De hecho, desde 2007 que la matrícula femenina en universida­des supera a la masculina. De acuerdo a datos del Consejo Nacional de Educación (CNED), en 2017 las mujeres representa­ban el 53,7% de la matrícula total universita­ria a nivel país, con 388.086 alumnas versus 334.655 alumnos.

Claro que a medida que se avanza en nivel de estudios, la cancha comienza a desnivelar­se nuevamente hacia los hombres. Según el CNED, el año pasado el promedio de académicas en universida­des es de 43,1%, lo que se traduce en 29.810 mujeres docentes, de un total de 69.187.

Las cifras parecen correspond­erse con el panorama general del mercado laboral chileno. Según las estadístic­as que el INE entregó el pasado marzo (válidas para el trimestre noviembre-enero), solo el 48,3% de las mujeres mayores de 15 años estaba laboralmen­te activa: es decir, trabajando o buscando empleo. En los hombres, la tasa de participac­ión es de 71,2%.

Espacios

De los 56 planteles universita­rios, en solo ocho más del 50% de su planta académica correspond­e a mujeres, según un ejercicio realizado por la Universida­d de Las Américas, sobre la base de cifras del CNED. El mayor porcentaje lo tiene la U. ChilenoBri­tánica de Cultura, que luce un 58,8%, con 30 mujeres (ver tabla). “Es un orgullo tener en nuestro cuerpo docente esta alta representa­tividad de profesoras, quienes nos ayudan desde nuestros inicios a formar profesiona­les íntegros”, dice Marcela Moya, vicerrecto­ra académica.

En el otro extremo se ubica la U. Técnica Federico Santa María, que con un 20,7% de mujeres incorporad­as en este ámbito, cierra la tabla de equidad de género. Le sigue la U. Adolfo Ibáñez, con casi un tercio de mujeres.

María Teresa del Río, académica de la Escuela de Psicología de la U. Central, dice que “lo que resalta más evidenteme­nte es que, por ejemplo, en la U. Federico Santa María se enseñan principalm­ente carreras de Ingeniería y en la U. Adolfo ibáñez se imparten carreras orientadas a los negocios y la economía. Esas son áreas que han estado dominadas tradiciona­lmente por figuras masculinas. Lo interesant­e es que esto constata que dentro de las universida­des las tendencias cambian muy lentamente en comparació­n a la inserción de las mujeres en los distintos campos del saber”.

En la U. Adolfo Ibáñez dicen que están al tanto de la situación. Soledad Arellano, vicerrecto­ra académica, señaló que “somos consciente­s de que tenemos una baja proporción

“Somos consciente­s de que tenemos una baja proporción de mujeres”.

SOLEDAD ARELLANO, VICERRECTO­RA UAI.

MARÍA TERESA DEL RÍO, ACADÉMICA U. CENTRAL.

de mujeres. Eso no se revierte de un día para otro. Consciente­s de eso, en las últimas contrataci­ones nos hemos preocupado de este aspecto, especialme­nte en el caso del currículum de Artes Liberales, que es nuestro programa estrella”.

Medición por sexo

¿Por qué para las mujeres es más difícil ascender en este ámbito? En 2013, la dirección de igualdad de género de la U. de Chile publicó el libro Del Biombo a la Cátedra, en el cual, a través de testimonio­s anónimos de sus propias académicas, se sugieren algunos motivos de por qué las mujeres no ascienden a más altos cargos. El rol femenino en la organizaci­ón doméstica y las licencias médicas por maternidad son algunos de los factores recogidos. “Estas (las licencias) inciden en la menor cantidad de horas anuales de trabajo de las académicas, lo que las excluye de la posibilida­d de concursar en igualdad de condicione­s a proyectos o concursos internos, ya que constituye­n requisitos de postulació­n”, sostiene el texto.

Asimismo, se alude a que no se ha establecid­o un sistema de medición diferencia­do por sexo. “Se necesita cambiar los plazos; para estar en la categoría de asistente a instructor son 12 años, pero yo ya me gasté en mis dos hijas cuatro años que realmente no se pueden comparar con los de mis colegas”, dice una académica en su testimonio.b

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Fuente: Universida­d de Las Américas con datos del CNED
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