TOMA DE LA CASA CENTRAL DE LA PUC
SEÑOR DIRECTOR
Luego de pocos días ha terminado la toma de la Casa Central de la Universidad Católica y se han levantado algunas voces críticas por la forma en que sus autoridades, particularmente el rector Sánchez, manejaron el conflicto. Que se debió desalojar y que no se puede legitimar el uso de la fuerza, son dos de las principales objeciones que se le formulan.
Estos reproches, injustos y equivocados, no hacen una lectura correcta de la amenaza que se cernía sobre la PUC, ni menos de los costos alternativos que ésta pudo haber sufrido de haber seguido la estrategia del desalojo. Los sectores más ideologizados de la izquierda y del feminismo radical ven a la PUC como la principal institución que sostendría el orden social neoliberal, autoritario y patriarcal que ellos denuncian. Nada habrían deseado más que trasladar la batalla a sus muros, dando a su lucha la épica de enfrentar al mal encarnado en la universidad, así como en las personas de carne y hueso que la dirigen.
En lugar de lo anterior se encontraron con autoridades dialogantes, reflexivas, abiertas a escuchar. El rector fue a los medios con un discurso claro, sin un atisbo de soberbia, ni dogmatismo; algo semejante hizo el decano de Derecho, el mismo que alojó en el edificio de su facultad, junto a algunos alumnos, dando también una señal clara de que había una activa posición contraria a la toma en la comunidad universitaria.
La estrategia del conflicto, del desalojo a cualquier costo, habría sacado el problema de donde estaba y sigue estando, para focalizarlo en la PUC, dirigiendo contra ella toda la energía social contraria al machismo. Sin duda que, superada la crisis, se podrá avanzar por la senda del diálogo racional que, en la forma y el fondo, fortalezca el proyecto y resguarde los valores de la universidad. Gonzalo Cordero M. Abogado y ex alumno PUC