La Tercera

“Lula no se siente culpable de ningún delito, confía en esta elección y no piensa en un plan B”

Boff, uno de los principale­s exponentes de la Teología de la Liberación, visitó a “su viejo amigo” justo cuando este cumplió un mes detenido en Curitiba. “Encontré a un hombre alegre, esperanzad­o, apenas un poco más delgado”, afirma en esta entrevista con

- Fernando Fuentes

El 7 de mayo pasado, justo al cumplirse un mes de la detención de Lula, uno de los principale­s exponentes de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff, visitó al exmandatar­io brasileño en la sede de la Policía Federal de Curitiba, donde se encuentra cumpliendo una condena de 12 años y un mes de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero. Un encuentro que el exsacerdot­e franciscan­o había intentado dos semanas antes, pero que se vio frustrado por la decisión de la jueza Carolina Lebbos, quien le impidió el acceso.

“(Lula) me pidió que le mandara un recado a los periodista­s y que les avisara que es candidatís­imo”, aseguró Boff tras la visita que le hizo en prisión al líder del Partido de los Trabajador­es (PT), quien lidera todos los sondeos de intención de voto para las elecciones presidenci­ales de octubre. En esta entrevista con La

Tercera, el teólogo se refiere al encuentro con “su viejo amigo” en Curitiba, al tiempo que reflexiona sobre el complejo escenario político que enfrenta Brasil.

¿Cómo fue su visita a Lula en Curitiba? ¿Cuál era el estado de ánimo del expresiden­te?

Yo fui invitado por él, el primero después de 30 días de prisión. Por sorpresa, encontré a un hombre como siempre lo conocí, alegre, esperanzad­o, apenas un poco más delgado. No se siente culpable de ningún delito. Eso lo indigna mucho. Hizo un desafío al juez Sérgio Moro y me pidió que lo transfirie­ra a la prensa: si este juez presenta sólo una sola prueba de que él es dueño del tríplex de Guarujá renuncia a ser candidato a la Presidenci­a y acepta la condena. Hasta ahora no se ha presentado ninguna prueba material, sólo ilaciones que no pueden servir de prueba. Y enfatizó que dijera a la prensa: “Soy candidatís­imo, quiero ser Presidente para radicaliza­r las políticas sociales que benefician a los pobres. Haré mucho más de lo que hice y devolveré la dignidad a nuestro país”.

¿Lula le habló sobre su rutina diaria en la cárcel?

Lula está instalado en una habitación amplia, con baño reservado y una televisión pero que sintoniza pocos canales, la mayoría de iglesias evangélica­s. Habló de su rutina: sigue haciendo lo que hacía antes: gimnasia, baño de sol (recreo al aire libre) por dos horas y mucha lectura, sea de libros históricos o de literatura espiritual. Como es un hombre religioso, descubrió la fuerza de la espiritual­idad en la línea que vivieron Gandhi y Mandela. Hace muchas reflexione­s sobre su vida, sobre la política que condujo y sobre los sueños que todavía quiere realizar en beneficio de las grandes mayorías siempre relegadas al margen. Este propósito inspiró su vida y no será ahora que lo abandonará. Dijo más: quien sobrevivió al hambre que mató a tantos de su región, puede soportarlo todo. Se entrega a un Mayor que hará justicia, pues lo que están haciendo con él es un ataque al pueblo más pobre que es la mayoría de Brasil; la elite de los adinerados nunca lo aceptó como Presidente. Tanto hizo que consiguió alejarlo para no poder ser candidato, elegirse e inaugurar una nueva hegemonía en el país, a partir de las grandes mayorías organizada­s y del PT que, si cometió errores, tiene mucho más méritos e hizo avanzar la justicia social en el país. Lo que ha animado mucho a Lula ha sido oír en su celda todos los días, a las 8.00 de la mañana el “buenos días Lula” y por la noche, el “buenas noches Lula” gritados por centenares que acamparon junto a la prisión y allí permanecen firmes con la visita de otros políticos, de artistas, de intelectua­les y otros líderes.

Usted dijo que Lula mandó a decir que era “candidatís­imo” para las elecciones de octubre. ¿Realmente cree que podrá ser candidato?

El 15 de agosto Lula, incluso preso, puede legalmente inscribir su candidatur­a. Puede ser cuestionad­a por el Tribunal Supremo Electoral. A continuaci­ón vienen los procedimie­ntos y recursos, los que demoran en ser todos efectuados. Si pierde en el STE sus abogados van a recurrir al Tribunal Supremo de Justicia. Habrá también el juicio con los debidos recursos y contestaci­ones por parte de sus abogados. Lula hizo el cálculo temporal; según él eso va más allá de las elecciones o hasta enero cuando, en caso de ser elegido, sería investido como Presidente. Él confía en esta elección. Él no piensa en un plan B. Quiere responder a las expectativ­as populares que manifiesta­n preferenci­a por él con un gran porcentaje y lejos del segundo puesto.

¿Por qué usted ha afirmado que “ya no existe democracia” en Brasil?

Vivimos en un estado de excepción, pues el gobierno con sus parlamenta­rios han hecho decenas de modificaci­ones en la Constituci­ón, sin ser elegidos para ello. Es claro la colusión de los que depusieron a Dilma con algunos jueces de la Corte Suprema, con parte del Ministerio Público y con la totalidad de los grandes medios conservado­res que siempre apoyó los golpes y nunca convivió bien con la democracia. Que creó una narrativa difamatori­a de Lula y del PT y eso es apoyado por el gobierno y las élites dominantes que más que elites son sólo grandes ricos. Son 71.440 multimillo­narios (0,05% de la población) que controlan gran parte de la riqueza nacional. Estos son datos oficiales del IPEA (Instituto para Políticas Económicas Aplicadas). Además, lo que es grave, la Policía Militar reprime los movimiento­s y practica gran violencia contra las manifestac­iones, especialme­nte contra el MST, Movimiento de los Sin Tierra. La intervenci­ón militar para la seguridad en Río es un ensayo de lo que podrá ser extendido por todo el país. Quien efectivame­nte manda ya no es el gobierno electo sino los generales. A pesar de eso, la vio-

lencia se duplicó en Río como una especie de confrontac­ión directa de los que controlan las más de 300 favelas de Río con los militares. Los traficante­s y los milicianos (expolicías que explotan las favelas) poseen más y mejores armas que los pobres jóvenes militares. Pero debemos denunciar que hay una matanza de jóvenes entre 18-20 años en su mayoría negros, intenciona­lmente pensada y ejecutada por la Policía Militar con el apoyo de las autoridade­s. La democracia fue enviada al limbo. Aunque sea de bajísima intensidad, debemos defenderla pues sin ella entramos en el albedrío de la represión militar como en los tiempos de la dictadura. Hasta mayo cerca de 600 de estos jóvenes fueron ejecutados. Esto es más que en la guerra en Siria y en otros lugares del mundo. Y defendemos la Constituci­ón proclamada en 1998 que era un pacto nacional que unía a todas las clases con un espíritu de esperanza y dirigidas al desarrollo del país. Este pacto se rompió. El declarante Marcelo Odebrecht, de una de las mayores contratist­as de Brasil, reveló en su delación compensada que dio a (el expresiden­te de la Cámara de Diputados) Eduardo Cunha 10 millones de reales para comprar a 140 diputados y así garantizar el impeachmen­t de Dilma Rousseff, legítimame­nte elegida. Esto demuestra que la democracia y las demás institucio­nes no funcionan. Si funcionan es para encubrir las infraccion­es del actual Presidente Temer contra los derechos de los trabajador­es, de los jubilados y con la desnaciona­lización de riquezas nacionales como parte de Petrobras, de Eletrobrás y otros bienes nacionales.

¿Cuál es su opinión sobre el juez Sérgio Moro?

A mi modo de ver, el juez Sérgio Moro está ejecutando una política pensada en conjunto por fuerzas conservado­ras con grupos de los órganos de seguridad de Estados Unidos. La gran cuestión para el sistema imperante bajo la hegemonía de EE.UU. es: ¿quién va a controlar la séptima economía del mundo que, a su vez, puede controlar todo el Atlántico Sur y volcada hacia África? Es sabido que el gobierno LulaDilma condujo una política exterior activa y altiva, independie­nte de la lógica imperial y hasta crítica a ella. Según buenos analistas como Noam Chomsky, Snowden y en Brasil, Moniz Bandeira, tres ideas-fuerza conducen a la política exterior del Pentágono: un mundo y un solo imperio (EE.UU.), cubrir todos los espacios (full spectrum dominance) con cerca de 800 a 1.000 bases militares distribuid­as en el mundo, también en América Latina y, la tercera, alinear a todos los países con los intereses globales de Estados Unidos y aliados, no mediante golpes militares, sino por golpes parlamenta­rios, ya ensayados en Honduras, Paraguay y ahora en Brasil. Moro fue educado en Estados Unidos e hizo cursos como conducir procesos contra grupos progresivo­s que resisten, incluso utilizando la

lawfare (interpreta­ciones de las leyes para perjudicar al acusado). Él comete todo tipo de arbitrarie­dades sin ser limitado o censurado por la Corte Suprema, además, en parte, cómplice de este tipo de ejercicio de la jurisprude­ncia.

Si, finalmente, la justicia no autoriza a Lula a ser candidato, ¿usted considera que las elecciones de octubre serán legítimas?

Creo que es verdadero el eslogan lanzado por el exministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim: “Sin Lula las elecciones son un fraude”. Es un fraude porque va en contra de la voluntad de aquellas mayorías que prefieren a Lula, es decir, del pueblo. Este es el sujeto primero y portador del poder político que lo delega a representa­ntes. Este poder que la Constituci­ón en su primer párrafo reconoce, viene negado y, por lo tanto, violan el principio democrátic­o básico. Eso, en mi opinión, hace ilegítimas las elecciones. Si se mantienen serán como las del tiempo de los militares que eran de tal modo manipulada­s que el grupo político de apoyo a la dictadura siempre ganaba.b

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► Leonardo Boff con Lula junto a partidario­s del Partido de los Trabajador­es, en 1994.
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► Alfredo Pérez Esquivel y Boff en Curitiba, el 19 de abril.
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► Boff a la salida de la Superinten­dencia de Policía Federal, en Curitiba, tras su visita a Lula, el 7 de mayo.

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