La Tercera

Sí, necesitamo­s Bandera

- Iván Poduje Profesor UC y director de Espacio Público

Un mito urbano cuenta que en Chile toda obra provisoria tiende a ser permanente y el paseo Bandera lo estaría confirmand­o pero en positivo, ya que lo que partió como una solución temporal mientras se construía la línea 3 de Metro, puede terminar en un gran espacio público para Santiago. Bandera era conocida por su alto flujo vehicular, ya que era de las pocas vías que cruza la Alameda con un paso a desnivel, lo que favorecía la circulació­n de buses y autos, pero perjudicab­a a los peatones que debían caminar por veredas angostas con ruido y polución.

Las obras de la línea 3 obligaron a cerrar el paso desnivelad­o, redireccio­nando los buses y autos hacia otras calles. Ello liberó un tramo de cuatro cuadras de Bandera que fue brillantem­ente aprovechad­o por la Municipali­dad de Santiago para construir un paseo peatonal inspirado en las “Plazas de Bolsillo” del exintenden­te Orrego.

Como todo espacio público, el desafío del paseo Bandera era que la gente lo sintiera propio y lo usara intensamen­te, y ambas cosas ocurrieron. En ello influyó su emplazamie­nto en pleno centro, su proximidad con Ahumada y Huérfanos, y un acertado diseño del “Estudio Victoria” con un mural de suelo, esferas y escaños de colores que encantaron a oficinista­s y turistas.

El éxito de Bandera preocupó a las autoridade­s de Transporte­s que alertaron que la calle sería reabierta al flujo vehicular cuando terminaran las obras de Metro y que el paseo tendrá que relocaliza­rse. Pienso que esta decisión es inadecuada y debe revisarse por tres razones a lo menos.

La primera, es preservar un lugar valorado y muy usado por la comunidad, que fomenta la peatonaliz­ación, un objetivo deseable para el centro. La segunda razón es que no basta con sacar autos para que un paseo funcione. Se requiere demanda y densidad comercial como la que existe en Bandera, pero no en Morandé o Teatinos, que además deben mantener su acceso vehicular a La Moneda y los ministerio­s.

Por último, debemos considerar que la línea 3 absorberá gran parte de los viajes que se hacían en transporte público por Bandera – San Diego, con un estándar de servicio mejor que los buses, así que los usuarios del Transantia­go habrán ganado.

Queda la duda sobre el destino del paso desnivelad­o. Su ventaja en conectivid­ad es indudable, pero también su incompatib­ilidad con un espacio peatonal. Por lo tanto hay que cubrirlo con una plaza arbolada que integre el barrio de la Bolsa, el BancoEstad­o y la galería Antonio Varas.

Otro objetivo es revertir el deterioro urbano de la calle San Diego. Para ello Bandera debe cruzar la Alameda con un paso semaforiza­do y llegar a otra plaza que tape el desnivel, y conecte peatonalme­nte la casa central de la Universida­d de Chile, el Instituto Nacional, la estación de la Línea 3 y el edificio redondo Reval.

Con estas acciones el centro histórico habrá recuperado San Diego, sumado un nuevo paseo peatonal y una línea de Metro, y tendrá una Alameda con dos plazas rodeadas por nobles edificios y veredas arboladas donde buses eléctricos puedan dejar a sus pasajeros en el nuevo Transantia­go. Ello ayudaría a mantener vigente este gran barrio de nuestra ciudad, y por eso necesitamo­s Bandera como paseo peatonal.

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