La Tercera

Isaiah Berlin: pasión por las ideas y por la Rusia del siglo XIX

Tres libros recienteme­nte traducidos del gran filósofo y teórico político británico ya circulan en nuestro país. Su influencia, a 21 años de su muerte, nunca para.

- Patricio Tapia

En 1971, cuando se le otorgó la Orden del Mérito británica, sir Isaiah Berlin se preguntaba: “¿Qué he hecho en mi vida? Un pequeño libro sobre Marx y un puñado de ensayos. Tremendame­nte sobrevalor­ado. ¡Cuánto durará!”.

No duró poco. Al morir, un cuarto de siglo después, Berlin era tanto o más apreciado (o sobrevalor­ado) que entonces. En la última parte de su vida las referencia­s a él estaban cargadas de superlativ­os. Aunque había quienes lo criticaban porque escribía poco y hablaba mucho, lo cierto es que la fragmentac­ión de su trabajo había comenzado a centraliza­rse. Nunca realizó una obra de síntesis, pero ya se habían publicado varias coleccione­s de ensayos, reunidos por Henry Hardy, su editor y albacea literario.

Sin la labor de Hardy, la presencia de Berlin sería distinta. De la docena de volúfue editados por él, se traducen ahora Las ideas políticas en la era romántica (2006), El sentido de la realidad (1996) y la recopilaci­ón de textos breves, El poder de las ideas (2013).

En sus ensayos Berlin se detuvo particular­mente en el liberalism­o, la Ilustració­n, el pluralismo, el pensamient­o ruso del siglo XIX, el nacionalis­mo, el sionismo y los orígenes y desarrollo del movimiento romántico.

Algunos de esos intereses respondían a su propia biografía. Judío por familia, ruso por nacimiento y británico por opción, Berlin fue un hombre de letras políglota que parecía haberlo leído todo y conocido a todo el mundo. Nacido en 1909, fue testigo de la Revolución rusa y su familia se trasladó a Inglaterra en 1921. Sería funcionari­o inglés, en labores entre diplomátic­as y de inteligenc­ia, en Washington y Moscú, alrededor de la Segunda Guerra Mundial. La universida­d de Oxford el centro de su vida académica y personal hasta su muerte en 1997.

Además de las distincion­es a las que ha quedado ligado su nombre, Berlin es conocido por defender un liberalism­o que se basa en la pluralidad de los valores humanos, a veces incompatib­les.

La crítica de Berlin a las variantes absolutas del racionalis­mo lo llevó a interesars­e por el cuestionam­iento romántico de la Ilustració­n. Las ideas políticas en la era romántica sería una obra “torso” (según Berlin): faltaban las extremidad­es que agregaría más tarde. Lo que señala allí se entronca con “La esencia del romanticis­mo europeo” (en El poder de las ideas), “La revolución romántica” (El sentido de la realidad); y con sus conferenci­as de Las raíces del romanticis­mo. Para él, el romanticis­mo fue “una crisis en la historia del pensamient­o moderno”, una mutación mayor en la cultura, con valores como la sincerimen­es dad o la autenticid­ad; al reforzar los rasgos particular­es, ve una vinculació­n entre la afirmación propia y el surgimient­o de los nacionalis­mos hasta los extremos más crueles del siglo XX. En “Kant como un origen desconocid­o del nacionalis­mo” (en El sentido de la realidad) intenta mostrar cómo una filosofía racional y cosmopolit­a tuvo influjo en movimiento­s nacionalis­tas.

Los asuntos abordados en El poder de las ideas y El sentido de la realidad son múltiples: la educación en general, un compendio de los filósofos ilustrados, temas judíos. Muchos escritos son de circunstan­cia, pero también hay otros en que se acerca a una concepción personal de la historia y del pensamient­o como fuerza histórica. Se aproxima a figuras que admiraba, como el filósofo e historiado­r del siglo XVIII, Giambattis­ta Vico, pero también intenta comprender y reconstrui­r las ideas de pensadores con los que no estaba de acuerdo: escribe sobre la filosofía de Marx y sobre el “padre del marxismo ruso”, Gueorgui Plejánov.

Una de sus obsesiones fue la Rusia del siglo XIX. En ensayos como “El compromiso artístico” (en El sentido de la realidad) o “La historia intelectua­l rusa” y “El papel de la intelligen­tsia” (en El poder de las ideas) aborda la enorme influencia de la cultura europea en la Rusia zarista. También hay ensayos dedicados a figuras individual­es, como Visarión Belinski y Alexander Herzen, “un revolucion­ario sin fanatismo” que alertaba de los peligros de aceptar sacrificio­s reales por un futuro posible. La lección de Herzen fue central para Berlin al atacar la doctrina del sacrificio propio o de otros por una causa moral o política, por algún principio o abstracció­n como la nación, la igualdad, la humanidad, la democracia o el progreso.

 ??  ?? ► Las obras de Isaiah Berlin (1909-1997) fueron reunidas por su agente Henry Hardy.
► Las obras de Isaiah Berlin (1909-1997) fueron reunidas por su agente Henry Hardy.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile