La Tercera

VIOLENCIA ES VIOLENCIA

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SEÑOR DIRECTOR

Las imágenes de video disponible­s o la sola fotografía de un estudiante detenido en el Instituto Nacional, con su cuerpo expuesto, semidesnud­o, rodeado por operativos de Fuerzas Especiales, son muy graves.

A pesar de ello, en algunas declaracio­nes de autoridade­s (y en el silencio de otras), se instala la idea que esos actos policiales no son reprochabl­es ya que habrían respondido a actos de violencia de los propios estudiante­s. Se trata de una débil justificac­ión general que no se hace cargo de la mínima proporcion­alidad que debe existir en cualquier acto de fuerza policial. Pero el problema puede ser aún más grave. Esta forma generaliza­da de justificac­ión esconde un hecho fundamenta­l: que estamos frente a niños o adolescent­es. Y que nosotros somos adultos. Una distinción inviolable.

Aun en la situación más conflictiv­a en la puedan verse involucrad­os, la protección de niños y adolescent­es en su dignidad, integridad y derechos, es exigible a todo adulto. Si nuestros hijos trasgreden gravemente reglas de convivenci­a, establecem­os consecuenc­ias, o sanciones, pero no los violentamo­s. Esa lógica esencial sobre la responsabi­lidad del mundo adulto es la que debe, a su vez, permear todas y cada una de las acciones, reglas y dinámicas de los funcionari­os públicos. Especialme­nte, de efectivos policiales.

En un país donde los abusos y el maltrato contra los niños parecen comenzar a estar al centro del debate nacional, no nos podemos permitir criticar algunas formas de violencia, y callar sobre otras. Violencia es violencia.

Nicolás Espejo Vinka Jackson

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